sábado, 8 de mayo de 2010
COLUMNA: Palco de Prensa
* El complot
Por Gilberto Lavenant
Ya se empezó a revelar el complot que se está preparando : responsabilizar a la CESPT, Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana, del severo deslizamiento de tierra ocurrido en el Fraccionamiento Laderas de Monterrey, para que pague los daños.
No se sabe de quien fue esta ideota –aunque el autor lo es mucho más- pero se está dando. Por ello ya empezaron algunos damnificados a soltar la versión de que durante varios días previos al deslave, observaron grandes fugas de agua -parecian ríos, dicen- y que no obstante que avisaron oportunamente a la CESPT, nadie de esta institución hizo nada para atender los llamados. Algo burdo, totalmente burdo. Sin duda alguna.
Una fuga de agua del tamaño o dimensión capaz de provocar los destrozos registrados en esa zona, hubiese sido detectada o percibida por muchos. En especial el propietario del fraccionamiento, el tristemente célebre Roberto Curiel. Hubiese puesto el grito en el cielo. El Senador panista Alejandro González Alcocer, hubiese sido otro de los influyentes que reclamaría fusilamiento para los directivos de la CESPT, en tal caso.
Aunque las fugas de agua las hubo, eso es cierto, pero fueron a consecuencia del asentamiento o deslizamiento de tierra y no este como consecuencia de las fugas. Con tal desplazamiento de terreno, toda infraestructura se fractura. Las tuberías de agua, aunque sean de grandes dimensiones, llegan a quebrarse y liberan grandes cantidades del vital líquido.
Pero en este caso concreto, ya hay demasiada información y han surgido voces autorizadas que han dejado en claro que se trata de terreno de alto riesgo, en el que concluyeron los compadrazgos, la corrupción y la negligencia.
Ya antes del deslizamiento, este que destruyó la “casita” de González Alcocer, se habían registrado otros, que advertían los riesgos. Aunque nadie fue capaz de tomar decisiones o de hacer un señalamiento enérgico, para actuar oportunamente. Hoy los lamentos salen sobrando.
En las diversas dependencias municipales o estatales, que tienen relación con este asunto, hay antecedentes que revelan la corrupción que rodea a este caso. Que muestran perfectamente que es consecuencia lógica, normal, de atentar contra la naturaleza, pasando por alto las más elementales recomendaciones técnicas. El “desarrollador fantástico” lo único que quería era hacer dinero. Y lo hizo. Ahora que pague las consecuencias.
Pero que no salgan con que la CESPT pague los “platos rotos”. No es por ahí. No se vale.
Y esto, que quede claro, no es por defender a la CESPT, que el organismo debe tener sus abogados que le defiendan en caso de reclamaciones legales.
La cuestión es que si la CESPT paga los daños, o es obligada a pagarlos, sin ser la responsable de ello, quienes en realidad van a pagar son todos los tijuanenses, vía incrementos en los costos de los servicios que proporciona dicho organismo. Y eso no se vale. Como el asunto de la quiebra de los bancos y el FOBAPROA.
Si la CESPT paga, debido a lo cuantioso de los daños, sin duda alguna se suspenderán o pospondrán los proyectos de ampliación y fortalecimiento de la infraestructura hidráulica de Tijuana. Todo, por actos de corrupción de particulares y políticos, protagonistas de lo que dió origen a este serio problema urbano y social.
Si la CESPT paga, y los tijuanenses lo permiten o toleran, estarán siendo complices de esos actos de corrupción en los que muchos otros obtuvieron beneficios, jugosos beneficios.
Por ello, hay que estar pendientes de que el complot, en tal sentido, no siga adelante. Quizás por ello fue el enorme interés de funcionarios estatales y municipales en este asunto. Ya se advertía esto desde un principio. Tratar de encubrir a los verdaderos responsables. Ayudarles a eludir responsabilidades. Sobre todo, liberarlos de la obligación de pagar los daños.
Por eso surgió la ideota –idea grande, pues, pero exageradamente desproporcionada y absurda- y de ahí el complot para responsabilizar a la CESPT. Sobre aviso, no hay engaño.
gil_lavenant@hotmail.com
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