¡Oh! La culpa, LASDROGAS

Por Natalia Cueto Salinas
Resulta que existe un mal que a todos nos aqueja, se llama LASDROGAS, y desde los primeros días de su administración, Calderón decidió declararles la guerra (lucha, Ud. dispense).

Esta lucha cuerpo a cuerpo contra los delincuentes responsables de trasportar y distribuir LASDROGAS, han causado al día de hoy cerca de 42,000 muertes mexicanas (34,612 según cifras oficiales al 31 de diciembre de 2010) en hechos violentos. Me pregunto cuando escucho esos términos, si la muerte de cualquier humano a manos de otro puede ser no catalogada como violenta, pero el punto es, que estos números no son para tomarse a la ligera y nos han llevado a muchos, poetas y no, víctimas y no, a levantar la voz y manifestar nuestro desacuerdo.








Suponiendo, como lo hago yo, que los analistas de la ONU que tan amablemente publican el Reporte Mundial de Drogas están en lo correcto, un kilogramo de cocaína colombiana por ejemplo, se vende aproximadamente en mayoreo a $2,198 USD. Al llegar a México vale ya $12,500 USD, al cruzar la frontera se vende al menudeo en $97,000 USD y al llegar a Europa ese mismo kilo de cocaína se coloca en $101,490 USD. Entonces, una sóla tonelada produce por su colocación en EUA, ganancias de $95.2 millones de dólares, teniendo como potencial consumo anual un aproximado de 88 toneladas… no se necesita ser un genio financiero para darse cuenta que el tamaño del mercado es tal, que las utilidades no solo alcanzan para comprar tierras, rutas, armas, políticos, policías, aduanales y demás involucrados en la cadena productiva de la preciada mercancía, sino que ofrecen a éstos mercaderes dinero que compense arriesgar su vida y la de nosotros.







Pero todavía más allá de eso, es cierto y hay estudios que lo demuestran, que LASDROGAS o al menos algunas de ellas como el Ecstasy, LSD y el Cannabis (Marihuana) entre otras, son por mucho, menos dañinas que drogas legales como el alcohol y el tabaco. En el caso particular de la marihuana inclusive, se ha comprobado su ayuda y buen empleo en muchos tratamientos médicos, además de un sin número usos (que en otra ocasión me gustaría detallar), que se le podrían dar al cannabis si NO fuera ilegal. Sin embargo, este mayo vimos y escuchamos desde Washington, DC a un Felipe Calderón embravecido a la vez que irónico, pidiendo coherencia a los gringos respecto a su política antidrogas ya que (y cito palabra por palabra): “Solo permitir una legislación que hable del uso ‘medicinal’ de la marihuana, cualquiera que eso sea, a mi me recuerda pues lo que en México es muy popular: el llamado ‘uso medicinal del Tequila’ ¿No? Si tienes gripa tomate un tequila. ¿No? ¿No? Si no te quita la gripa, se te olvida. ¿No?”







Exhibe mucho Calderón con éste tipo de declaraciones, pero a mi juicio lo más evidente es su desconocimiento absoluto e imperdonable respecto al uso general de LASDROGAS.







El pasado 15 de junio en Monterrey, el día más violento para la ciudad en lo que va del año, 30 muertos en total (entre colgados, quemados, descuartizados, decapitados y balaceados varios). Dejaron el cuerpo sin cabeza de una mujer al lado del kinder del Colegio Mexicano en la calle Dr. J. Luna Ayala y Av. San Jerónimo justo al lado de mis tacos de barbacoa de RES preferidos, los primeros que recuerdo, los que comía a escondidas en el kinder hace como 25 años cuando estudiaba en ese colegio. Y parecería frívolo pensar en tacos cuando partes de humanos están siendo regadas por mi ciudad, pero en verdad me afectó mucho.







Y vienen los reclamos, los gritos ahogados y las culpas. ¿De quién es la culpa? ¿De Calderón? Y yo no puedo decir que no, porque como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, decidió mandarnos a una guerra absurda y cruel, a una guerra inganable, por los motivos equivocados y que además ni siquiera es suya. Una guerra que ha sacado lo peor de todos los bandos y que de ninguna manera va a “acabar” con el problema de LASDROGAS. A los que como Calderón y García Luna no han entendido, que NO HAN ENTENDIDO, les digo que si, por su cerrazón, por su evidente desinformación y por sus decisiones o falta de ellas, él tiene la culpa.