sábado, 9 de octubre de 2010

En Visperas

Por Teresa Gurza
Se acerca la hora del rescate de los 33 mineros que permanecen desde el 15 de agosto atrapados 700 metros bajo tierra y piedras del yacimiento San José, en el norte de Chile.
El gobierno fijó la noche del 12 de octubre como Día D, para iniciar la bajada de cápsulas que los sacarán de la profundidad de la tierra para depositarlos en la superficie.



Los estarán esperando sus familias y los presidentes de Chile y Bolivia, Sebastián Piñera y Evo Morales; porque hay un boliviano entre ellos.



Las cápsulas serán izadas por una grúa; que se calcula tardará alrededor de media hora en subir a cada persona.



Se han hecho ya, simulacros para que todo salga como se ha previsto; y para que este rescate, que se inició hace dos meses y ha costado más de 41 millones de dólares, culmine con todos los mineros vivos y en las mejores condiciones.



Están listos el hospital de campaña donde pasarán las primeras horas; y dos helicópteros para trasladarlos al hospital de Curicó donde permanecerán 48 horas aislados de la luz y sin beber una gota de alcohol.



Más de dos mil representantes de la prensa internacional y chilena, están viviendo y trabajando en casas rodantes; y a través de videos enviados al refugio, se ha preparado a los mineros a lidiar con preguntas duras.



Ingenieros, técnicos, buzos, marinos y mineros encabezados por el ingeniero en jefe de la operación André Sougarret, son las 350 personas las que tienen a cargo la fase final del rescate; pero sólo 12, participarán directamente en el ascenso tras proporcionar a los atrapados medicamentos y sueros.



El mero día ayunarán ocho horas, para no tener vómitos; y usarán lentes especiales para evitar que los perjudique la luz del sol que no han visto durante más de dos meses.

Subirán primero los más capaces para solucionar cualquier problema que pudiera surgir; después los débiles, de mayor edad, o que con peligro de sufrir crisis dentro de las cápsulas; y por último los más fuertes seguidos, de los rescatistas que bajarán a explicarles el proceso de rescate.

Cada minero irá resguardado con un arnés; pero lo más problemático es la medida de los hombros, que en algunos llega a 50 centímetros; porque la cápsula tiene sólo 53 de diámetro.

Una vez en la cápsula, se les colocará un medidor de frecuencia cardíaca; y se les administrará oxígeno, a través de cánulas en los orificios nasales.

Durante su viaje a la superficie, los mineros podrán comunicarse con el exterior con un micrófono; y un parlante les permitirá sentirse acompañados.

Ante la eventualidad de que la cabina quede atascada, el minero podrá jalar un gancho para descender nuevamente a la mina, a la espera de la reparación y nuevo ascenso.

Los familiares también se preparan para el encuentro; muchos han permanecido arriba de la mina desde que se dio la alarma del derrumbe que sepultó a sus esposos o hijos; y varias esposas ensayan nuevos peinados.

Para resguardar su privacidad sólo dos familiares por cada atrapado, podrán verlos en las primeras horas; y eso ocurrirá después de que en el hospital de campaña, les chequen los signos vitales.

Increíble que todo esto que parece de ciencia ficción, esté sucediendo en el mismo sitio donde tras 17 días enterrados, alguien se percató de que la punta del tubo que hacía el sondaje tenía una mancha de pintura roja de la que pendía una bolsa con un arrugado papel que resumía “Estamos bien en el refugio los 33”.

Se instaló ahí entonces, el Campamento Esperanza; donde incluso se han dado clases a los hijos y nietos de los atrapados para que no pierdan el año escolar; y hay un payaso que los entretiene para aliviar tensiones.



Y mientras a los atrapados les esperan bebés que han nacido en su ausencia, millones de pesos, fama, y viajes, el ministro de Minería Laurece Golborne, quien se jugó por rescatarlos y ha acompañado a sus familias en las buenas y en las malas, dio un espectacular salto en las encuestas, perfilándose como el político chileno con más futuro.



Total que todo es felicidad; pero como nada es perfecto, tres o cuatro mineros están seguramente sufriendo; porque para sorpresa de sus esposas, han llegado a la mina otras mujeres reclamando derechos; y en cuanto salgan, tendrán que enfrentar la situación.

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