TIJUANA.- Hemos escuchado durante estos días el bombardeo en los medios sobre el tan controvertido tema de las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por éstas.
Es de todos conocida la aprobación que la Asamblea del Distrito Federal realizó tiempo atrás donde se daba cauce a este tipo de uniones. Tal aprobación, se logró de manera acelerada, sin las consultas necesarias a los diferentes autores sociales y sin atender el consenso de las mayorías, que estaba en desacuerdo de tales uniones y especialmente de la adopción de niños. La aplanadora del partido dominante se impuso y el debate social se hizo de lado en detrimento de una sociedad mayoritaria que mostraba estar en contra.
La Procuraduría General de la República interpuso un recurso constitucional ante la SCJN mostrando su inconformidad. Ayer la SCJN terminó el debate sin ir al fondo del asunto, solamente confirmo la legalidad del proceso jurídico realizado por Asamblea de Representantes del D.F.
Los Obispos de México, sensibles a la opinión mayoritaria no sólo en la Ciudad de México, sino del país entero, manifestamos en el ejercicio de la libertad de expresión garantizado por nuestro régimen político democrático, nuestro total desacuerdo con el fallo emitido por la SCJN; sin que esto signifique falta de respeto a las Instituciones del Estado Mexicano. Creemos que equiparar con el nombre de matrimonio a estas uniones es una falta de respeto, tanto a la esencia misma del matrimonio entre una mujer y un hombre, expresado en la Constitución del País en su artículo 4º, como a las costumbres y la propia cultura que nos han regido por siglos.
La Iglesia, de la que formamos parte todos los bautizados, vela por los derechos de los que no se pueden defender, y en este caso, los más débiles como son los infantes. Por eso los Obispos como Pastores, basados en la ley natural y en nuestra fe, siempre nos hemos puesto y nos pondremos de lado de los derechos de los no nacidos, de los que no pueden valerse por sí mismos, de los que son vejados y explotados en todo ámbito.
El Santo Padre, Benedicto XVI, en diferentes momentos y con atinadas reflexiones, ha insistido en la importancia de salvaguardar los valores fundamentales de la persona humana desde que es concebida hasta la muerte natural. Así mismo, ha expresado la importancia de respetar y proteger la creación, la naturaleza en general y en particular la humana. La conciencia ecológica que tantos adeptos va sumando para salvaguardar las distintas especies respetando sus procesos naturales, debe incluir a la especie humana, la más digna y consciente de su propio desarrollo. Por ello, en la misma naturaleza la Iglesia descubre la dignidad del matrimonio entre un varón y una mujer. Esto nos anima a impulsar la dignidad de la pareja y su prole apelando a los valores naturales y morales.
Lamentamos que al manifestar estos conceptos en la opinión pública, existan quienes recriminen y amenacen alertando la intolerancia, cuando la tolerancia es la posibilidad de que todos expresemos nuestra opinión y posiciones. Por ello, expresamos nuestra solidaridad y nuestro sentir a los Señores Cardenales Norberto Rivera Carrera y Juan Sandoval Íñiguez sobre este delicado tema.
El momento que vive México requiere un debate de altura que nos una y en el que todos los miembros de la sociedad en su conjunto saquemos adelante los múltiples problemas que nos aquejan: inseguridad, violencia, corrupción, desempleo, etc. En nuestra Patria es urgente terminar con las ataduras de la intransigencia, de la exclusión, de los prejuicios de cualquier tipo y de clase, y que todos como hermanos nos esforcemos por construir un México donde todos quepamos y se respeten los derechos de todo individuo, donde la transparencia y el buen uso de las libertades democráticas hagan de nuestro país una nación próspera basada en los valores trascendentes.
Los Obispos como Pastores del pueblo de Dios y hermanos de todos, llamamos a los fieles a orar a Santa María de Guadalupe por las decisiones de los gobernantes y por todos los niños que no tienen voz pero sí el derecho de tener una familia que sea para ellos ejemplo de virtudes.
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