“Toda esta semana, que corresponde a la segunda semana de Pascua, nosotros los obispos, todos los obispo de México, nos reunimos en nuestra sede en la Ciudad de México donde estuvimos profundizando particularmente un tema que es muy importante. Desde hace ya 7 años nuestro país, y nosotros estamos inmersos en él, estamos en una dinámica de Misión Permanente”, dijo el Arzobispo Metropolitano, Don Rafael Romo Muñoz.
Recordó que en Aparecida, Brasil el entonces Papa Benedicto XVI se reunió con los obispos latinoamericanos, aunque también estuvieron obispos de Estados Unidos y Canadá, donde brotó el compromiso de que la Iglesia en América llevaría a cabo la Misión continental, adecuándola a la realidad de cada país y a cada diócesis.
“Esto implica una exigencia de toda la Iglesia Católica, naturalmente que los motores somos nosotros: los obispos, los sacerdotes, la vida consagrada, los laicos comprometidos, aquellos que son laicos de primera línea, de que necesitamos prepararnos seriamente en lo que es nuestra fe, conocerla a fondo y comprometernos con ella. Y entonces como nos dicen los papas, tanto Benedicto XVI como ahora nuestro Papa Francisco de que tenemos que ir en búsqueda de los demás, en búsqueda de aquellos –que podría decir que nos pertenecen- porque son católicos y formamos el mismo cuerpo de Cristo, y que tenemos que reanimarlos y tenemos que decirles que es necesario que tomen conciencia”, enfatizó el Arzobispo.
También mencionó que la más reciente Exhortación Apostólica “El gozo del Evangelio”, escrita por el Papa Francisco, nos dice que son tres ambiente y tres campos en los que debemos poner nuestro acento:
1.- Los católicos que son constantes y fervientes, y quienes nada más asisten a misa.
2.- Los católicos ignorantes que no le dan espacio a Dios, sin que lo rechacen, pero no tienen interés por estar más cerca de él.
3.- Aquellos que no conocen a Cristo o que efectivamente lo rechazan, lo que considera peor.
“Son tres ambientes que nosotros a través de esta Misión Permanente tenemos que preocuparnos para acercarnos a ellos, motivarlos, hacer que se despierten a su fe y que quizás empiecen a profundizar en ella: ¿Quién es Dios?, ¿Qué quiere Dios de mí?, ¿Quién soy yo para Dios? ¿A qué me invita Dios? ¿Qué debo hacer? Particularmente este es el sentido de recuperar nuestra dignidad humana, recuperando nuestra dignidad humana somos indudablemente testimonio de Dios, reflejo de Dios”, destacó Monseñor Romo Muñoz.
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