Por Gilberto Lavenant
Uno de los vicios más nocivos y detestables del sistema político mexicano, lo es el centralismo, tanto administrativo como político. Esa costumbre o herencia, monárquica o imperial, que consiste en dar instrucciones o designar gobernantes, en las tierras bajo dominio, favoreciendo a los amigotes o compadres, o a la parentela de estos, sin importar el sentir o parecer de los gobernados.
Se le llama centralismo, porque el gobierno dominante es el centro del que provienen las decisiones. En México, con tres niveles de gobierno, siendo el principal el federal, destacando principalmente el Ejecutivo, encabezado por el Presidente de la República, con residencia en la Ciudad de México, se tiene a éste como el centro y a sus decisiones como centralistas.
Distingue al centralismo, en especial en el caso de Baja California, que estando a 3 mil kilómetros de distancia del centro, las decisiones se toman sin tomar en cuenta la opinión de los llamados provincianos. Los gritos, los reclamos o los lamentos, como que no se alcanzan a escuchar a tan enorme distancia.
El llamado Siave o la restricción en el manejo de dólares, así como las limitantes para la importación de vehículos usados y tantas otras más, sumamente nocivas para la economía de los fronterizos, son claros ejemplos de las medidas centralistas.
El centralismo, también se dá en materia política o electoral, lo mismo en gobiernos panistas que priístas. En el gobierno calderonista, los panistas de Tijuana sufrieron la afrenta de la imposición de Carlitos Torres Torres, como candidato a Alcalde de Tijuana, por el simple hecho de ser ahijado de Presidente Calderón.
En los gobiernos priístas, uno de los casos más sonados del nefasto centralismo, lo fue la imposición del General Heremengildo Cuenca Díaz, como candidato a la gubernatura de Baja California, por el Presidente Luis Echeverría, en los últimos días de su gestión, a fines de 1976.
Se dice que el sucesor de Echeverría, López Portillo, se molestó severamente, pues planeaba recomendar para dicha posición a su amigo Roberto de la Madrid. Tuvo que contener su coraje, para no enfadar a su antecesor, ni enemistarse con el militar, con una enorme influencia política, pues además de haber sido Secretario de la Defensa, fue Senador por Baja California y reiteradamente manifestó sus aspìraciones por la gubernatura de ésta entidad.
La postulación de Cuenca Díaz, provocó un severo rechazo entre los priístas bajacalifornianos, no solamente porque fuese una imposición y por lo tanto una medida centralista, que frustraba las aspiraciones de muchos otros políticos, sino porque no aceptaban ser gobernados por un militar, de carácter recio y nada afín a los políticos locales.
En aquel entonces, muchos de los priístas inconformes, se manifestaron abiertamente en contra de Cuenca Díaz, arriesgando no solamente sus carreras políticas, sino incluso sus integridades físicas. Muchos de ellos, residente de Tijuana, integraron una organización que denominaron Agrupación Política de Baja California, cuya bandera principal fue el combatir el centralismo.
Contra la voluntad de sus opositores, Cuenca Díaz fue ungido como candidato oficial del partido tricolor a la gubernatura y emprendió su campaña, apoyado por pocos priístas, entre ellos el exalcalde Xicoténcatl Leyva Mortera. Fue una de las épocas más convulsionadas del priísmo bajacaliforniano.
Para bien, o para mal, según cada quien, la pesadilla de muchos priístas concluyó cuando el 17 de mayo de 1977 Cuenca Díaz falleció en Tijuana, en plena campaña política. Entonces, López Portillo estuvo en libertad de impulsar la candidatura de su amigo Roberto de la Madrid y las aguas del priísmo se calmaron.
El movimiento anticuenquista, perdió el objeto de su existencia y prácticamente se desvaneció. Los llamados apebecistas, guardaron sus “armas” y poco se volvió a saber de ellos como agrupación.
A mediados del 2010, quizás por la nostalgia por la lucha anticentralista de tres décadas atrás, cuando muchos de sus antiguos integrantes ya rebasan la tercera edad, deciden reintegrarse y recordar viejos anhelos. El 17 de noviembre de ese año, constituyen formalmente la APBC, bajo la modalidad de asociación civil, con residencia en Tijuana, afin al PRI, pero sin estar afiliada al tricolor, “para poder ofrecer crítica independiente y constructiva al partido”, según señalan en su portal de internet.
El sábado 3 de noviembre, a casi tres años de su constitución formal, asume la coordinación general de la APBC, la Lic. María de la Luz Ocaña Rodríguez, en un evento en el que se destacó la antigua bandera anticentralista. La nueva líder apebecista y el exalcalde tijuanense, René Treviño Arredondo, quien dió la bienvenida a los asistentes, recordaron la vieja lucha contra la imposición centralista de Cuenca Díaz.
Hablar de centralismo, en la víspera de la sucesión del 2013, cuando se ha dicho que las candidaturas priístas serán resueltas por el mexiquense Enrique Peña Nieto, cuando asuma la Presidencia de la República, parecen presagios de tormenta política entre los priístas.
Sobre todo, cuando corren versiones de que ante el dilema de decidir entre las dos fracciones priístas más fuertes hacia la gubernatura estatal, encabezadas, por una parte porf Jorge Hank Rhon, y por la otra Fernando Castro Trenti, y que inclinar la balanza hacia uno o el otro, podría ser catastrófico para el priísmo, suponen la aparición de un tercero en discordia. Los observadores políticos advierten que quizás por ello, los apebecistas se preparan para sacar las banderas anticentralistas, que enarbolaron hace casi 36 años.
gil_lavenants@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario