jueves, 26 de agosto de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Las justificaciones
Por Gilberto Lavenánt

En relación con el asunto de la traición partidista, suscitada en la Legislatura Estatal, en la que aparece como autora material la diputada priísta, Edna Pérez Corona, el autor de Palco de Prensa recibió ayer el texto de dos escritos, bajo los títulos de “Magistrados y el Consejo de la Judicatura” y “Problemática Poder Judicial”, mediante los que se trata de justificar la acción de la jóven legisladora.

Dichos escritos, recibidos via correo electrónico, por una parte de la oficina del expresidente estatal del PRI, Mario Madrigal Magaña, acusado de ser autor intelectual de dicha traición, y por otra, de un particular, cuyo nombre ni siquiera viene al caso mencionar, quizas sea de las fuerzas blanquiazules, se da una explicación sumamente amplia, detallada, sobre las conveniencias o razonamientos que sirvieron de base para la reforma constitucional planteada por los diputados panistas.

Dicho en breves palabras, se trata de las justificaciones para, mediante alianzas o traiciones, de carácter partidista, obviamente, aprobar reformas que los diputados priístas, en bloque, encabezados por la dirigencia estatal y avalados por la dirigencia nacional, se habían comprometido a no permitir que pasaran.

Solo que aquí hay una equivocación, muy seria. No es el primer caso que ocurre, y seguramente no será el último, en que el partido en el poder, el que sea, que para el caso da lo mismo, acostumbrado a los mayoriteos, o sea a aprobar o rechazar iniciativas de ley, por el simple acto de levantar la mano como si fuesen uno solo, cuando requieren de mayorías calificadas, o sea de más votos que los que ellos puedan aportar directamente, entonces negocian, prometen y logran “convencer” a uno de los rivales, para que se salga del rebaño y se solidarice con ellos. Lo “maicean”, pues.

Se ha discutido mucho, hasta qué punto, los diputados son libres para emitir su voto, en forma personal o directa, conforme a su capacidad de razonamiento, de acuerdo al entendimiento que logren respecto a la iniciativa a votación y el valor o finalidad de la misma.

Y también se discute, hasta que punto están obligados a renunciar a su capacidad de razonamiento y decisión personal, sometiéndose a la consigna o decisión de grupo, o simplemente a la consigna o decisión de los dirigentes del partido político en el que militan y cuya militancia les permitió llegar al puesto que ocupan.

Aquí es donde está el problema. Los invidividuos no llegan al cargo de legisladores, por su capacidad personal, como simples ciudadanos. Llegan, porque un partido político los postula y en la contienda electoral lo representan. Los partidos políticos son, pues, la estructura y el medio para llegar al poder. Quien no entienda esto, que ni se meta a la política.

Dicho de esta forma, los legisladores, aunque llegan por los votos emitidos a su favor, no pueden, de ninguna manera, apartarse de las directrices partidistas. Ni mucho menos pueden solidarizarse con propuestas de partidos ajenos, simplemente porque les parezcan razonables y justas.

En el caso de la traición de la diputada Edna Pérez, los diputados priístas, y obviamente ella misma, fueron convocados y se comprometieron a rechazar la propuesta panista. Cuando ella desconoce este acuerdo y levanta su manita para votar como si fuese panista, traicionó a sus compañeros de partido y a su organización política. La traición es inobjetable y además injustificable. Con todo y las bondades que pueda implicar las reformas aprobadas.

Que la propuesta era justa y razonable, puede que sea cierto. Pero no deja de ser sospechoso que los panistas la impulsen de última hora y tengan que recurrir a alianzas extraordinarias, a negociaciones en lo oscurito, para obtener los votos adicionales requeridos para ello.

Enhorabuena para los magistrados que resultan beneficiados con las reformas aprobadas y que tendrán la certidumbre de que no habrá intentos por desplazarlos del cargo, aunque los mal pensados digan que eso les compromete a someterse a los deseos o caprichos de los panistas, encabezados por el propio Gobernador.

Sin embargo, eso no resta gravedad o seriedad a la traición, pues ni se justifica, ni alivia la falta cometida por la traidora y sus patrocinadores. Se dice que el camino hacia la explulsión, es ineludible.


gil_Lavenant@hotmail.com

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