MEXICALI.-A 72 horas del terremoto de 7.2 grados que se registró en Mexicali, indígenas cucapá consideran que el campo abierto es más seguro para refugiarse que sus hogares, pues las réplicas del sismo no dejan de sentirse las 24 horas del día.
El temor de que ocurra un temblor similar al del 4 de abril les impide levantar el improvisado campamento que instalaron al pie del Pico del Águila donde inicia la Sierra el Mayor, el conjunto de montañas que se bañó de arena durante el fenómeno telúrico, cuya imagen fue captada y publicada por testigos en redes sociales. Francisco Ceceña Sáinz, pescador cucapá, reconoció que cada día que pasa aumenta la preocupación porque el poco dinero y comida que tenían se les está agotando, así que han tenido que depender del apoyo solidario para subsistir. El movimiento de tierra fue tan intenso que rompió varios canales de riego y el agua desbordada inundó campos agrícolas, casas y caminos vecinales, lo que les ha impedido salir a pescar, actividad de la que depende la mayoría de las familias cucapá desde tiempos ancestrales.El martes debieron salir a pescar a la zona conocida como la Bocana, ubicada en el Golfo de California al sureste de Mexicali, cerca del poblado de San Felipe. Era tiempo de marea que quedó sin aprovechar, así que tendrán que esperar a una nueva oportunidad. La ruta, apenas visible en el desierto de la Laguna Salada antes de la inundación quedó borrada por el agua que se desbordó, así que aventurarse a buscar el camino entre el terreno húmedo y fangoso es un riesgo porque no existe ningún referente que pueda orientar, explicó el joven indígena. Reconoció que las autoridades bajacalifornianas han repartido algunas despensas, pero no son suficientes para cubrir el total de sus necesidades, pues las familias cucapás “viven al día” y no tienen recursos para ahorrar dinero o almacenar víveres. Su comunidad, ubicada en el poblado El Mayor, se encuentra entre las que resintieron mayor afectación por el terremoto, pues es la más próxima a la falla de Laguna Salada Cucapá, donde se localizó el epicentro. Esta condición geográfica incrementa la sensación de vulnerabilidad para familias enteras que desde el domingo se instalaron en una loma al pie de la montaña. Para ellos es importante el trabajo y ser autosuficientes, pero ahora les preocupa más conservar la vida y la integridad física aunque esto implique la incomodidad de no dormir una noche entera, sufrir hambre y soportar los fuertes vientos que desde el lunes azotan la región.
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