Por Pedro Martínez Serrano
El delegado regional del Instituto Nacional de Migración, Antonio Valladolid Rodríguez, es un sujeto iluso y fascista; hipócrita y vengativo; inepto y corrupto. El opaco y desteñido ex diputado federal, es ejemplo de lo que no debe ser o hacer un servidor público o representante popular. Ahora resulta que el Tony, así en diminutivo, de acuerdo a su tamaño corporal y político, se apunta para ser candidato a presidente municipal de la pobre, sufrida y aguantadora Tijuana.
Acostumbrado a que papi le compre los cargos, sean dentro del servicio público y/o al interior de su partido, el desgastado y descolorido Acción Nacional, Valladolid Rodríguez destapó ya su aspiración; su sueño de ser candidato a la alcaldía de Tijuana que, por el momento, usufructúa el también corrupto, incapaz y fascista empresario Carlos Bustamante Anchondo.
Al amparo de las carretadas de billetes que presume que su familia entregó a José Guadalupe Osuna Millán, primero para hacerlo candidato y luego para ganar la gubernatura, que está a punto de entregar en pedazos, Tony vocifera que la candidatura a la presidencia municipal la trae en la bolsa. Nada más falso.
Los panistas no aceptarán volverse a exponer a los resultados de imposiciones caprichosas y tramposas, resultado de la subasta de votos de los miembros de ese signo partidista.
A Valladolid, además, las corrientes internas de ese partido no lo van a dejar llegar, para evitar que su desprestigio, ganado por méritos propios, siga manchando al blanquiazul. Hoy, no sólo lo persigue la imagen de terrateniente, cuyas grandes extensiones de terrenos ganó su familia por medio de sangrientos despojos y, en el mejor de los casos, gracias al condenable tráfico de influencias.
No sólo eso, como delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), Antonio Valladolid Rodríguez podría estar vinculado a grupos del crimen organizado, lo mismo traficantes de personas, que de droga.
Me dicen que por medio del grupo Beta, cuando menos una veintena de traficantes de personas, entregan decenas de miles de dólares cada 15 días, a cambio de la protección, para trabajar a placer en el cruce de migrantes.
En el caso de los grupos que se dedican a meter droga a Estados Unidos, son insistentes los rumores que repiten que cuando menos una vez al mes, Valladolid Rodríguez se reúne en Coronado, con enviados de los principales capos de tráfico de enervantes. Esas huellas las siguen desde la Procuraduría General de la República.
Así las cosas, los escupitajos al cielo que ha lanzado el inútil funcionario federal, especialmente con sus demandas a representantes de los medios de comunicación, en breve podrían mancharlo. Ya falta menos. La era del priato está a punto de iniciar y, a la par, el desazolve de la apestosa cloaca en que se ha convertido el Instituto Nacional de Migración, en especial en su delegación Tijuana, a cuyo frente de la pandilla se encuentra Tony Valladolid Rodríguez.
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