PLAYAS DE ROSARITO (AFN).- Un juez penal en Rosarito dictó orden de aprehensión en contra del todavía sacerdote de la Iglesia católica Raymundo Figueroa Pérez, el cual, sin embargo se presentó amparado a declarar por lo que fue dejado en libertad bajo fianza.
El Ministro, declaró la mañana de este sábado ante el Juez de la ciudad de Rosarito, Ramón Donaciano, quien le impuso una fianza de cinco mil pesos, en tanto se vence el término de 72 horas para determinar si gira el “auto de formal prisión” o de “soltura” en uno de los casos de las denuncias presentadas en su contra por la Arquidiócesis encabezada por el Arzobispo de Tijuana (de la que depende) Rafael Romo Muñoz, según confirmaron “fuentes” de la Procuraduría del Estado.
En lo que viene a ser el primer caso en la historia local, de un representante de la Iglesia Católica acusado por la propia Jerarquía, Figueroa se presentó esta mañana en el juzgado y salió bajo el pago de la fianza, que por el monto se deduce que corresponde a la acusación por falsedad de declaraciones, ya que los otros tres delitos de los que se le señala como responsable: dos de despojo y uno de retención de un bien, propiedad de la nación, se estima que no alcanzaría ese beneficio porque se trata de delitos graves.
El padre Figueroa era hasta hace poco, el párroco del Templo del Santísimo Sacramento en la ciudad de Rosarito, de donde fue destituido por reiterada desobediencia al Arzobispo y otras irregularidades. Llegó hasta esta situación, después de que la Arquidiócesis decidió actuar penalmente en su contra y denunciarlo por despojo, por haber azuzado a sus fieles para que tomaran el Templo del que se le destituyó, a fin de que no entrara un nuevo párroco.
Los delitos que enfrenta son: dos por despojo, uno por falsedad de declaraciones y uno más por retención indebida de un bien nacional.
Además, en lo religioso, su caso fue llevado ante el Vaticano al haber concluido su causa, en los Tribunales eclesiásticos locales, por lo que se espera que en breve surja una sentencia que lo despoja de su calidad de sacerdote de la Iglesia Católica, donde se le acusa entre otras cosas de “simonía” o sea: lucrar con los sacramentos.
El caso del padre Figueroa surgió a la luz pública cuando la Iglesia lo amonestó y decidió removerlo del Templo, por haber celebrado Misa, un domingo en que se decidió la cancelación pública de este sacramento por la alerta que existía sobre la Influenza AH1N1.
El religioso se quejó que se le castigaba por cumplir con su obligación, en tanto que el Arzobispo Romo Muñoz afirmó que eso fue la culminación de una serie de desobediencias e irregularidades que le descubrieron y en las que siguió incurriendo reiteradamente, sin atender los llamados de la Iglesia.
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