miércoles, 22 de junio de 2011

Palco de Prensa: Presunto Culpable II

Por Gilberto Lavenant
Para quienes suponían que del asunto del arbitrario allanamiento a la vivienda y detención del empresario priísta Jorge Hank Rhon, surgiría una nueva versión de Presunto Culpable, la que se denominaría Presunto Culpable II y que descvribiría las fallas y excesos de la narcoguerra, se quedaron más que desconcertados y decepcionados.
Casi nadie, salvo los que le conocen perfectamente, se imaginaban que Hank fingiría indiferencia ante hechos tan indignantes, denigrantes y difamantes. Que lo tomaría a broma. Que actuaría, como si nada hubiese pasado.

Podría suponerse que se trataba de dos gemelos, en situaciones totalmente distintas. Uno, el de la detención, agobiado, humillado, sometido, mordiéndose los labios de coraje y frustración, por la salvajada sufrida. Otro, el de la entrevista, que aparentemente nunca pasó momentos difíciles, el que al parecer estaba ausente cuando allanaron su casa, el que reconoce como normales tales acciones que muchos calificaron de arbitrarias e injustificables.

Las numerosas expectativas y suposiciones planteadas en relación a tales hechos, a raíz de la liberación y frustrado proceso, se quedaron en simples especulaciones. Los cuestionamientos, no encontraron respuestas. Las verdades obvias y evidentes, quedaron en meros simulacros, en apreciaciones erróneas.

De nada sirvió que las decenas de periodistas, que acudieron a la anunciada conferencia de prensa, la primera y única, según advirtió, luego de recuperar su libertad, hicieran las preguntas más sarcásticas, agudas, incisivas.

A cada pregunta, una broma o una respuesta ligera, absurda e incongruente. Los periodistas se desesperaban. No había en las respuestas, la “noticia de 8 columnas” que esperaban llevar a las redacciones de sus medios.

Quizás una crítica severa contra la narcoguerra de Felipe Calderón.

Tal vez reclamos airados por haber denigrado y ofendido tanto a él como a su familia.

Lamentos y desahogo de frustraciones por el sometimiento y trato difamante.

Una descripción detallada, paso a paso, del arbitrario “madruguete”.

Datos y constancias, relativos a su cuerpo de seguridad, así como de las armas de estos, para desacreditar el supuesto acopio de armas.

El anuncio de una posible denuncia penal en contra los autores intelectuales y materiales del “hankazo”.

No hubo, en realidad, nada, de nada.

Los periodistas seguramente batallaron para utilizar un poco de algunas de sus expresiones. Incluso, para ello, deben haber recurrido a las interpretaciones.

Nadie esperaba que adoptaría la postura de “borrón y cuenta nueva”.

Nadie le creyó aquello de que “el que se enoja pierde”, porque, aunque lo negó, pueden jurar que pocas veces en la vida le han hecho enojar como le ocurrió con este asunto.

Tampoco le creyeron aquello de que le había dado la vuelta a la hoja. A una hoja, con tales barbaries, no se le dá la vuelta, tan fácilmente.

Tampoco resultó creíble, que no había leído nada sobre lo escrito respecto a su detención. Que no había visto las videograbaciones. Que su esposa no se lo permitió.

Si se revisan sus respuestas, y se cotejan con las expresiones de solidaridad y a la vez de repudio por su detención, se tendría que advertir que los manifestantes, que las setenta y tantas mil firmas de solidaridad, exageraron la nota. Que tuvieron una apreciación errónea y exagerada de los hechos.

Nadie agredió a Jorge Hank. Lo esposaron, porque excéntrico como es, quizó experimentar lo que sienten los capos de la mafia cuando los atrapan y someten. Seguramente eso ha de haber sido.

Nadie privó de su libertad al empresario. Simplemente le distinguieron como huésped distinguido de separos policiacos y judiciales. Quizás hoy, luego de sus comentarios, haya quienes no se intimiden ante la posibilidad de una detención. Descanso, horas de reflexión, comida calientita, dietética, frutas, paseos en avión, gratis. Nadie debe quejarse por ello. Al menos Hank no se quejó.

Es más que evidente, que este asunto no ha concluido. Las pretensiones oficiales de ponerlo tras las rejas, persisten. Hank, sabe y siente, que hay cosas mucho muy delicadas. Que las bromas expresadas, son una fcareta. Confiesa que sus abogados le prohibieron “soltar la lengua”. Que le recomendaron no andar de chismoso. Obviamente es de los pocos clientes que atienden las indicaciones de sus asesores.

No cabe duda que la pretendida versión de Presunto Culpable II, se quedó en la imaginación de quienes supusieron tantas cosas. Si surge por ahí alguna versión al respecto, seguro será una versión no autorizada por su protagonista principal.

gil_lavenants@hotmail.com

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