* El cinismo oficial
Por Gilberto Lavenánt
Cuando a alguien se le descubre, tratando de engañar a una persona, sin duda alguna que le da pena y trata de disimular que no ha intentado el engaño, que todo fue un mal entendido. Lo hacen los criminales, cuando se les sorprende con las manos en la masa. De inmediato claman inocencia. Juran que no lo hicieron, aunque no haya duda de que son malandros y estaban cometiendo una más de sus raterías.
Pero cuando alguien que es descubierto, que la artimaña se demuestra claramente, que es más que evidente y es conocida y reconocida públicamente, y no obstante eso, continua adelante con su maquinación, de manera cínica, desvergonzada, descarada, no merece respeto alguno.
Este es el caso de los funcionarios del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Baja California, que maquinaron y ejecutaron el fraude electoral, burdo, descarado, para arrebatarle a la dirigente estatal del magisterio federal, Arcelia Galarza Villarino, la diputación número 25 que le corresponde, por la vía de la representación proporcional, para regalarla al panista Raymundo Vega Andrade.
Por cierto, para quienes consideran “amarillista” la referencia a dicho fraude, y plantean o suponen lazos de amistad o simpatía hacia la líder magisterial, por el hecho de criticar actitudes tan deplorables, cabe aclararles y precisarles, que no se trata solamente de un fraude en perjuicio de una persona, sino en contra de los electores todos.
El enemigo a vencer en los comicios del pasado 4 de julio, aquí en Baja California, no eran los rivales de partidos antagónicos, sino el abstencionismo, la apatía de los electores que no le permite acudir a las urnas a cumplir un deber ciudadano.
Los resultados fueron desastrosos. Mucho más de lo que se imaginaba o suponía. Las propias autoridades electorales reconocieron que el abstencionismo en la entidad, fue de aproximádamente el 70 % del padrón electoral.
Concluído el conteo de votos, el Instituto Estatal Electoral, dió a conocer que solamente votaron el 31.7 % de los electores, mucho menos que los que lo hicieron en el 2004, que fue el 33.42 %.
El Consejero Presidente del organismo electoral, Enrique Carlos Blancas de la Cruz, al dar a conocer dichas cifras, dijo que la baja participación ciudadana obliga a hacer un esfuerzo hacia adelante y seguir contribuyendo todos a la vida democrática del Estado.
“Al decir todos, -señaló- me refiero a los organismos electorales, los Partidos Políticos, las instituciones educativas, los organismos de la sociedad civil y los ciudadanos”. Demagogia pura, sin duda alguna.
Resulta, como se sabe y es de conocimiento público, que en el seno del Instituto Estatal Electoral, hubo manoseo de documentos y cifras electorales, con el propósito de beneficiar a un excandidato panista, perjudicando con dicha maniobra a la excandidata panalista, irónicamente representantes de dos partidos que en esta contienda participaron coaligados. No cabe duda qu es cierto lo que advierten, que cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde.
Los seguidores o simpatizantes de Arcelia Galarza, lo advirtieron con mucha anticipación, una vez que se puso al descubierto la mañosada, que se habían alterado cifras y documentos electorales para cometer este fraude.
Los protagonistas y autores materiales e intelectuales de tal ilícito, le dieron largas al asunto, tratando de encontrar los argumentos más convincentes, para intentar justificar lo injustificable. Al final de cuentas, con todo descaro, con un cinismo aberrante, emitieron el dictamen fraudulento, que implicaba despojar a Galarza de la diputación.
Tratando de cubrir un poco las formas, el líder estatal del PAN, Andrés De la Rosa Anaya, lamentó “los errores” cometidos y dijo públicamente que la diputación correspondía a Arcelia Galarza. Pero nunca hizo un pronunciamiento formal, ni una gestión ante las autoridades electorales, para que rectificaran, para que resolvieran tal embrollo. Lo máximo que hizo, fue no recoger las constancias que declaraban como diputados electos a los candidatos panistas perdedores.
Al final, como se agotaba el tiempo del proceso electoral, el Consejo General del Instituto Electoral, bajo la presidencia del exrector del CETYS, Enrique Carlos Blancas de la Cruz, validó lo invalidable, y otorgó al panista Raymundo Vega Andrade, la diputación que corresponde a Arcelia Galarza.
Y pasó lo que ya se advertía y que comentaba aquí en Palco de Prensa. Con todo eso, el ex-rector del CETYS, Blancas de la Cruz, que llegó investido de una enorme calidad moral a hacerse cargo del organismo electoral, ahora ha quedado convertido en un hombrecillo, reducido a uno más de los enanos del circo. En sus narices se manipularon cifras y documentación electoral, para favorecer a un candidato panista, en perjuicio de una candidata del Partido Nueva Alianza. Asunto éste que se ha calificado como un fraude electoral.
Habría que preguntar : ¿Con qué cara, de nueva cuenta llamará a la ciudadanía, que en un ejercicio democrático, acuda a las urnas a votar en los próximos comicios? ¿Cómo pedir a los electores, que crean en un organismo electoral, donde con todo cinismo alteran documentación y cifras, para beneficiar a unos y perjudicar a otros?
Este es un ejemplo del más aberrante y descarado cinismo oficial. Sin duda alguna, todos ellos merecen “tarjeta roja”. Esto es, deben ser expulsados del instituto electoral, por falta de probidad y por exceso de desvergüenza.
gil_lavenant@hotmail.com
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