La democracia esta ligada a la calidad de vida en una ciudad: BST

TIJUANA.- Pocas ciudades en el mundo crecen con la rapidez y vigor que ha caracterizado a Tijuana en los últimos años, su ritmo de crecimiento urbano es de 2.25 hectáreas por día, según lo manifestó el Instituto Nacional de Vivienda (CONAVI) en abril de 2008.[1] Dicho crecimiento tiene muchos factores que lo han propiciado, sus repercusiones ante la falta de planeación urbana se expresa en diversas consecuencias sociales, de manera invariable repercuten directamente en la calidad de vida de los individuos. De esta manera, se han realizado fraccionamientos en zonas de alto riesgo, en algunos casos en complicidad con el mismo gobierno y en otros por omisión, pero en ambos casos, comparten responsabilidades.

Las clases sociales no han respetado cerros, ni cañadas, lo mismo se asientan ricos que pobres en lugares donde sus viviendas pueden sufrir daños por causas naturales. Las molestias por obras en vías de comunicación se han agudizado, en años recientes, los gobiernos panistas, han encontrado en la pavimentación una mina de oro para lucrar en términos millonarios, sin embargo la calidad de las obras, de sus materiales y de planeación son de mala calidad. Si bien resultan dañados los vehículos, lo más dañado es la noción de democracia, ya que solamente la calidad de vida es lo hace al verdadero ciudadano, al que disfruta de seguridad, ejerce sus derechos políticos y participa en los asuntos públicos de su ciudad para ponerle un alto a la impunidad y corrupción.



El gobierno municipal de Tijuana cuenta con el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN), una institución vanguardista, capaz de lograr el diseño urbano adecuado de una urbe imprescindible para el desarrollo del noroeste en México, sin embargo sus acciones han sido tibias, nulas, en temas de transporte, vivienda y vialidades. La ciudad ha sido enterrada por las obras de pavimentación, los daños urbanos se calculan en millones de metros cuadrados de pavimento para rescatar las banquetas, ya que el nivel de concreto nunca removió la carpeta asfáltica ni contempló los pluviales. Corrupción en su máxima expresión de impunidad y falta de cariño a la ciudad.



Un aspecto importante a considerar, es la demanda de vivienda, en este aspecto, durante la administración del gobernador Eugenio Elorduy Walther y en lo que va de la actual con José Guadalupe Osuna Millán, aparecieron zonas urbanas, como Santa Fe y las unidades habitacionales asentadas en las inmediaciones del Cañón de Sainz, no quedan exentos los alcaldes. Las viviendas son construidas en pocos metros de frente, menos de cinco para cada familia, en el caso de las casas Urbi Villa del Prado, los nuevos propietarios pagan predial, sin embargo el ayuntamiento no presta servicio de recolección de basura ni de alumbrado público, los ciudadanos tienen que pagar de su bolsa por los servicios. Existen síntomas de pobreza, lo que obliga a tirar la basura en lotes baldíos, en donde pueden, causando daños al medio ambiente y a su propia salud.



La población propietaria es de clase trabajadora, en los más de los casos, su edad máxima es de cuarenta y cinco años, con hijos menores, en otros casos no hay abuelos bajo un mismo techo, los menores en cinco años tendrán nuevas demandas sociales, entre ellos espacios recreativos y culturales. Aunado a ello, no se cuenta con espacios para escuelas secundarias, las primarias en los próximos tres años tendrán saturación en los grados básicos. El abandono social y la explotación del ciudadano, que ha quedado como cliente cautivo, es un hecho que solamente se explica en términos de corrupción entre gobierno y empresa. Políticamente la gente pide soluciones sociales.



De acuerdo al mismo IMPLAN, la población de 1’382,937 que tenía Tijuana en el año 2003, se duplicará para el 2025, llegando a una cifra estimada de 2’950,133. Si bien es un fenómeno propio de la sociología urbana, la solución de los problemas sociales como la conurbación con Rosarito, Tecate y San Diego, además de la generación de empleos, son temas complejos que están en manos de los políticos resolverlos, un primer paso es generar calidad de vida, es responsabilidad de los nuevos gobernantes rescatar la prestación de servicios públicos a que esta obligado el municipio, pero es responsabilidad única del ciudadano, a quién elige en las próximas elecciones.