Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ.
Ahogada la queja
En la garganta angustiada
Los ojos escudriñan, nerviosos
Esa oscuridad atenazante
Que incuban el miedo
Paralizante por los
Signos ominosos
Del sacrificio del hombre
En el Sanctus Sanctórum
De la ambición y la rapiña
Ahogada la queja
En la amnesia resignada
Secuestradora de esperanzas
Frente a los ruidos
Tan desconocidos
Jamás oídos
El cuerpo se acomoda
Buscando la protección fetal
Ahogada la queja
Cegados por la oscuridad
El razonamiento se pierde
Sin ver que no es el viento
Con sus heraldos de muerte
Ese ruido que escuchamos
Sino que es algo inusitado
¡Es el hombre que amanece!
Se reencuentra en su Divinidad
Destruyéndose los eunucos
Por su temor a la Libertad
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