sábado, 1 de mayo de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* “Carpetazo” al “Lemusgate”
Por Gilberto Lavenant
Así como el caso del “diputadogate”, que fue un escandalazo que estremeció al panismo no solo de Baja California, sino a nivel nacional, el asunto del “Lemusgate”, será otro que quedará incncluso y al que simplemente se le dará el tradicional “carpetazo”. Al archivo de los recuerdos, pues.

Sabedores de que la ciudadanía tiene mala memoria, los panistas abusan y hacen como que “El Lemusgate”, fue algo sin importancia.

Es el asunto de la grabación de una charla entre Gustavo Lemus Torres, entonces en el cargo de Director de Inspección y Verificación Municipal, y un propietario de bares de la Zona Norte, que en forma anónima fue entregada a Agencia Fronteriza de Noticias y revelada el lunes 29 de Marzo.

En dicha grabación el funcionario municipal comenta con el comerciante, el grado de intervención que estaban teniendo el Presidente Calderón y el Gobernador Osuna Millán en el proceso interno de selección del candidato panista a Alcalde de Tijuana, inclinándose a favor de Carlitos Torres Torres.

También hace referencia a los enormes recursos económicos de que se estaban disponiendo para “convencer” a los panistas que tenian voto para participar en la asamblea interna, a fin de que votaran a favor de Torres Torres, o bien los puestos federales o locales que se estaban otorgando a quienes se adhirieran a la precampaña de “El IETU”.

Las sospechan, que comentaban en voz baja, que eran secretos a voces, se confirmaron con esta charla de Lemus Torres y el empresario de antros de la Zona Norte, que aunque se argumentó que era falsa, nunca se demostró.

Cabe recordar que cuando surgió la revelación de esa charla, el Alcalde de Tijuana, Jorge Ramos, ni siquiera se sonrojó o se mostró incómodo. Simplemente dijoque el funcionario aludido estaba trabajando. El Gobernador Osuna Millán, guardó silencio y el Presidente Calderón, ni oportunidad hubo de saber si se había enterado, aunque seguro es que tuvo conocimiento de ello, pero no se conoció su reacción.

Un mes después de dicho escándalo, el autor del “Lemusgate”, Gustavo Lemus Torres, renuncia “voluntariamente” al cargo de Director de Inspección y Verificación Municipal, por dizque “motivos personales”, con lo que seguramente se pretende dar “carpetazo” a este asunto, aplicando el dicho aquel de que –esto con todo respeto para los que se sientan aludidos- “muerto el perro, se acabo la rabia”. Pero no basta ello para que se acaben los rumores, los comentarios, las críticas, las especulaciones, que todo esto generó.

Por principio de cuentas, la separación de Lemus Torres, no fue, como dicen los abogados, ni en tiempo, ni en forma. Aparentemente se le dejó que solito se fuera a su casa, por pena, si es que le dió alguna, por vergüenza, si es que sabe qué es la vergüenza o por cuestión práctica, reconociendo la gravedad del asunto y que su presencia ya incomodaba a muchos.

Pero el retiro se dió exactamente un mes después del escándalo, y dizque por un acto “voluntario” del protagonista y no por un acto de autoridad de su jefe, o sea del Alcalde Jorge Ramos. No hubo –al menos públicamente- regaño alguno o amonestación- sino por el contrario, al sostenerlo en el cargo, pareciera que se le estaba premiando o reconociendo como un acto valiente el ser “lengualarga”. “Bonito” ejemplo de “boquiflojo”.

Pero para nadie pasaron desapercibidas las reacciones de los involucrados en el “Lemusgate”. Ninguno de ellos, Ramos, Osuna o Calderón, reaccionaron como la lógica más elemental recomendaría, en caso de relacionárseles con hechos falsos o infundados. Manifestaciones de enojo, por ejemplo. Simplemente sonrieron y guardaron silencio, sin advertir que el que calla, otorga. Sin percatarse que la risa socarrona, solo evidencia que se les agarró “con las manos en la masa” o que se les sorprendió incurriendo en una pillería.

Pero el caso fue sumamente grave. Muy delicado, al grado de que tales hechos pueden ser encuadrados dentro de lo que se conoce como delitos electorales, y los involucrados ser sometidos a indagatorias de las que se les fincarían responsabilidades y sanciones de carácter penal. Quizás eso hubiese pasado, si no se tratara de quien se trató, Ramos Hernández, Osuna Millán y Calderón.

Así es que si piensan que con darle “carpetazo” al “Lemusgate”, este asunto ya terminó, pues hay que advertirles que no basta. Que las sospechas se confirman, que la impunidad respecto de actos indebidos y en este caso actos de índole electoral y manejo indebido de recursos públicos, quedó más que evidente y que no toda la ciudadanía tiene mala memoria. Algunos bajacalifornianos y en especial tijuanenses, por haberse desarrollado este asunto en Tijuana, no olvidarán nunca “El Lemusgate”. Ténganlo por seguro.


gil_lavenant@hotmail.com

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