lunes, 26 de abril de 2010

COLUMA: Apuntes

* Bullying
Por Profr. Jesús Flores Pizarro

Los jóvenes de la escuela Secundaria Estatal No. 32 Abraham Lincoln de Playas de Rosarito, provocaron un escándalo increíble para la comunidad rosaritense (la que cree que todavía vive en sus gloriosos años de paz), algo antes no visto fuera de un plantel educativo (y menos en una institución de gran prestigio como lo es la secundaria No. 32), el pleito entre dos estudiantes de la misma escuela del sexo femenino. Hasta hace poco, la comunidad se quejaba constantemente de la violencia, la inseguridad y de los hechos delictivos que ocurrían a todas horas del día y que mantenían a la población en una zozobra constante.El entorno escolar no escapa de esta dinámica, por desgracia, la violencia está presente en la escuela e incide en la convivencia de nuestros estudiantes.
La violencia escolar no es privativa de comunidades pequeñas, pobres o marginadas, también se presenta en comunidades ricas y cosmopolitas. A la violencia escolar la podríamos definir como una condición por la cual un individuo viola la integridad física, social y/o psicológica de otra persona dentro del contexto escolar, obligándola a tomar decisiones contrarias a su voluntad.
En Venezuela el 79% de los estudiantes resuelven sus problemas con agresiones físicas; En Argentina más de la mitad de los alumnos manifestaron haber tenido actitudes violentas contra un compañero; el 20% de los estudiantes de entre 7 y 18 años son víctimas de la violencia en las escuelas de la Gran Bretaña; En Estados Unidos, Alemania, España y Japón este fenómeno de violencia entre los alumnos es parte de un debate en donde se buscan soluciones y alternativas para resolver el conflicto.
En México la violencia se encuentra incorporada en la vida de miles de alumnos cotidianamente, afectando su desempeño escolar; pero el hermetismo de las instituciones impide que se conozca a fondo lo que sucede al interior de los muros de la escuela; sin embargo, a lo largo del territorio nacional se manifiestan actitudes que son productos del poco éxito que ha tenido la educación en este problema.
Los factores que se identifican como causantes de la violencia son: desempleo, falta de alimento, pobreza, alcoholismo y drogadicción; los que se manifiestan a través de golpes y segregación. En ambientes en donde las relaciones familiares y escolares se caracterizan por ser violentas, van afectando a los niños en sus relaciones personales, en su autoestima, en la continuidad de los estudios y en la deserción escolar. Muchos profesores creen que han perdido autoridad ante sus alumnos, principalmente del nivel secundario, por la indisciplina en las aulas y dicen, que los alumnos no están motivados ni por las autoridades ni por los padres de familia; en cambio, hay otros docentes que practican el castigo como medida correctora de malas conductas, pero hasta la fecha, no ha comprobado que efectivamente se haya corregido a alguien.

El mayor número de violaciones quedan en la impunidad dentro de las escuelas, la razón, es que los docentes, directores e inspectores escolares no denuncian los hechos a las autoridades civiles; como lo manifiesta un maestro de Tecomán, Colima: “muchas de las veces a nosotros no nos piden que contemos lo que pasa en las escuelas, pero pasan muchas cosas, aunque parece que a nadie le importa” (Gómez Antonio, Educación 2001, pag. 38).
La violencia escolar debe ser enfrentada por los gobiernos federal, estatal, municipal, Sistema Educativo Estatal, docentes, padres de familia y sobre todo los alumnos para que ejerzan su derecho de la voz, estableciendo medidas preventivas, más que correctivas.
El estudio de la violencia debe servir para aplicar dinámicas que aporten la oportunidad de que las escuelas se conviertan en espacios que generen relaciones de convivencia. El problema es complejo, pero será peor si no hacemos nada.

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