Por Teresa Gurza
Lo sospechaba, pero los últimos días confirmé que muchos de losfuncionarios panistas del gobierno federal se expresan en un idioma rarísimo; sin nada que ver con el de los mexicanos comunes.
Pero me queda todavía la duda, de si se autoconvencen de lo que dicen, aunque eso se contradiga con lo que hacen. O si lo que sucede, es que son cínicos a los que nada importa. Podríamos empezar con la desmedida sarta de elogios lanzada por el presidente Calderón, para aceptar las “renuncias” del secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont y de la encargada de la oficina de la presidencia, Patricia Flores. Cuando empezó su carga de alabanzas hacía la labor y personalidad de quienes estaba echando, pensé que de plano los periodistas nos habíamos equivocado; y de lo que se trataba era de ratificarlos en el cargo. Que no era un adiós, sino un “evento” para subirles la moral y que no les hicieran mella las filtraciones de Los Pinos, anunciando su cese. Unos segundos más tarde, al oír la bienvenida de Calderón a los nuevos responsables de ambas dependencias, todo me quedó claro porque les ordenaba hacer lo que habían omitido o hecho mal los despedidos; que por tanto, no devengaron sus altos salarios y privilegios. Increíbles son así mismo, las declaraciones del renunciado Max Cortázar; un tipo que no fue capaz de “posicionar” al gobierno de Calderón pese a los recursos con los que contaba; y que ahora dice como si nada, que su meta es “reposicionar” la imagen del PAN. Otro empleado gubernamental con autoestima tan alta que le altera la visión de las cosas, es José Manuel Villalpando coordinador ejecutivo de los festejos del bicentenario y repartidor de las lanas que a eso y a llenar bolsillos propios y cercanos se ha destinado. En un país pobre y desigual como es México, Villalpando se ha dedicado a defender en los medios de comunicación los costos de casi tres mil millones de pesos destinados a conmemorar estas fiestas, diciendo que no se trata de “un derroche, sino de una muestra de lo que somos capaces de hacer”. Engolosinado con sus palabras, le dijo a Alonso Urrutia de La Jornada que “en México somos capaces de crear cosas verdaderamente fantásticas… porque hay talento, buena fe, voluntad, conocimiento, creatividad”. Según Villapando gastar tan a lo tonto tanto dinero, servirá para mostrar al mundo “lo que somos capaces de hacer; y sin juzgar si el dinero destinado a esos festejos, es mucho o poco. Yo no lo vería en función de cantidades, sino en función de la ocasión única e irrepetible que vamos a vivir, que no volverá a suceder hasta dentro de 100 años”. Y pretendiendo zafarse de futuros problemas, indicó que si las cantidades han ido subiendo no es responsabilidad suya, porque él ha ido informando cada vez que sufren cambios. Antes en entrevista con Reforma Villalpando dijo que la crítica no lo afecta, porque la envidia es algo muy mexicano; y que lo que se gastará en los festejos es poco, frente a los muchos millones de pesos que hay en el presupuesto nacional. Lo que le parece tan maravilloso, no lo es; y significará a un país empobrecido y lleno de pobres como el nuestro, millones y millones de pesos despilfarrados. Tiene razón el periodista Jacobo Zabluvosky, que en su pasada columna de El Universal escribe que frente al incendio del circo, “el dueño en vez de salvar a los enanos vende boletos para la siguiente función” Aclarando que “el símil con el gobierno mexicano no es justo porque los dueños saben dirigir sus circos, menester difícil si los hay, mientras que a nuestro gobierno se le hace bolas el engrudo y en medio del desbarajuste prepara los eventos más disparatados y costosos dizque para celebrar las fechas patrias”. Concluye advirtiendo “que es hora de detener el gasto ofensivo y el espectáculo que no por ser grandote deja de ser chafa; y que México no merece esta agresión artera”. Y menos cuando el país está inmerso en inundaciones, muertes, narcos y decenas de millones de mexicanos que por esas causas lo han perdido todo; y para cuyas necesidades, el Presidente dice que no hay dinero.
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