Por Teresa Gurza
SANTIAGO DE CHILE.- A un mes del terremoto de 8.8 grados de la madrugada del 27 de febrero destruyó el centro sur de Chile, pocos duermen bien en las áreas siniestradas por temor a las réplicas y a angustia causada por las pérdidas.
En el norte del país la gente estaba más tranquila, pero el 25 tembló en Antofagasta; y aunque fue de sólo 6.2 grados, la gente tiene miedo de que sea sólo un anticipo del megasismo que hace tiempo se viene pronosticando para esa zona. Los medicos han dicho que tanto miedo es perjudicial para la salud mental de la población; pero es poco lo que al respecto púede hacerse, porque vivir entre los escombros de la propia casa o en los cerros por temor al mar, no es fácil; sobre todo porque las noches son ya miuy frías y no se advierte la rapídez necesaria para que los 800 mil faminificados puedan contar con viviendas calientitas y cómodas antes del invierno. Todo eso repercute en que las farmacias se han quedado sin medicamentos como relajadores musculares, pastillas para dormir, o productos contra la hipertensión, ansiedad, nervios, tristeza; y si se quiere adquirir los de algunas marcas concretas, hay que dejarlos pagados por anticipado y luego recogerlos; y no siempre se cumple con el pedido. Sicólogos voluntarios que han ido a los pueblos arrasados han contado que la pena es tanta que en muchos campamentos imrpovisados hay lugares especiales para el llanto; sitios donde hombres y mujeres, sobre todo las mujeres puedan llorar sin que las vean los niños para no añadirles a ellos una carga mayor como sería la de ver llorar a las mamás, a la que ya tienen al haber perdido escuelas, juguetes y casas. Los médicos están tratando también en zonas siniestradas y en las que no, de que la gente pueda dormir; por la importancia del sueño para una vida sana, de calidad y feliz. Y es que el buen sueño es tan fundamental, que la Asociación Mundial de la Medicina del Sueño que en los últimos años ha tenido avances decisivos en diagnósticos y curaciones, le dedicó un día: el 19 de marzo. En apoyo de esa fecha que busca promover la prevención y el tratamiento de los trastornos del sueño, la Clínica Alemana de Santiago difundió una nota elaborada por la periodista María Eliana Thomas, en la que se establece que dormir mal o dormir en exceso tiene repercusiones importantes no sólo en aspectos de salud como son la memoria y el ánimo; sino también en el trabajo y la seguridad vial, entre muchos otros. Dormir mal o menos de seis horas en opinión del médico neurólogo Leonardo Serra, especialista en los trastornos del sueño, puede desarrollar hipertensión, diabetes, obesidad y otros males que a la larga se transforman en padecimientos crónicos. Y tener malos hábitos al acostarse, conduce a no descansar bien a dormir corto o fragmentado y como consecuencia, a la disminución en la atención y concentración; y en la capacidad de estar alerta, lo que incide en el aumento de accidentes de vehículos motorizados. Antes se pensaba que el insomnio era el peor de los padecimientos del sueño, pero ahora se sabe que hay varios más, como la apnea, el síndrome de piernas inquietas y la narcolepsia. Y casi todas las instituciones médicas del mundo civilizado, cuentan ahora con centros de sueño a cargo de equipos integrados por médicos de diversas disciplinas. En ellos los neurólogos, otorrinolaringólogos, siquiatras, cirujanos maxilofaciales, médicos broncopulmonares, y enfermeras estudian a los enfermos y los orientan para un mejor descanso nocturno. Y en caso necesario les dejan conectados unos aparatos que miden la frecuencia y profundidad del sueño, las respiraciones y las ondas cerebrales. Ellos aconsejan entre otras cosas para tener un sueño reparador, acostarse siempre a la misma hora; no tratar de dormir después de haber cenado y menos si se bebió alcohol; no tener la televisión en el dormitorio, ni ver programas de violencia; tener una buena postura al dormir; tratar de no discutir antes de irse a la cama; y hacer suaves ejercicios de relajación ya acostado.
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