Por Said Betanzos
Los asistentes se quejaban porque no llegaba El Hijo del Santo. Como todo ídolo, tomó a la muchedumbre por sorpresa al aparecer caminando rumbo al ring de lucha libre que se montó en el patio del Centro Cultural Tijuana (Cecut).
También es una leyenda como su padre, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como El Santo “El enmascarado de plata”.
Traje gris claro a la medida, camisa blanca y corbata roja. Zapato brilloso y el pantalón casi a ras de piso. Siempre con estilo. Máscara plateada, brillosa, tal vez nueva, ajustada como todas para ver la silueta de un rostro atrlético.
Contó que Tijuana es una plaza importante para él, como lo fue para su padre por la exigencia de los aficionados a diferencia de otros municipios del País, además defendió a la Comisión de Box de la ciudad porque aseguró no es corrupta como en otras partes.
Un niño preguntó cuál era su película favorita de las que protagonizó su padre, a lo que El Hijo del Santo contestó que Operación 67 porque mostraba a un Santo más sofisticado como agente encubierto de la Interpol.
Habló también de la vida de sus padres, de los problemas económicos que alguna vez tuvieorn y sus 12 hermanos.
En esta ocasión no había réferi en el cuadrilátero, pero El Hijo del Santo tenía ganas de sacarse el gusanito de estar en las cuerdas y al caminar sobre las tarimas lo hacía a su estilo, levantando la punta de los pies como esperando el momento del combate.
El primer silbatazo jamás se escuchó, ni hubo relevos australianos, pelea de cabellera o campeonato, aunque sí una plática sobre la nueva aventura que emprendió con ayuda del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para dejar otra huella de su padre en la historia de México.
Se trata de un libro con anédotas, pero sobre todo de fotografías inéditas de El Santo, apenas se estima un 10% de todo el material recopilado por décadas.
En la portada aparece una caricatura de “El enmacarado de plata”, ese que en sus primeras batallas era “Rudy Guzmán”, entonces empleado en una fábrica donde confeccionaba medias con la ayuda de una máquina de cócer, la misma donde elaboró su primer máscara hecha a base de piel de marrano. Así nació El Santo, recordó su hijo quien recibió aplausos de la afición al terminar la charla durante una tarde soleada. Y como al término de una batalla estelar, tiró a la lona a un músico vestido de luchador, claro no faltaron los flashes para tomarse la fotografía del recuerdo con el ídolo de la afición, El Hijo de El Santo.
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