MEXICO.- Llevo casi 40 años luchando al lado de los humildes en defensa de sus derechos elementales, y eso me ha enseñado a resistir los ataques del adversario.
He constatado en mi propio pellejo la profunda verdad de las palabras de Lenin cuando dijo: la lucha me ha enseñado que no hay, ni ha habido nunca, enemigos de buena fe. Y a ella me atengo. En el conflicto agrario entre San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama, siguiendo los dictados de mi conciencia, he tomado partido por quienes considero los más débiles y agraviados, y esta posición ha provocado, como tenía que ser necesariamente, la rabia y el desquiciamiento mental de quienes se sienten dañados por la legítima y humana conducta mía y del antorchismo oaxaqueño.Tales desquiciamiento y rabia los llevaron a publicar un sucio libelo en mi contra, lleno de soeces injurias y serias amenazas de muerte, que es el que me obliga a ocuparme, otra vez, del conflicto entre Mixtepec y Yosoñama.
De entrada debo confesar que, a pesar de lo previsible del ataque, no he podido reprimir una sensación de algo frío que me recorría la espalda al leerlo: tales son la ferocidad de los insultos y la agresividad descarnada de la amenaza de muerte que se formula directamente en mi contra. De la lectura cuidadosa del libelo se desprendió, sin yo quererlo ni buscarlo, una clara sensación de que los antorchistas oaxaqueños y yo nos encontramos ante un monstruo mitológico, ante un ser mixto moralmente hablando: alguien con cuerpo e instinto de chacal pero con una estúpida cabeza de cerdo. Lo primero, por el sadismo y el odio criminal que destilan los insultos, las acusaciones gratuitas sacadas de los archivos de los calumniadores profesionales, por la cínica distorsión de los hechos ocurridos en el último incidente sangriento entre las dos comunidades y por el desfachatado intento de hacerse las víctimas de Antorcha y de los indígenas de Yosoñama, con total olvido de hechos como el secuestro mencionado o la evidencia de que las víctimas, mortales o no, fueron todas de Yosoñama. Lo segundo, porque el cerdo es el animal más estúpido, el menos educable de cuantos se relacionan con el hombre. Por eso, en el circo por ejemplo, podemos ver hasta víboras amaestradas, pero nunca un cerdo: es incapaz de entender absolutamente nada. Y paso a dar mis argumentos.
El cobarde anónimo comienza su “refutación” (así lo llama su autor) afirmando que soy “un asqueroso y repugnante homosexual de closet” (lo cito textualmente para que la nación se dé cuenta del genio humanístico, sociológico y literario que se pierde en las montañas oaxaqueñas, por falta de cultivo adecuado). Antes de seguir, creo éste el lugar pertinente para una aclaración necesaria. No es la primera vez que se intenta herirme, callarme, llamándome homosexual, ni creo que sea la última. En México, para todo el “machismo” rampante que piensa, aunque diga otra cosa, que el hombre vino al mundo para ser un verraco, un semental apto para hacer hijos a la mujer que se deje, no hay insulto más hiriente que ser llamado “joto”, homosexual, castrado. Por eso traen siempre el epíteto a flor de labio y los sueltan a la primera provocación. Pero a mí, ese calificativo no me ofende; más bien me provoca cierto orgullo y satisfacción. ¿Por qué? Porque hace tiempo que creo y sostengo que la humanidad le debe mucho a los homosexuales; que nuestra civilización y nuestra cultura no serían lo que son sin ellos; y doy nombres: Parménides, Sócrates, Alejandro Magno, Julio Cesar, Leonardo, Miguel Ángel, Tchaikovski, Thomas Mann, Marcel Proust, Oscar Wilde, André Gide. Y la lista sigue. Por eso, cuando un imbécil con sesos de cerdo me coloca la H escarlata en pecho y espalda y me manda a formar en esas filas, voy, como ya dije, ligero, contento y orgulloso, pues es más honrosa esa compañía que la de un chacal con cabeza de cerdo y sus torvos padrinos.
Pero el chacal coloca el “insulto” en primer término, porque es la piedra angular de su “argumentación: puesto que no soy hombre de verdad, soy un frustrado “en lo profesional y en lo humano”, y soy, por tanto, en una especie de compensación psicopática, un criminal sin escrúpulos que miente, atiza conflictos, divide pueblos y comunidades y organiza masacres de gente inocente. Soy, pues, un monstruo moral justamente por ser homosexual. Así, el Freud huehuenche de Mixtepec sostiene, por tanto, que la homosexualidad es una “desviación” criminógena en sí misma, es decir, que todo homosexual es un asesino en potencia que sólo espera las condiciones propicias para manifestarse. Sienta, así, en el banquillo de los acusados, a todos los homosexuales de México y del mundo y justifica que los masacren a tiros, como le ocurrió a Margarito Montes. ¿Se puede acaso ser más brutal e inhumano? Me llama reiteradamente “fascista”, queriendo significar que me regodeo en la violencia gratuita. Pero, ¿acaso no son perversidad y sadismo gratuitos el secuestro de 39 indígenas, tomados como rehenes sin tener ninguna responsabilidad personal? ¿Es o no violencia brutal e innecesaria el ataque de 300 hombres armados contra sólo tres de sus “enemigos”, hayan estado haciendo lo que fuere? Algo más: el fascismo no es sólo violencia gratuita; es también, y de modo muy destacado, homofobia (recuérdese la matanza de homosexuales conocida como “la noche de los cuchillos largos”), y es también xenofobia, el odio a lo extranjero, a lo no alemán. ¿Y no acaso se me ataca, en el escrito excrementicio de marras, de “asqueroso y repugnante homosexual”? ¿Y no se me descalifica por ser extraño a la región, por ser “el poblano Aquiles”? Así que, cuando el autor del sucio ataque habla de “fascismo”, es ni más ni menos que el burro hablando de orejas. Y todo esto que aquí digo, ¿no demuestra palmariamente el carácter feroz y sanguinario del “escritor” anónimo? ¿No se muestra con entraña de verdadero chacal?
Sigamos. Una vez “demostrado” (con calumnias y afirmaciones gratuitas) que soy un mentiroso y un asesino, queda también demostrado, automáticamente, que lo que digo sobre los últimos asesinatos de gente de Yosoñama es falso. El anónimo pasa olímpicamente por encima de los datos concretos que yo manejo, y no muestra ninguna preocupación por probar los suyos. Hay, pues, que tomarlo de una de sus orejas porcinas y llevarlo al terreno de lo concreto. ¿Es, o no, cierto que la gente de Mixtepec (o de donde haya sido) fue a tomar posesión, de hecho, de los terrenos en disputa, abriendo una brecha que despoja a la gente de Yosoñama? ¿Es, o no, cierto que el primer “enfrentamiento” se dio entre los cerca de 300 “brecheros” armados contra tan sólo 3 (sí tres) gentes de Yosoñama, independientemente de lo que hayan estado haciendo, y que en ese “encuentro” uno de los tres resultó herido? ¿Es o no cierto que sólo a raíz de esto la gente de Yosoñama intervino masivamente para rescatar a los suyos? Y yo respondo con honestidad: en efecto, los vehículos de los invasores fueron incendiados por la enfurecida gente de Yosoñama, pero ello ocurrió porque fue lo único que encontraron para desquitar su enojo; los “conocedores del terreno” habían puesto pies en polvorosa. Y la sangre corrió sólo del lado de Yosoñama porque iban desarmados, pues es una soberana idiotez decir que ellos “no conocen” el terreno en disputa.Ítem más: ¿es o no cierto que secuestraron y mantuvieron cautivos por más de dos meses a 39 campesinos de Yosoñama, tiempo en que los trataron a golpes, amenazas y con una dieta de hambre? Y si así es, como todo mundo sabe, ¿eso prescriben sus usos y costumbres? ¿Esa es la cultura ancestral de la que el anónimo se siente tan orgulloso? Y razonar de este modo, ¿no es acaso mostrarse tan estúpido como un cerdo?
Termino. Siempre me he negado a hablar de mi vida privada no porque tenga algo que ocultar o de qué avergonzarme, sino porque considero que eso no le puede interesar a nadie. Pero he dicho y sostengo que mi vida personal es limpia y transparente, que puede pasar cualquier tipo de prueba. Y sí tengo un “modo honesto de vivir”, el más honesto que se puede ejercer en nuestros aciagos días: me dedico de tiempo completo a organizar y educar a los pobres del país y realizar actividades económicas lícitas para no depender de las cuotas de la gente pobre. Y esto también lo puedo probar. En cambio, el anónimo detractor de los antorchistas debe aclarar por qué no da la cara y firma sus engendros como lo hago yo; por qué se escuda tras una “organización indígena”; por qué no demuestra, como las buenas gallinas ponedoras, ¡para qué sirven los muchos huevos de que presume! Como sea, que quede claro que sabemos de dónde proviene el ataque y quiénes están detrás de él; que tomamos muy en serio las amenazas de muerte y que responsabilizamos a las autoridades del gobierno de Oaxaca por la seguridad de los amenazados. Vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario