Por Gilberto Lavenant
Las reacciones, ante el “Pacto por la Dignidad” de los Regidores del XX Ayuntamiento de Tijuana, habla de arrepentimientos, de rectificaciones, del intento de “borrón y cuenta nueva”, del “discúlpame”, del “no me había fijado”, del “qué sentidos son”, del “no es para tanto”.Definitivamente, al menos al interior del Palacio Municipal, luego de los comentarios relativos a la detención de Jorge Hank Rhon, lo del bloque o alianza de regidores, para reclamar al Alcalde Carlos Bustamante y a su gabinete, trato digno y respeto, fue la “comidilla del día”.
Seguramente muchos sabían de las relaciones “incómodas” entre los regidores y el Presidente Municipal, pero nadie se imaginó lo que el trato descortés e irrespetuoso iba a generar. Lo inimaginable, que todos, sin importar cuestiones partidistas, iban a integrar un bloque para obligar a Bustamante a reflexionar y entender que no es el jefe absoluto, sino el coordinador de el Cabildo.
Al Alcalde se le olvidó que los regidores atienden comisiones específicas y que conforme a estas, se deben involucrar en los programas a desarrollar y en la problemática social a atender. Creía, evidentemente, que eran simples “aviadores”, que iban a “calentar” los asientos de sus oficinas, a simular que trabajan, para justificar los sueldos que perciben.
El señor Bustamante dió a los regidores, de todos los partidos políticos representados en el Cabildo de Tijuana, trato de menores de edad, o de incapaces mentales, porque ni les confiaba asunto alguno, ni les pedía, ni recibía observaciones, comentarios o cuestionamientos.
Hace unos días, a la regidora priísta, Miriam Ayón, por recomendaciones de los dirigentes partidistas, se le designó coordinadora de los regidores priístas. Como tal, solicitó audiencia para dialogar con el Alcalde sobre su nueva comisión. El señor Bustamante, no dió respuesta alguna a la petición.
Bueno, cabe observar que antes de esto, el señor Bustamante trató de debutar como jefe político en Tijuana, marcando lineamientos, recomendaciones y designaciones en un evento de los jóvenes priístas. Para ello, había establecido pactos con operadores políticos del Grupo Caliente, concretamente con Mario Madrigal, pero como no le salieron las cosas a su gusto, pues se enfureció. En especial contra la regidora Ayón, que acaparó las atenciones de los participantes en dicho evento. Por ello desdeñó la solicitud de la regidora. Después abordaremos este tema por separado.
Luego de la proclama de unidad por el respeto a la dignidad de los regidores, Bustamante y sus colaboradores tuvieron que reconocer sus equivocaciones y ayer mismo empezaron a mostrar signos de arrepentimiento. Para empezar, a la regidora Ayón se le reconoció como coordinadora de la fracción priísta, dentro del Ayuntamiento y al regidor Mariano San Román, del PVEM, como Coordinador de la Comisión de Régimen Interno, la que tiene a su cargo la coordinación de las diversas fracciones partidistas en el gobierno municipal. Tan sencillo que era, pero tuvieron que fajarse, para que se les respete.
¿Dónde principio todo esto? Bueno, se dice que tiene dos causas o razones básicas. La primera de ellas, es que Bustamante Anchondo piensa que ganó los comicios del 2010, por “guapo”, o sea, por haber sido la mejor opción, porque convenció a los electores de que efectivamente sabía gobernar, porque era empresario, por su madurez y muchas otras cosas más.
En ningún momento ha entendido, que en los comicios de julio del 2010, en Baja California, no ganó el PRI, sino que perdió el PAN. Que los candidatos panistas pagaron los “platos rotos” del centralismo calderonista y de los excesos e ineficiencias del gobierno estatal y gobiernos municipales de Baja California.
Sintiéndose triunfador, Bustamante pretendió gobernar a Tijuana, a su antojo. Mejor dicho, dejó su responsabilidad de gobernar, en manos de sus asesores y auxiliares directos : Antonio Cano en cuestiones políticas y de operación interna, Alcides Beltrones en cuestiones administrativas y regenteo de giros especiales, como los de la Zona Norte y a Rufo Ibarra, en lo financiero. Bueno, incluyendo también a David Navarro, en materia de obras y servicios.
Como ya todo estaba bajo control, el Alcalde se dedicó a disfrutar las mieles del poder. Para él, los regidores no tenían facultad o derecho a participar en la toma de decisiones. Hoy, en tan solo 7 meses de su gestión administrativa, se han generado más “leyendas urbanas” que en los tres años de la administración del controvertido alcalde panista Jorge Ramos Hernández.
Así mismo, pesa en su contra, la evidente intención de diluir la herencia maldita de Ramos Hernández. Es obvio que desea que el tiempo restañe cualquier herida de los tijuanenses. Parece que su compromiso es encubrir, no descubrir, solapar, en lugar de sancionar.
Lo delicado es que, se ha convertido en un “gabino barrera” y no escucha ni a sus amigos. Cuando alguien se atreve a hacerle alguna observación o recomendación, generalmente “se hace el sordo”, o rezonga, pero no atiende. Por ello, los regidores aliancistas, no creen en sus presuntos arrepentimientos.
De la otra causa de todo esto, deben culpar a Moreira, el dirigente nacional del PRI. Ya abordaremos este tema.
gil_lavenants@hotmail.com
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