jueves, 17 de junio de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Las sospechas
Por Gilberto Lavenánt
Sospecha, es la creencia o suposición de que algo es cierto, al menos en apariencia y sospechoso aquel individuo que se cree o supone que hizo tal o cual cosa. A veces las sospechas son tan fuertes, que pesan más que la verdad y llegan a crear tal daño, pues destruyen vidas e imágenes, que es casi imposible repararlo, incluso aunque se conozca la verdad que pudiese dar fin a esas sospechas.

Las sospechas son como un ácido o veneno que corroe. Penetra en la conciencia de los individuos, al grado de que estos llegan a tener por cierto, algo que posiblemente solo sea aparente, meras suposiciones.

Vale la pena precisar esto, a propósito del asunto de “Los sospechosos de San Lázaro” y de la mención del diputado federal panista Miguel Antonio Osuna Millán, hermano del Gobernador de Baja California, entre otros legisladores federales, que en un trabajo periodístico de la revista “Proceso”, se les relaciona, directa o indirectamente, con el narcotráfico.

Miguelito ya dijo que es inocente, y no hay por qué dudar de su palabra, solo que surgen sospechas en torno a este asunto con el que se le relaciona, que se agregan a las muchas sospechas generadas por el manejo del caso de donde surge la relación y que para muchos casi ya había quedado en el olvido, y que los involucrados o relacionados con el mismo, quisieran que ya se hubiese olvidado.

Para mal de aquellos que no duermen o pierden el sueño al recordar el asunto con el que “Proceso” relaciona al jóven Osuna Millán, si bien es cierto que la memoria del ser humano es corta, la tecnología permite recordar hechos pasados de una forma asombrosa, que parece que fue ayer cuando ocurrieron. Pregúntele a goggle sobre la detención de el kaibil en la narcofiesta y les recordará todo, o casi todo lo que pasó la madrugada del domingo 8 de marzo del 2009, ahí en el salón mezzannine.

Fue una fiesta de celebración de 15 años de una jovencita. Eran aproximádamente la 1:30 de la madrugada de aquel domingo, cuando el lugar fue rodeado por elementos del ejército y de la policía, procediendo a detener a aproximádamente 60 personas. El objetivo era detener a Angel Jácome Gamboa, mejor conocido como “El Kaibil”, lugarteniente de Teodoro García Simental, uno de los hombres fuertes del cártel de los Arellano Félix y quien había sido jefe de seguridad del exAlcalde de Playas de Rosarito, Antonio Macias Garay. Por cierto, este último, sospechosamente anda libre.

Las sospechas surgieron porque entre los detenidos se identificó a varios guardias de seguridad del Gobernador Osuna Millán, que evidentemente por la intervención de este, sospechosamente fueron liberados casi de inmediato, libres de culpas, abogando por ellos el propio mandatario, sin necesidad de abogado defensor, en tanto que el resto, incluyendo empleados del lugar y músicos, que se supone eran totalmente ajenos a los organizadores del evento, permanecieron privados de la libertad, pese a que alegaban inocencia.

No se sabe con certeza si en torno a este asunto se manejó el nombre del ahora diputado federal Osuna Millán, o incluso si fue sorprendido entre los invitados al baile, pero se supone que si ahí estuvo o hubiese estado, seguramente pocos se hubiesen percatado de ello, siendo hermano del Gobernador. Si los escoltas salieron libres, con más razón el hermano.

Pero “Proceso” dice que el legislador fue detenido en esa ocasión y este lo niega. Por ello lo incluye dentro de “Los sospechosos de San Lázaro”. Para acabar con las sospechas, mínimo habría que revisar el expediente o expedientes integrados con motivo de la detención de “El Kaibil”. Incluso, aunque no hubiese estado ahí, alguno de los detenidos pudo haber mencionado su nombre y quizás aparece en actas. Nadie puede saberlo, más que quienes integraron la indagatoria correspondiente e incluso el propio aludido.

La duda ofende y la sospecha lastima. Pero para que las sospechas acaben, debe aparecer la verdad. No basta la palabra de los aparentemente involucrados y ahora sospechosos, porque aunque haya quienes digan lo contrario, en México las simples sospechas, son un elemento incriminatorio gravísimo, de mucho peso, que han llevado a la cárcel a muchas personas.

Se recuerda el caso del “Michoacanazo”, ocurrido el 26 de Mayo del 2009, en las tierras del Gobernador perredista Leonel Godoy Rangel. Por meras sospechas, detuvieron a 10 Alcaldes, a un juez y a 17 funcionarios públicos, unos de nivel municipal y otros estatales, por presuntos nexos con la banda delictiva “La Familia”. Poco después fueron liberados 15 de esos sospechosos, sin siquiera decirles “usted disculpe”, luego de que los trataron y exhibieron como los criminales más viles.

Para fortuna del diputado Osuna Millán, señalado como sospechoso por “Proceso”, Baja California no es Michoacán, su hermano el Gobernador se llama José Guadalupe Osuna Millán y no Leonel Godoy Rangel y tanto él como su hermano son panistas y no perredistas. De lo contrario, estaría narrando todo esto tras las rejas de una prisión de alta seguridad. Aunque solo fuese sospechoso.

Así nos las gastamos en México, así es que debería sentirse afortunado, pues aunque la duda ofende y las sospechas causan un daño enorme, que de gracias de que las cosas no pasen de ahí. Al final de cuentas, que recuerde que el que nada debe, nada teme. Total, si casi nadie lo conocía, ya es conocido a nivel nacional e incluso internacional. Cuando se le pase el coraje, seguramente mirará las cosas con más calma y quizás hasta exhorte a todos los demás sospechosos a que las autoridades competentes, agoten las indagatorias correspondientes, hasta encontrar la verdad. Y que la den a conocer, por supuesto, caiga quien caiga. No fuera siendo.

gil_Lavenant@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario