Por Jaime Flores Martínez
Angustiadísimo por el arresto de su hermano gemelo, el joven Gabriel Parra Artalejo no midió que el atorón lo habían realizado militares en activo en el Estado de Sonora. Su primera reacción fue realizar llamadas telefónicas con la esperanza de “desafanar” a su consanguíneo.
Y aunque al joven Parra se retorció de coraje porque ignoraron su petición, en ese momento no sabía que los militares que hurgaron en la unidad blindada que transportaba a su hermano traía media docena de armas. Allí estaban dos rifles de asalto conocidos como R 15; dos pistolas calibre 45 y dos pavorosos rifles conocidos como “cuerno de chivo”.
Además de ese armamento, los miembros del Ejercito aseguraron las armas que portaban los escoltas de Francisco Javier Parra Artalejo. Se trata de dos pistolas (cuyo calibre se desconoce), aunque los militares en retiro solo están autorizados a portar una pistola. Francisco Javier Parra argumentó que sus guardaespaldas “eran militares” y que tenían derecho a portación. Sin embargo, el mando militar encargado del operativo le aclaro que era una ilegalidad transportar ese armamento.
No era lógico que esos escoltas –aun militares-- llevaran media docena de armas entre ellas cuatro fusiles de asalto. Visiblemente molesto Francisco Javier Parra preguntó si acaso los acusarían de acopio, aunque casi enseguida llego la respuesta. Los militares esposaron al susodicho y a los militares en retiro Alejandro Flores Tovar y a Juan Velucio Vargas. De nada sirvieron los gritos y tus insultos lanzados por el señor Parra. ¿Cómo se atrevían a ignorar sus influencias? ¡No sabían con quien se metieron!
Apenas llegó a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR) en el estado de Sonora, Francisco Javier llamo a su hermano Gabriel que reside en Tijuana, propietario de una empresa de seguridad privada y amigo de los mandos militares en Baja California. Apenas se entero del arresto, Gabriel Parra intento llamarle a un destacado personaje de la milicia, aunque la versión señala que esta persona declinó tomar la llamada.
El general Alfonso Duarte Múgica, comandante de la II región militar, había sido advertido del atorón del hermano de Gabriel Parra y de sus dos escoltas. Contrariamente a lo esperado, el general Duarte no tomo la llamada. El jefe militar se apego al cumplimiento de la ley. Desde el jueves pasado Gabriel Parra anda que no lo calienta ni el sol porque no pudo evitar la consignación de ese trío.
Los que saben afirman que el General Duarte está muy molesto con los intermitentes desplantes de Gabriel Parra y de su séquito de guardaespaldas. El pasado viernes Cicuta se refirió a un incidente protagonizado por Gabriel Parra y sus guaruras una conocida cafetería ubicada en la zona del Río en Tijuana. Los comensales en restaurantes se aterran al observar el arribo de hombres armados que viajan en vehículos blindados.
En medio de una nube de militares retirados armados hasta los dientes, Gabriel Parra se siente como pez en el agua. Parra es dueño de una empresa de seguridad privada denominada Sistema Integral de Protección Escolta y Defensa (SIPED). Se sabe que SIPED nació del resquebrajamiento de otro consorcio conocido como SIPD. Se sabe que la sociedad de SIPD “reventó” por las manifiestas envidias entre los socios, entre ellos algunos militares de alto rango.
La historia comenzó a mediados de enero del año pasado. En esa fecha la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) emitió un comunicado donde señalaba que los gobiernos locales tendrían prohibido rentar policías para cumplir labores de escolta. Los municipales y los estatales habilitados como guardaespaldas no podrían cuidar negocios ni custodiar a políticos ni empresarios.
Es claro que el anuncio generó malestar e indignación entre los pudientes. Ellos necesitaban la seguridad para su negocio y sus familias. Ni hablar del precio que pagaban la autoridad por la renta de policías. A la burguesía local le importa un rábano que --en lugar de cuidar a los ciudadanos-- los policías se dedican a cuidar negocios particulares.
Propietarios de empresas de seguridad privada se frotaron las manos ante el anuncio de los militares. Ellos vieron la posibilidad de hincharse dinero al rentar guardaespaldas a políticos y empresarios de primer nivel. Servicios Integrales de Protección Escolta y Defensa fue la primera empresa en contratar a militares retirados. El joven Gabriel Parra ofreció jugosos salarios a muchos militares que en ese momento se encontraban en el abandono.
Gabriel creyó que lucir hombres armados y transportarse en vehículos blindados llamaría la atención de las personas acaudaladas. Nunca pensó que el pueblo se aterraría. Desde ese momento Gabriel Parra se convirtió en el hombre mejor cuidado de Tijuana. No obstante su juventud e inexperiencia lo llevó a desbocarse en muchos ámbitos de la sociedad de Tijuana.
Este hombre cacareó su “estrecha” relación con el general Alfonso Duarte Mujica, comandante de la II zona militar. Dijo que el General Duarte era socio de la empresa que el encabezada. Por eso justificaba la presencia de militares, aunque no decía que sus guardaespaldas eran militares en retiro
Lo que llama la atención es que Gabriel Parra tiene un gemelo que se llama Francisco Javier y que fue arrestado el jueves en un reten militar en Sonora. Francisco era custodiado por militares en retiro, igualito que Gabriel en Tijuana. El parecido físico entre Gabriel y Francisco es impresionante. Parecen dos gotas de agua. Hasta su tono de voz es idéntico.
Por eso el propio general Duarte puede tener sus dudas. El arrestado en Sonora puede ser Gabriel Parra y no su gemelo Francisco. Lo desconoce porque no tomo la llamada que supuestamente realizo Gabriel. ¿También Francisco actuará igual que si hermano? ¿Sera la familia Peluche? Algo huele mal
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