domingo, 25 de julio de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* El divorcio político
Por Gilberto Lavenánt

Es interesante ver cómo una pareja, que durante el noviazgo parecen uno solo –lo mío es tuyo, lo tuyo es mío- llega un momento en que ya no se toleran y surge el egoísmo en ambos, en toda su expresión, al grado de que no están dispuestos a conceder, ni perdonar, nada, el uno al otro, y visceversa. Y entonces, la miel se convierte en hiel, y antes que otra cosa suceda, pues el divorcio, la separación, resulta inevitable.

Más o menos es lo que está pasando entre la gente del Partido Acción Nacional y el Partido Nueva Alianza. Todo, por una diputación. En el proceso electoral que culminó con los comicios del 4 de julio, junto con el Partido Encuentro Social, formaron una coalición, alianza o matrimonio jurídico-electoral. Hoy parece que fue un simple amasiato, pero en fin. Le llamaron “Alianza por Baja California”. Al final de cuentas, los electores votaron, en contra de los panistas, que son los que gobiernan pésimamente y los panales y pesistas, tuvieron que pagar los platos rotos.

En una pareja, el amor termina, con las infidelidades. Con las traiciones sentimentales. Cuando el hombre llega a casa con olor a “leña de otro hogar” o rastros de “rímel” o pintura de labios en la ropa. Las mujeres son incondicionales, pero cuando se sienten menospreciadas o traicionadas, son unas fieras. Que conste.

Como ocurre con los novios, en plena etapa de noviazgo e incluso los primeros días y meses posteriores a las nupcias, panistas, panales y pesistas, comian en el mismo plato. Aunque el PAN podría considerarse como un partido grandote, y el PANAL y el PES, dos partidos pequeños, decidieron coaligarse, al grito de “la unión hace la fuerza” para hacer frente al PRI, que tampoco estaba solo, pues a su vez se alió con el Partido Verde Ecologista de México, en una alianza que denominaron “Por un Gobierno Responsable”.

Ni quien fuera a pensar que pudiese haber una diferencia entre los aliados. Entre panistas y panales, obviamente. Mucho menos por una diputación local, y menos aún por unos cuantos votos. El asunto, motivo del distanciamiento entre panistas y panales, no es cualquier cosa, no solo por lo cochino del caso, sino además porque si eso hacen con los aliados o supuestos amigos, pues qué se puede esperar que hagan con los enemigos.

En la coalición con Acción Nacional, el Partido Nueva Alianza postuló a tres candidatos a diputados locales. Gregorio Carranza Hernández, dirigente del magisterio estatal, en el Distrito V, de Mexicali, Arcelia Galarza Villarino, líder del magisterio federal, en el Distrito XIII, de Tijuana, y Xavier Peniche, en el Distrito XVI, de Tijuana-Playas de Rosarito. Solamente el primero de ellos ganó por votos. Los otros fueron vencidos por los candidatos priístas, Gregorio Barreto en el XIII y Roxana Soto, en el XVI, respectivamente.

Sin embargo, en el caso de Galarza Villarino, hechas las cuentas, tenía segura una diputación, por haber sido de los candidatos perdedores con mayores votos. En todo momento se le reconoció esto y solo faltaba el recuento de votos y la declaración correspondiente, por el Consejo General Electoral.

La noche del 4 de julio empezó el conteo de votos. Se les hizo tarde, no concluyeron el llenado de la sábana electoral, y un “vivillo” por ahí se pasó de listo y le adjudicó 60 votos al panista Raymundo Vega, con los que superaba la cifra de Galarza, para con ello “escamotearle” la diputación que ya traía en la bolsa.

La maniobra fue burda, además de cochina. Solo que no contaban con que la afectada, Arcelia Galarza, no se quedaría callada. Vino el reclamo, se hizo el análisis y corroboraron que efectivamente hubo manipulación de números. Falta solo que el martes próximo, se vuelva a renir el Consejo General Electoral y reconozca que la líder del magisterio federal, será legisladora estatal y no el panista Vega Andrade. En caso contrario, este asunto será llevado a los tribunales electorales y será una fea mancha para la autoridad que tuvo a su cargo este proceso y en el especial para el Presidente del Consejo General Electoral, Ing. Enrique Carlos Blancas de la Cruz.

Pero al márgen de mañosadas y rectificaciones, todo indica que el “idilio” PAN-PANAL, al menos en Baja California, llegó a su fin. El “divorcio político” es inminente y prácticamente inevitable. Jugarle chueco a los aliados, es algo más que indigno. Y que la autoridad electoral se preste para ello, es mucho peor.

Cuentan que Cuauhtémoc Cardona Benavides, el sustituto de Blake Mora en la Secretaria General de Gobierno, y a quienes algunos llaman “el junior”, trató de someter a Arcelia Galaraza en sus reclamos y le prometió que todo sería resuelto conforme a la ley, pero que ya no ventilara el asunto púbicamente. Obviamente la líder magisterial no permitió el sometimiento y advirtió que si insistían en despojarla de la diputación, se irá hasta las últimas consecuencias. Sobra decir que la maestra Gordillo está enterada de todo esto y obviamente también el Presidente Calderón.

Veamos en qué termina este asunto el próximo martes. Si se rectifica y se declara diputada a Galarza Villarino, o si se persiste en pretender validar mañosadas, en las que aparece como autor material de las mismas, el Consejero Javier Lázaro Solís Benavides, y como autores intelecutuales Andrés de la Rosa, dirigente estatal del PAN y Cuauhtémoc Cardona, Secretario General de Gobierno.

Solo faltaría, que ya en la legislatura, el PANAL se aliara al PRI. Entonces sí, que se agarren los panistas. Por mañosos.

gil_Lavenant@hotmail.com

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