“Diputadogate II”
Por Gilberto Lavenant
Tal y como acostumbran en las producciones norteamericanas, después de un peliculón, viene el segundo y el tercero. De igual forma, luego del “éxito” alcanzado con el asunto del “Diputadogate”, también conocido como “Palacogate”, este lunes, en Mexicali, se escenificó otro escándalo, en el que aparece como protagonista principal otro diputado panista. Aunque con otras características, este asunto pronto se conocerá como “Diputadogate II” y al “actor” principal, quizás habrán de referirlo como “Rambo azul” o “El Pantera”, o “El chicali”.
Aún está muy reciente el bochornoso asunto del diputado panista Victor González Ortega, conocido comúnmente como “El chupitos” o “El Palaco”, quien, ostentando el cargo de Presidente de la Legislatura Estatal, representante de uno de los tres poderes del Estado de Baja California, fue detenido en estado de ebriedad y presuntamente con droga.
Los hechos ocurrieron el 21 de febrero, en el Fraccionamiento San Fernando, allá en Mexicali, a unos pasos del domicilio particular del flamante “legislador”, y, sospechosamente, se conocieron casi dos semanas después, cuando fue difundido un video relativo a los hechos.
El asunto tuvo de todo. Escándalo, manipulación, encubrimiento, impunidad, cinismo. A lo más que se llegó fue a expulsar al protagonista del Partido Acción Nacional. Pero el aludido sigue en la Legislatura Estatal, cobrando un jugoso sueldo. No se puede decir que trabajando, pues su capacidad no le da para eso.
Pues bien, ahora el segundo escándalo de esta serie y que sin duda alguna podrá conocerse como “Diputadogate II”, se escenificó este lunes, allá en Mexicali, también por un diputado panista. Su nombre, Juan Manuel Molina García.
Un asunto de derecho de familia, originó casi un zafarrancho, en el que el “flamante” legislador estatal resultó involucrado en una riña con la exesposa, así como con el padre y hermano de ésta. Todo por la custodia de uno de los hijos.
Hubo golpes e insultos, intento de uso de influyentismo, en tanto que el diputado, tratando de imponerse sobre los familiares de su exesposa, pidió la intervención de la policía. Pero le salió contraproducente, pues cuando llegaron los elementos de la fuerza pública, la riña estaba en todo su apogeo, al grado de que batallaron para separarlos.
En este caso, contrario con lo que ocurrió con “El chupitos”, a “El pantera” no lo dejaron retirarse, sino que fue presentado por la policía ante el Juez Calificador y de ahí remitido al Ministerio Público en calidad de indiciado, junto con sus contrincantes, para iniciar una averiguación previa por la presunta comisión del delito de lesiones en riña.
Cabe observar que el diputado rijoso, es uno de los panistas más influyentes. Quizás por eso su prepotencia y “valentía”. Es Presidente de la Comisión de Justicia y Seguridad Pública del Congreso Estatal, Secretario de la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales, Trabajo y Previsión Social, así como Vocal de las comisiones de Equidad y Género y de la Juventud y el Deporte. Dicho en otras palabras, es “chile de todos los moles” y casi nada se mueve en la Legislatura Estatal, sin su intervención.
Antes fue Secretario de la Mesa Directiva del Congreso Estatal, cuando la presidía González Ortega y es vocal de la Comisión de Declaración de Procedencia, o sea la que resuelve las peticiones de desafuero y juicio político. Cualquier cosa.
Por si fuese poco, irónicamente Molina es Secretario de la Comisión de Orden del PAN, la que juzgó y resolvió la expulsión de “El chupitos”.
El protagonista de este nuevo escándalo, argumenta que lo provocaron, que es un asunto de familia, que no tiene nada que ver con sus funciones de legislador y que no hará valer su fuero. Nada más eso faltaba.
Al respecto habría que observar que problemas como este, ocurren todos los días y hasta en las mejores familias. Solo que pocas veces el protagonista es un diputado local, como en este caso y entonces, exhibe feamente sus debilidades, cuando que un asunto que debe manejar en el terreno legal, lo quiere resolver a base de golpes, fuerza física o influyentismo.
Totalmente inoportuno para los panistas este nuevo escándalo. Más aún cuando se está en plena campaña electoral. ¿Cuánto tiempo durará en “cartelera” este “Diputadogate II”?, pues seguramente lo suficiente para que surja el tercero de la serie. Que ya lo deben estar preparando estos señores panistas y darán la sorpresa en cualquier momento.
Por la situación legal y futuro político del diputado rijoso, ni se preocupen. Ya el dirigente estatal del PAN, Andrés de la Rosa Anaya, se comunicó con su hermano Daniel, Secretario de Seguridad Pública del Estado, para que de instrucciones a fin de que lo liberen de toda responsabilidad legal. Peores escándalos han protagonizado los priístas, ¿por qué no perdonar un “error” más de otro panista? No faltaba más. Una “raya” más al tigre de la impunidad, ni se nota.
gil_lavenant@hotmail.com
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