lunes, 20 de diciembre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* La UABC, S.A. de C.V.
Por Gilberto Lavenánt
Si bien es cierto que conforme al Estatuto General, la Universidad Autónoma de Baja California, es una institución de servicio público, descentralizada de la administración del Estado, dotada de plena autonomía, personalidad jurídica y patrimonio propios, conforme a la norma jurídica que regula su funcionamiento, la realidad es que, quienes la operan, controlan o someten, lo hacen con finalidades meramente mercantilistas, cual si fuese una sociedad mercantil.
Esto se ha puesto de manifiesto, durante el infructuoso proceso de renovación de rector. Para los 11 ¨notables¨ que integran la Junta de Gobierno, o al menos para los integrantes del llamado G6, encabezado por el exRector, Alejandro Mungaray Lagarda, que promueve la presunta candidatura de Felipe Cuamea Velazquez, Secretario General encargado de la Rectoría, y auspiciados, evidentemente, por el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, la UABC es una Sociedad Anónima de Capital Variable, en la que ellos son los ¨socios¨ o propietarios, y como tales, anteponen sus intereses personales o de grupo sobre el objeto social de la misma, que es el desarrollo de actividades docentes, de investigación y de extensión y difusión de la cultura, entre otras cosas.

Legalmente hablando, la UABC es una institución de derecho público, en la que independientemente de su autonomía, de gobierno, para elegir y remover libremente a sus autoridades, en lo académico, administrativo y normativo, su existencia y funcionamiento es de interés público.

¿Qué significa esto ?

Que con todo y su autonomía, la UABC es propiedad de todos los bajacalifornianos, de nacimiento o de simple residencia, y que quienes laboran al servicio de la misma, la dirigen o la administran, deben responder ante todos los bajacalifornianos, o en todo caso, se estará en el derecho de reclamarles e incluso de fincarles responsabilidades.

No implica violación a la autonomía universitaria, criticar las malévolas intenciones de sus funcionarios, su ineptitud en el desempeño de sus funciones y sobre todo, las violaciones en que incurren, a las normas universitarias más elementales, y que pretenden encubrirse en la pretendida autonomía, como si la UABC fuese de su propiedad exclusiva, y que quienes no laboran, ni estudian, en la misma, son meros intrusos. Qué equivocados están.

Sobre todo, si sus órganos internos, de gobierno y administración, no quieren, o no pueden, cumplir cabalmente con sus respectivas funciones y responsabilidades asignadas por las normas universitarias, o si éstas, siendo deficientes, obsoletas e incompletas, no las cumplen o respetan, o no promueven su reforma, actualización o modernización.

Y ún más, cuando no obstante su autonomía, al interior de la misma se han formado grupos de poder que la manipulan, someten y controlan, prácticamente a su antojo, precisamente como si fuese una empresa privada, en la que no se busca el bienestar social, sino el de algunos o la mayoría de los integrantes de esos grupos, enquistados en las estructuras de gobierno y administración.

En una empresa privada, de carácter mercantil, no importan los beneficios sociales, sino las ganancias individuales. En la UABC, bajo esta visión mercantilista, las ganancias consisten en privilegios para quienes la usufructúan, y logran repartir recursos económicos y materiales, principalmente empleos, para ellos mismos y sus allegados.

Para esos mercantilistas, lo académico pasa a segundo término. Lo importante para ellos es repartirse, como un botín, los recursos de la Máxima Casa de Estudios. En el 2010 la matrícula de la UABC ascendió a 43,461 alumnos, pero lo más atractivo, y que despìerta las codicias que originan la problemática que afronta actualmente, es su presupuesto. Para el 2011 será de 2,706 millones de pesos. Imaginen a cuántos compas, compadres, hermanos, hijos, sobrinos y demás, se les puede dar chamba y privilegios. Como dicen por ahí, sin que sea precisamente una justificación, en arca abierta, cualquiera peca.

Lamentablemente, al interior de la UABC, prolifera la ineptitud, la ignorancia, la mediocridad, la cobardía, la falta de liderazgo y por lo tanto de convocatoria. Salvo las críticas, señalamientos y cuestionamientos que se hacen a través del Observatorio Académico Universitario, no hay quien se atreva a mover un dedo, no hay quien se atreva a defender a su universidad, no hay quien esté dispuesto a combatir a los malos universitarios, a los mercantilistas.

Ahí está el caso del Presidente de la Junta de Gobierno, Luis Llorens Báez, quien luego de una nueva junta de este órgano colegiado, encargado de la designación del Rector, el viernes 17 de diciembre, en Tijuana, en el que volvieron a quedar 6 a 5, manifestó que ni él sabe qué pasará cuando Cuamea concluya su gestión como encargado el 6 de Enero del 2011, luego de un infructuoso proceso de casi 4 meses. Qué lástima.

Evidentemente la UABC, para que subsista, requiere de una limpia, y no precisamente con pirul, aunque si al nivel de un exorcismo. Expulsar de sus estructuras y de sus recintos a los Mungaray, Cuamea y compañía. Que hagan su escuelita, para que la manejen a su gusto e interés, pero que dejen la institución en manos de quienes sean universitarios de corazón y entiendan lo que es el interés público.

Esto lo deben hacer pronto, antes de que sea demasiado tarde.

gil_lavenant@hotmail.com

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