lunes, 5 de diciembre de 2011

Palco de Prensa: Los “colas largas”

Por Gilberto Lavenant
En la política, y en la función pública en general, se recomienda no tener “cola que les pisen”. Bueno, podría alguien observar que los seres humanos no tienen cola, como muchos animales, afortunadamente.




Sin embargo, la voz popular equipara a muchos políticos con los roedores, esos animalitos de cuerpo pequeño y enorme cola, que suelen causar destrozos en todas partes, roen cuanto encuentran, algunas cosas para consumo propio y otras simplemente para causar daños.



Por eso, cuando un político llega a un puesto público, presumiendo que no existen constancias de que haya hecho cosas malas, a lo largo de su carrera política, es común que observe que “no tiene cola que le pisen”. Quizás no la cola, como la de los roedores, pero sí una “cola” imaginaria, formada por la larga lista de latrocinios, fallas y excesos.



Lo cierto es que casi todos los políticos tienen “cola”. Unos más “larga” que otros. El problema es que el sistema político mexicano, no lleva un registro de todas las irregularidades en que incurren los políticos, y como los mexicanos, la gran mayoría, son de corta memoria, pasado un tiempo se olvidan de los “pecados” cometidos.



Es un cantar presuntuoso, el de alcaldes, gobernadores e incluso Presidente de la República, que están empeñados en depurar las corporaciones policiacas, que han establecido rigorismos técnicos para sacar a los malos elementos policiacos. Que les aplican exámenes de confianza, el detector de mentiras, o como Leyzaola, la tortura directa, a fin de que se confiesen culpables.



Pero para nada hablan de la necesidad y posibilidad de aplicar el mismo rigor a los propios políticos. Estos entran y salen, de la función pública, y sus expedientes siempre están impecables. Ni siquiera por equivocación se les aplican los llamados exámenes de confianza. Muchos no los pasarían, sin duda alguna. Unos por falta de capacidad o experiencia en la materia o competencia del cargo al que son asignados y otros porque no llegan con la intención de servir a la sociedad, sino para servirse ellos mismos, para acumular riquezas mal habidas.



Incluso administrativamente. Todo empleado de gobierno, debe reunir cierto perfil, o sea ciertas características, que muestren que tiene los conocimientos o preparación profesional, para desempeñar las funciones del cargo que habrá de ocupar. No, los políticos mexicanos son todólogos. Ocupan, cuanto cargo les ofrezcan. Ni les preocupan los temas o materias. Para nada. Lo que importa es saber cuánto les van a pagar, aunque no lo devenguen.



Ahí tienen el caso del panista Oscar Vega, que atendía el área de Educación en el Gobierno Estatal. Su amigo Blake se lo llevó a la Secretaría de Gobernación para que funguiera como Oficial Mayor y hace unos días el relevo de Blake, Poiré, lo pone a cargo de la coordinación de seguridad pública del país. Lo más que ha de saber sobre seguridad pública, es lo que ha observado en las series de televisión estadounidenses.



Qué tan mal andamos, que siendo la inseguridad nacional, el principal problema que enfrentan los mexicanos, y se lo encargan a un indiviudo desconocedor de la materia. Absurdo, aberrante, censurable. Pero en fin, no se trata de hacer referencia a la especialidad de “todología”, en la que parece que hay muchos “expertos”, sino en los “colas largas”, que también abundan.



El caso del ahora exdirigente del PRI, Humberto Moreira, que siendo Gobernador de Coahuila, incrementó las deudas al gobierno de dicha entidad, de 184 millones de pesos, a 35 mil 457 millones, sin que nadie se lo impidiera, es un ejemplo de los “colas largas”, de nivel superior.



El problema es que aunque el maestro presumía no tener “cola” que le pisaran, cuando se la descubrieron, sus enemigos políticos se dieron gusto pisándosela, una y otra vez, muchas veces, hasta que lograron tumbarlo.



Los “colas largas”, tiernen enormes dificultades para avanzar en el terreno político, pues incluso hasta ellos mismos “se pisan la cola”, o en algunos casos, quienes la tienen “tan larga” se enredan o tropiezan con la misma y caen de bruces.



Un caso especial existe en Tijuana. Se llama Jorge Ramos Hernández y desempeñó el cargo de Alcalde del XIX Ayuntamiento de Tijuana. La “cola” de Jorgito es tan grande, sumamente grande, que su sucesor, Carlos Bustamante Anchondo, no ha podido verle el fin.



Le iniciaron un juicio político, por incumplir en el pago de cuotas al ISSSTECALI, no obstante que tenía el dinero para ello, pues además de que se trataba de retenciones que se hicieron a los sueldos de los trabajadores del gobierno municipal, en las arcas tenía recursos suficientes para cubrirlas. No lo hizo, por simple negligencia o quizás peor, por falta de voluntad política.



Ya se presentaron dos solicitudes más de juicio político.Uno por irregularidades detectadas en el manejo de los recursos del PIRE y otra más por haber permitido que se dispusiera de una calle, para la construcción del estacionamiento público, junto al Palacio Municipal, sin haberla desincorporado del dominio público. Está pendiente una más, esta por cuanto hace a la calidad de las obras del PIRE.



Como a Moreira, a Ramos Hernández le pisan y le pisan la “cola”, pero no se dá por aludido. Después de su “brillante” desempeño como Alcalde, ahora se quiere “sacrificar” como Senador. Los ciudadanos, y en especial los políticos, tienen la culpa de que abunden los “colas largas”. Parece que hace falta hacer trampas más grandes y efectivas.





gil_lavenants@hotmail.com

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