* Las luchas intestinas
Por Gilberto Lavenant
Si la lucha panista por la candidatura a la Alcaldía de Tijuana, fue complicada, siniestra y con graves estragos en las filas del partido blanquiazul, de la que aún hay muchas cosas por comentar, no menos lo ha sido la de los priistas, no solo por la candidatura a Alcalde de esta ciudad, sino por las diversas posiciones políticas de elección popular, de la que cada día trascienden más detalles y en la que aparece como uno de los protagonistas principales nada más y nada menos que el Senador Fernando Castro Trenti, mejor conocido como “El diablo”.
Bueno, de ambas luchas intestinas, podría decirse que la única similitud es precisamente de que en ambas aparece en escena un individuo demoniaco, siniestro, maquiavélico, manipulador, negociador. En el lado de los priístas Castro Trenti, pero en el lado de los panistas está el exAlcalde Jesús González Reyes, a quien se conoce como “el diablo azul”. Por algo será.
Sin ánimo de exagerar, con todo y lo delicado de las maniobras oficiales para lograr la imposición de Carlitos Torres, podría decirse que Alejandro Monraz Sustaita debe su derrota a Chuy González. Ni modo, pero así fue. Pero esa es otra historia.
Toca ahora hacer algunas referencias sobre detalles que han trascendido acerca de la lucha intestina priísta. En esta la posición por la candidatura a la Alcaldía, no fue el meollo del asunto, pues los priístas aún enfrentan temores de derrota, por lo que la pugna se dió por las diputaciones plurinominales y las regidurías de “a chaleco”, esas que se ganan, aunque se pierdan los comicios.
Las aspiraciones por las Alcaldías, surgieron por los tropiezos panistas en recientes procesos electorales, sobre todo los federales en los que dejó de tener mayoría en el Congreso de la Unión, y la recuperación de terreno por parte del PRI a nivel nacional, contra los pronósticos negativos que se tenían y que lo referían como un partido casi en extinción.
Además el optimismo priísta, traducido también en el pesimismo panista, de recuperar la Presidencia de la República en el 2012, ha llevado a los priístas a vender futuros triunfos. Y algunos han caído en el juego y se han dejado llevar por “el canto de las sirenas”. Son meras posibilidades, pero la tentación es grande.
Pues bien, todo el embrollo en el que se han visto involucrados los priístas, no solo de Tijuana, sino de todo el Estado, tiene su origen en las “diabluras de Castro Trenti, que hizo lo que pocos habín logrado. Unió a todas las corrientes del tricolor. Si, las unió, pero en su contra. Al grado que “El diablo” prácticamente no puede poner un pie en Baja California, ni mucho menos hablar a nombre del CEN del PRI, porque lo linchan.
Todo, porque vino a la entidad a negociar posiciones, a hacer promesas que luego no pudo cumplir, pero sobre todo porque quizó chamaquear a los priístas bajacalifornianos, a los que con cierta facilidad les ofertó las posiciones que no tenían grandes posibilidades de triunfo y las seguras, las que se obtienen incluso en la derrota, las “trabajó” con el dirigente estatal de la CTM, Eligio Valencia Roque, quien todo indica que al final de cuentas solo alcanzará una diputación plurinominal. De esas que no implican gasto alguno, pues no requieren de campañas y que le darán el fuero que le permitirá eludir acciones judiciales.
A eso se debieron las tomas de los edificios priístas. Los reclamos y protestas no se hicieron esperar, cuando se empezaron a conocer los arreglos que “en lo oscurito” habían hecho Castro Trenti y Valencia, quienes curiosamente habían acaparado las posiciones ganadoras. Por ello Francisco Hernández Vera, yerno de Eligio, iba a la primer regiduría en la planilla de Tijuana.
Pero el pleito llegó hasta la líder nacional del PRI, doña Beatriz Paredes. Primero, por la renuncia del precandidato Mario Escobedo Carignan, que había sido apalabrada por Castro Trenti y avalada por el compadre Manlio Fabio Beltrones. El dirigente de los comerciantes no soportó las presiones y reventó. Castro Trenti le impuso a todos los integrantes de la planilla y no le permitió designar ni a los suplentes.
Lo mismo estuvo a punto de provocar la renuncia de don Carlos Bustamante Anchondo, cuando Escobedo le dejó libre el camino. Bustamante enfrentó los reclamos, por compromisos y promesas ajenas, las que hicieron Castro Trenti y Valencia y vivió momentos bochornosos, como los chantajes, groserías y amenazas del crocista Oscar Morales, dirigente de los taxistas amarillos.
Por ello intervino doña Beatriz. Bustamante amenazó con renunciar y bajo la advertencia de que no impone candidatos, pero que tampoco acepta que se los impongan, decidió allanarle el camino al precandidato priísta a la Alcaldía de Tijuana y retiró del escenario político priísta a los Castro Trenti, a los Valencia Roque y a los Morales, entre muchos otros, a quienes advirtió que si persistían en sus chantajes y presiones, les enfrentaría con denuncias penales. Así es aue no hubo negociaciones, ni grandes ofrecimientos. Por el contrario, simplemente hubo energía, autoridad y advertencias duras. Bien dicen que el miedo no anda en burro.
Hoy Bustamante ya no tiene que tratar nada con Castro Trenti. Ni con Valencia Roque. Por eso se le ve tranquilo y confiado. Ahora solo le falta lograr la postulación, que casi tiene en la bolsa, y enfrentar a Carlitos Torres, el candidato panista, con pocas tablas en esto de los procesos electorales, aunque con padrinos de lujo, que acaba de salir airoso de una lucha intestina, con pronósticos reservados.
Y aún hay más que comentar, pues la calma es aparente en ambos bandos políticos y los resultados finales se conocerón hasta los comicios del 4 de julio próximo. Ya veremos.
gil_lavenant@hotmail.com
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