Por Gilberto Lavenant
Como al estilo de los años 60´s en que los hippies deambulaban con la bandera de : “Amor y paz”, y pregonaban la consigna : Haz el amor, no la guerra, ha surgido entre los políticos mexicanos una corriente, movimiento o moda, en el que ponen como punta de lanza de sus proyectos políticos, al amor.Esto, ha causado desconcierto. Sin duda alguna. Parecen más ministros religiosos, que políticos. ¿Cómo creer que los políticos sean realmente amorosos, si para ellos sus reglas de conducta son el egoísmo, la soberbia ? Primero son ellos, luego sus grupos o tribus políticas, después sus organizaciones partidistas y finalmente, en último lugar, posiblemente les quede algo de tiempo para pensar en los demás.
Quien está a la cabeza de esa moda sesentera, es nada más y nada menos que el precandidato de los partidos de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, quien bajo esta tónica habla de que no solo ha cambiado su discurso político, sino su forma de hacer política, pues ya no quiere rivalidades o controversias, que ahora está dispuesto a reconciliarse con todo mundo. Incluso con Carlos Salinas de Gortari, a quien durante mucho tiempo refirió simplemente como el innombrable, como si estuviese hablando del mismísimo demonio.
Hasta los seguidores de Andrés Manuel andan con esta onda amorosa, quienes hacen suyo el proyecto de crear una república amorosa, y advierten se trata de reivindicar el amor y la fraternidad como punto central de la vida política del país.
Explican que se trata de retomar los espacios públicos, contrarrestar el odio y la violencia que dominan al país, e impulsar la reconstrucción del tejido social, no sólo a través del amor en abstracto, sino también al mejorar las condiciones de vida de la gente y terminar con las desigualdades sociales y económicas.
Dicen, que no se pretende que esto se convierta solo en actos de ingenuidad o de imagen, porque se trata de que se dé cumplimiento a las necesidades de la gente. Así mismo, que se termine con la guerra contra el narcotráfico, pero no sólo diciendo amor y paz, sino apoyando a todas las clases sociales.
En días pasados, el propio López Obrador anunció que a mediados de enero del 2012 presentará el proyecto de lo que ha llamado : “República Amorosa”. Dijo que esto se basa en el hecho de que la gente reclama un cambio, pero por la vía pacífica, por la vía electoral.
Para nadie ha pasado desaparcibido el cambio de tono o nivel del discurso del “peje”. Pero no todos creen que sea sincero. Una columnista del periódico capitalino “El Universal”, al referirse a la “República Amorosa”, dice que : “…El problema no es el amor. Lo difícil de digerir es la melcocha”.
Refiere el reencuentro de Andrés Manuel con televisa, que presume una reconciliación con dicha empresa, pero advierte que “…la reconversión hacia el amor y la paz viene de tiempo atrás” y entonces cuestiona : “ ¿Estrategia?, ¿simulación?, ¿Convencimiento? Sugiero que concedamos el beneficio de la duda, que con el amor no se juega, decía mi abuelita”.
Por cierto, pone de ejemplo de esta supuesta búsqueda del amor, como cambio en las formas de relaciones entre los individuos, la campaña publicitaria que recientemente provocó un escándalo mundial, con una serie de fotomontajes en donde aparecían los principales líderes políticos y religiosos besándose en la boca, pretendiendo mostrar que esa debe ser la estretagia a seguir, para salir de estas crisis que agobian : hacer el amor, no la guerra.
Esta columnista, Gabriela Warkentin, Licenciada en Comunicación de la Universidad Iberoamericana, con estudios de postgrado en Literatura Comparada, cuando comenta sobre Andrés Manuel y su República Amorosa, dice que tal vez en México lo que se necesita es que se besen más de dos.
Observa que en el discurso de López Obrador, como en el de buena parte de la clase política mexicana, no hay un reconocimiento de la existencia del otro, sino que prevalece la lectura paternalista de quienes se asumen poseedores de las verdades y desean amar al pueblo bueno, pero bajo su propia óptica.
La columnista propone una buena campaña de besos, a nivel nacional, y sugiere nombrar duplas, parejas, pues, semejantes a la campaña del escándalo.
Esta epidemia de la “política amorosa”, ya llegó a Baja California. Como prueba de ello, cabe observar que el pasado sábado, el Senador Fernando Castro Trenti, en el evento relativo a su informe de labores, en el Audiutorio Municipal de Tijuana, refiriéndose al Alcalde Carlos Bustamante, ahí presente, en un acto de evidente reconciliación, le dijo públicamente : “le doy mi corazón”.
Y no solo entre los priístas pasa esto. El panista Cuauhtémoc Cardona, Secretario General de Gobierno del Estado, dijo este fin de semana, que la propuesta de su partido, ante la contienda electoral del 2012, es la de apostarse a sí mismo y pasar del imperio del odio a la política amorosa.
Habría que preguntar : ¿Qué bicho les picó a los políticos ?, ¿Será amor del bueno o de telenovela? Sólo falta ver que se saluden de beso en la mejilla y algo más.
Pero hay que advertirles que los electores, los ciudadanos, más que políticos amorosos, lo que reclaman es respeto, eficiencia, honestidad, atención. El amor político, no es verdadero amor, sólo interés. Después de los comicios, ni arrumacos, ni besitos.
gil_lavenants@hotmail.com
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