* A la caza de traidores
Por Gilberto Lavenánt
Apenas comentaba aquí en Palco de Prensa, el desconcierto y decepción que ha generado entre panistas y priístas, el trato privilegiado que les han dado a los fracasados y traidores. A unos en el PAN y a otros en el PRI. El mismo día, el dirigente estatal del PRI, René Mendívil, anuncia que se iniciarán procesos para expulsar de las filas priístas a los traidores. Y menciona los nombres de algunos de ellos.
Según la nota periodística, los expulsados serán aquellos priístas que traicionaron al PRI en los pasados comicios del 4 de julio. De los mencionados, que encabezan la lista, se encuentran Oscar Morales, hijo del tristemente celebre Rafael Morales Vizcarra, dirigente del Gremio de Choferes Mexicanos, conocidos como “taxis amarillos”, Carlos Guzmán, regidor suplente de Eligio Valencia Roque y Rubén Ovando, de la supuesta corriente crítica del PRI.
El caso que no tiene vuelta de hoja es el del líder de los taxis amarillos. Molesto porque no le dieron una candidatura preferente, o sea dentro de las primeras cinco de la lista de regidurías que acompañarían al entonces candidato priísta a Alcalde, Carlos Bustamante, se posesionó del edificio partidista y amenazo con bociotear la campaña del empresario.
Al final, ante la amenaza de denuncias penales en su contra, que solamente quedaron en simples amenazas, desocupó el edificio del PRI y se lanzó a los brazos del candidato panista a Alcalde, Carlitos Torres Torres. Pero vino la derrota, la que nunca imaginó y, políticamente hablando, quedó huérfano. Le pasó lo que al perro de las dos tortas. Sin el PRI y sin el PAN.
La explusión de Morales, no solo sería un merecido castigo, sino una cómoda salida para sacudirse a individuo tan nefasto.
El otro caso es el de Carlos Guzmán, quien estando en funciones de regidor, pues es suplente de Eligio Valencia Roque, se aventó la “puntada”, de levantarle la mano a Carlitos Torres Torres, cuando el ahora excandidato panista visitó el edificio del Palacio Municipal. El priísta, como muchos otros tricolores camaleónicos, pensó que arrojarse en brazos del candidato blanquiazul, le permitiría tener chamba en la próxima administración municipal. Ante la estrepitosa derrota, lo único seguro es que en los próximos tres años, no agarrará chamba, ni de policía de crucero.
Ahora, por si fuese poco, lo expulsarán del PRI. Los advenedizos y oportunistas, no son bien vistos en ninguna parte. A Guzmán quizás le convenga mejor emigrar a otra entidad federativa, en donde nadie lo conozca. Ahorita, apesta. Bueno, así parece, pues apenas lo ven y le voltean la cara y hacen fuchi.
Otros de los nombres más que mencionó Mendívil, lo fue el de Rubén Ovando, el presunto dirigente de la supuesta corriente democrática del PRI, de quien dijo que ni siquiera existen constancias de que sea priísta y que por lo tanto, primero registrarán su ingreso, para luego formalizar su expulsión. Resulta absurda la existencia de renegados, que siguen aferrados a ser parte de una organización a la que detestan. Al expulsarlo, le harán un favor, para que no ande presumiendo lo que no es.
Pero Mendívil se quedó corto. Sumamente corto. Olvidó muchos nombres de priístas traidores, que con una facilidad asombrosa, como los camaleones, cambian de color, como quien cambia de calcetines. Según las circunstancias lo permitan y les convenga. El caso más concreto lo es el del diputado Antonio Cano Jiménez, quien ahora, bajo la sombra del Alcalde electo, Carlos Bustamante Anchondo, sin duda alguna ocupará una importante posición en la próxima administración municipal, desplazando a priístas con verdaderos méritos para ello. Sobre todo, además de méritos, leales y disciplinados. Habrá que esperar si es que el dirigente del PRI, tendrá el valor, y el coraje, para pedirle a Bustamante que de ninguna manera le de chamba a Cano Jiménez, en lugar de a un priísta.
Algunos cibernautas mencionan por ahí a Eligio Valencia Roque, actual regidor, quien a través del periódico que dirige, se la pasaba presagiando la derrota de los priístas y se pronunciaba abiertamente por el presunto triunfo de los panistas. Eso, es traición al PRI. Que alguien se lo explique a Mendívil.
Otros refieren al propio Mendívil, que al igual que Valencia Roque, le apostó a la derrota del partido que supuestamente dirige. Prueba de ello es que se apuntó como el número uno de las diputaciones de consolación, de las de lista, de las que se obtienen cuando la derrota es rotunda, como la sufrida por los panistas el 4 de julio. Pero el PRI ganó, y Mendívil, al igual que Valencia Roque, se quedó chiflando en la loma. Ni le conviene andar hablando de traidores, porque se puede morder la lengua.
Como tal parece que Mendívil habla simplemente por hablar, o es medio miope, hay que darle una manita en este juego de “caza de traidores”. Recordémosle algunos nombres más de traidores y esperemos si es que se atreve a “quemarlos en leña verde”, o si las suyas, son meras habladas.
gil_lavenant@hotmail.com
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