jueves, 2 de septiembre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Los “hilos gordos”…
Por Gilberto Lavenánt

Para un priísta, la expulsión de su partido, por actos de traición, es algo así como la muerte. La muerte política. Horrenda condición, para el expulsado, sobre todo en estos momentos en que parece que se aclara el panorama para el priísmo y propios y extraños vaticinan su regreso a la Presidencia de la República en el 2012 y de ahí el regreso a la gubernatura estatal de Baja California, en el 2013.

Conscientes de lo que esto significa, y evidentemente haciendo valer afanes de venganza, algunos priístas consideran oportuno darle un empujoncito a la diputada local Edna Mireya Pérez Corona, para expulsarla del PRI, por la traición partidista en que incurrió al votar al lado de la bancada panista en el Congreso del Estado y que le permitió sacar adelante la propuesta de reforma constitucional relativa al Poder Judicial del Estado.

Pero el objetivo no es precisamente la jóven legisladora, autora material de la llamada traición, sino quienes aparentemente aparecen como sus padrinos, patrocinadores o guías, el exAlcalde Jorge Hank Rhon y el auxiliar de este, Mario Madrigal Magaña, exPresidente estatal del PRI en Baja California.

El que se atreve a “lanzar la primera piedra”, en torno a este asunto, y se pronuncia por la expulsión de Edna, Hank y Madrigal, lo es Claudio Burguin, Coordinador del grupo político Lázaro Cárdenas, filial del Partido Revolucionario Institucional, quien dijo que en la reunión del martes pasado, decidieron hacer esta petición a la dirigencia estatal priísta y la decisión deberá ser tomada por la comisión nacional de justicia del CEN del PRI.

El asunto no es poca cosa. No para los priístas, pues por una parte la mayoría considera gravísima la falta en que incurrió la legisladora, pero también reconocen que la expulsión de las filas partidistas, es solamente un fantasma que pocas veces se hace ralidad y que en este caso, resulta casi de imposible aplicación, no tanto por Edna, o por Mario, sino por Jorge Hank, uno de los prospectos más fuertes del priísmo para contender por la gubernatura estatal en el 2013. Si lo expulsaran, los priístas se quedarían sin una de sus más fuertes cartas, que incluso podría optar por abrigarse bajo otras siglas partidistas y entonces sí que estarían en serios apuros.

Quizás, ante el enojo y frustración, cuando se suscitaba la traición partidista en la legislatura estatal y al ver que no pudieron evitar que Edna Mireya ingresara al recinto del Congreso del Estado, con la evidente intención de sumarse a los votos panistas, la dirigencia priísta soltó la versión de la posible expulsión de la legisladora. Solo que del dicho al hecho, hay mucho trecho.

Por cierto, días antes, René Mendívil, dirigente estatal priísta, había anunciado que estaba por iniciarse la expulsión de quienes en el proceso electoral del presente año, que culminó con los comicios del pasado 4 de julio, traicionaron al PRI, manifestando su apoyo a candidatos panistas y se citó nombres como los de Carlos Guzmán, suplente de Eligio Valencia Roque en la regiduría, en el Ayuntamiento de Tijuana, y Oscar Morales, líder de los taxis amarillos, como ejemplos de los candidatos para recibir dicho castigo.

Pero no es lo mismo Hank que Guzmán o Morales. No hay comparación alguna. Incluso quizás el PRI pueda prescindir de Mario Madrigal y de Edna Pérez, pero no del dueño de Caliente. Sobre todo, porque además del poder económico de este, y de sus pretensiones políticas para el 2013, se sabe de su cercanía con el cuasi candidato priísta a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. Así es que no es nada fácil el tomar una decisión de este tipo.

La única fórmula para resolver este conflicto, lo es darle tiempo al tiempo. El tiempo que lo cura casi todo, sería el método ideal. Pasado el tiempo, cuando ya el malestar o el coraje por la traición, hayan desaparecido, los priístas ni se acordarán del disgusto y quizás hasta los acusadores de hoy, sean los principales aplaudidores del mañana, en caso de que Hank sea postulado candidato del PRI a la gubernatura. Entonces, no le notarán ningún defecto. Será el hombre perfecto. El mejor priísta de Baja California. El hombre que necesitará el PRI para recuperar la gubernatura. Todo, según los priístas. Ya lo veremos.

¿Y qué pasará con la legisladora que hoy es acusada de traidora? Pues cuando ya hayan olvidado el desliz en que incurrió, seguro dirán que fue acertada su decisión, que su voto fue valioso para salvar la integridad del poder judicial de Baja California e incluso le harán reconocimientos.

Así es la política. Por algo se dice que es el arte de comer estiércol, sin hacer gestos. Para quienes se estaban frotando las manos, en espera de que iniciaran las expulsiones de priístas, pues deberán seguir esperando. La “Ley de Hilados y Tejidos” advierte que “el hilo se revienta por lo más delgado”, pero en este caso no se trata precisamente de un hilo delgado y además, está “caliente”. Los “hilos gordos”, difícilmente se revientan.

gil_lavenant@hotmail.com

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