Por Aquiles Córdova Morán
Una vez más sobre el conflicto agrario entre San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama. Hoy, quiero mostrar a los lectores un breve pero escogido florilegio de “acusaciones”, “crímenes”, “vicios nefandos”, etc., míos y de Antorcha Campesina, formulados por el mismo ilustre literato evidenciado en mi artículo anterior.
El libelo se titula “La sangrienta historia de Antorcha Campesina”, lleva fecha del 10 de agosto y es anónimo como su antecesor. Pero vayamos al grano. El ataque comienza afirmando que “no se puede hablar de Antorcha Campesina sin mencionar asesinatos, secuestros, invasiones, violaciones”, etc., para luego definirla como “grupo fascista y paramilitar” fundado por “el poblano Aquiles Córdova Morán” (nótese la oreja xenófoba que ya denuncié), al que bastan “sólo dos hechos” para definirlo: 1) que “fue denunciado por Amnistía Internacional por el asesinato de 29 campesinos de Quetzalan (la ortografía y la sintaxis son las originales), Puebla”; y 2) que “mandó asesinar a su propia hermana” porque “se negaba a seguir sus métodos”. Y agrega entre paréntesis (“aunque esto parezca difícil de creer”). Es claro que la mentira resulta desmesurada hasta para el propio sicópata que la escribe, razón por la cual se apresura a disculparse oblicuamente, como todo mentiroso que se siente cogido en su propia trampa.
Habla en seguida sobre la transformación de la antigua Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo en la Universidad Autónoma que hoy es, pero no dice una sola verdad ni coloca ningún evento, relevante o no, en su verdadero sitio. Y la razón es obvia: si respetara la verdad histórica de los hechos, probaría exactamente lo contrario de lo que se propone, pues montañas de distorsiones, de mentiras calculadas, de discursos escatológicos como el que hoy comento, no han logrado, ni lograrán jamás, borrar mi verdadero desempeño en esa transformación que hoy beneficia a miles de hijos del pueblo pobre. Apoyado en el batiburrillo de tonterías y estupideces que escribe, el anónimo “escritor” afirma que gracias a la “sapiencia” (¿?¡!) de la izquierda chapinguera (con lo que a todas luces se identifica), Aquiles Córdova y su camarilla fueron expulsados “por sus actividades violentas y porriles”, y, otra vez entre paréntesis (secuestro y asesinato de maestros, alumnos de la UACh, además de perversión de alumnos). Nótese la solapada homofobia asesina del autor. Siguen luego las viejas y bastante desacreditadas acusaciones de que Antorcha es una creación de Raúl Salinas, de que he recibido “cuantiosos recursos” oficiales que, por supuesto, me he robado, como pago por ser “brazo armado” contra “la verdadera izquierda” (como el autor del sucio escrito, supongo), y las sobadas afirmaciones gratuitas de que invado tierras para provecho personal y manipulo a la gente con promesas y con amenazas. Con todo esto se demuestra, dice el anónimo, que en el caso de Yosoñama se está aplicando la misma política y, por tanto, que todo es culpa de “Aquiles y sus porros” de Antorcha Campesina.
Hasta aquí la reseña. No voy a entrar a refutar toda esta porquería porque no hay lugar a ello. Se trata de un típico ataque para desprestigiar y herir y no para establecer ninguna verdad, y por eso el método usado, si es que se puede hablar de “método” en este caso, típico de la “izquierda” representada por gente como nuestro autor, es el puramente narrativo, expositivo y dogmático (afirmar sin probar), pero de ninguna manera demostrativo. Por eso no admite refutación lógica alguna. No quiero dejar de señalar, sin embargo, que la larga mención que hoy se hace de Chapingo, sumada con las “ideas anales” del ataque anterior, dejan ver claramente un rastro de suciedad y baba que nos lleva, más o menos directamente, a cierta gente egresada de esa universidad al servicio del cacicazgo de Mixtepec, o a alguien (persona o grupo) que aún labora dentro de la misma. Quizá eso explique el carácter anónimo de los ataques.
Si es así, ¿por qué seguirse ocupando del tema? Por lo siguiente. El lenguaje, como bien se sabe, es la materialidad inmediata del pensamiento, es decir, es el pensamiento mismo revestido, eso sí, de una materialidad sonora que le permite hacerse social y jugar el importante papel que sabemos en el progreso del hombre. Por tanto, es científicamente cierto que el discurso es el trasunto fiel, exacto (aunque a veces involuntario) de lo que alguien piensa o se propone lograr. Las soeces injurias y las acusaciones monstruosas que se hacen en contra de los antorchistas no interesan por lo que tienen de ultrajante, sino porque evidencian las intenciones asesinas de quienes las conciben y publican. Ya un antiguo poeta griego dijo que todo linchamiento moral, si no se le pone coto, es siempre el primer paso hacia el linchamiento real. Por eso considero necesario reiterar que mi única responsabilidad en el conflicto Mixtepec-Yosoñama es haber tomado partido por Yosoñama, y eso obligado por el injusto secuestro de los 39 humildes campesinos cuya vida y libertad no pareció importarle a nadie, salvo a Antorcha Campesina. Es absolutamente falso, por tanto, que los antorchistas queramos quedarnos con las tierras y que por eso atizamos el conflicto (¿pues no que eso es imposible por el carácter comunal de la propiedad?). Es absolutamente falso también, una verdadera canallada que evidencia las intenciones asesinas de quienes la sostienen, acusar al líder de Antorcha en Oaxaca, el Ing. Gabriel Hernández, de estar “introduciendo armas” a Yosoñama.
Los antorchistas no tenemos enemigos personales; no vamos nunca contra personas. Vemos el problema como un conflicto social agudizado, eso sí, por una resolución imprudente del Tribunal Agrario en Huajuapan de León, que ignora el derecho ancestral de Buena Vista. Por eso hemos sido y somos los más firmes e intransigentes partidarios de una solución negociada que tome en cuenta el derecho legítimo de ambos pueblos. Quienes han atizado el fuego son los caciques (no el pueblo) de Mixtepec, primero con el secuestro y luego con el asesinato de gente de Yosoñama; luego, el gobierno de Oaxaca por negarse a hacer una propuesta aceptable para las dos partes y por no aplicar la ley. Conocemos, con santo y seña, a quienes forman el grupo violento de Mixtepec y sus padrinos dentro y fuera del estado, mismos que daremos a conocer en caso necesario. Por eso sabemos con seguridad que no es el actual gobierno de Oaxaca el directamente responsable de los hechos ni de las amenazas. Sólo lo responsabilizamos por omisión y tolerancia. En consonancia con todo esto, son dos nuestras exigencias básicas: 1) inmediata solución negociada del problema agrario; 2) ejercicio de la acción penal contra los delincuentes de Mixtepec. Sólo así se desactivará el conflicto.
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