domingo, 20 de junio de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* El escándalo
Por Gilberto Lavenánt
El asunto del llamado “padre desobediente”, Raymundo Figueroa Pérez, de la parroquia Santísimo Sacramento, en Playas de Rosarito, que se ha prolongado durante más de un año, está llegando a límites del escándalo.

Es lamentable, que señores de sotana, que se dedican a pregonar la fé en Dios, rivalicen como seres comúnes y corrientes, poniendo entre dicho no solo las leyes divinas, sino además olvidando que aquí en la tierra, la conducta de los individuos son reguladas por leyes positivas, creadas por los humanos, independientemente de las creencias religiosas de cada quien.

Y está de más tratar de discutir cuestiones religiosas o hablar de divinidades, respecto de las que supuestamente los protagonistas son expertos en la materia, pues aunque esté en disputa un edificio religioso y se cuestione el alcance de la autoridad de la jerarquía ecleciástica, así como la facultad de un individuo para ejercer como presbítero, es evidente que las leyes divinas no norman las conductas de los actores, o al menos al llamado “padre desobediente” ya se le olvidaron sus conocimientos teológicos y su instrucción católica.

En tales condiciones, éste conflicto deberá resolverse por la vía de la ley del hombre, aplicable al caso, cuyo conocimiento definitivamente les es ajeno y por lo tanto deben consultar a profesionales del derecho. Porque obviamente están actuando mal. Ambas partes.

Lo de la facultad para representar a la iglesia católica y para ejercer el culto religioso, para oficiar misas y demás actos del ramo, por una parte, y la desobediencia ante las instrucciones de la jerarquía ecleciástica, es algo que tarde que temprano habrá de resolverse a la luz del derecho canónico. Raymundo Figueroa ya tiene suspendidas sus facultades para ello. Cuando desde Roma llegue la disposición que implique su expulsión de la iglesia católica, pasará a ser un ciudadano común y corriente. Incluso en estos momentos es un simple ciudadano, ante la suspensión que se decretó en su contra.

Por la otra parte, está el uso de bienes inmuebles destinados a actividades religiosas. En el caso del edificio en el que ejerce Figueroa, es propiedad del Gobierno Federal, y éste, por conducto de la Secretaria de Gobernación, ya lo ha cuestionado sobre sus facultades o derechos para ocupar o utilizarlo, en tanto que no es el destinatario para ello.

Para entender un poco más al respecto, cabe observar que debido a que la iglesia en general no era considerada como persona en derecho, en México, o sea no tenia derechos ni obligaciones, ésta no podía tener propiedades, y por lo tanto todos los bienes, tanto muebles como inmuebles, destinados a actividades religiosas, son propiedad de la Nación, o sea del gobierno federal, y la institución religiosa a cargo de los mismos, prácticamente solo tiene el papel de inquilina. Comodataria, es la figura o denominación jurídica correcta.

Así es que el llamado “padre desobediente”, carece de facultades para ocupar o utilizar el edificio e instalaciones de la parroquia Santísimo Sacramento, en Playas de Rosarito, y en tales condiciones tarde que temprano podrá ser desalojado. Incluso hasta con el uso de la fuerza pública.

Lo delicado es que todo indica que la jerarquía católica, representada por el Arzobispo Rafael Romo Muñoz, obviamente desconocedor de las cuestiones legales, está recurriendo a acciones de hecho, más que de derecho, para intentar sacudirse a Figueroa Pérez.

Así lo evidencia el que se haya registrado una incursión en la citada parroquia, al parecer por presuntos representantes de la Arquidiocis, acompañados de policías municipales de Playas de Rosarito, sustrayendo documentos importantes. Esto es delicado. Sumamente delicado. Estos hechos pueden ser materia de una denuncia penal y ahí las leyes divinas, no rigen.

Además, tales actos, totalmente al márgen de la ley, y dado el apasionamiento de los seguidores de Figueroa, pueden provocar hechos violentos y lamentablemente escandalosos, en los que más de uno aparecería involucrado, tanto como autores materiales, o bien como autores intelectuales. Entre ellos el propio Arzobispo Romo Muñoz, lo que además del escándalo, sería lesivo para la imágen y autoridad de la iglesia católica.

En México no está permitido hacerse justicia por propia mano y aunque hacer valer la ley, la ley del hombre, por supuesto, es lento y tortuoso, no hay otro camino, cuando la ley divina no rige, irónicamente, a los hombres de sotana.

Dicho con todo respeto, el “padre desobediente”, podrá “decir misa”, pero si la ley divina no rige su conducta, sin duda alguna mucho menos la ley del hombre, y con tales actitudes no formará creyentes, sino hombres de poca o nula fé.

Al Arzobispo Romo Muñoz, solo habría que sugerirle que si no conoce la ley del hombre, que consulte. Que no se arriesgue, ni se exhiba, actuando al márgen de la ley. Que tenga fé en la justicia humana, como se supone que la tiene en la divina, pues aunque tiene muchas fallas y suele ser ciega y torpe, como hombre de fé, debe seguir pensando en que tarde que temprano prevalecerá la razón y el derecho.

gil_lavenant@hotmail.com

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