domingo, 5 de septiembre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* La Mala Jugada
Por Gilberto Lavenánt

Recientemente, el autor de Palco de Prensa recibió, vía correo electrónico, un extenso escrito, de autoría femenina, que implica una férrea defensa del Lic. Francisco Alonso Rodríguez Pacheco, que por cuestiones de tiempo, no había tenido oportunidad de comentar. Pido disculpas a la remitente, de quien se omite nombre, considerando que su valentía es bastante. Referir su identidad, implica riesgos innecesarios. Los argumentos valen por sí mismos.

¿Pero, quien es Francisco Alonso Rodríguez Pacheco? Es uno de los 62 policías detenidos en un espectacular operativo el jueves 29 de julio, aquí en Tijuana, y que actualmente están siendo procesados allá por Veracruz, dizque por estar ligados con el crímen organizado.

Fueron 40 policias municipales, 16 ministeriales y 6 expolicías. Rodríguez Pacheco era uno de los policías ministeriales. Seguramente lo recordarán. Es el que, lleno de rabia e impotencia, al ver la forma en que eran tratados, casi como animales, expuestos al escarnio público, como presas de caza, gritó, desesperado e impotente, “rayando” la progenitora a los titulares de la Procuraduría de Justicia y de la Secretaria de Seguridad Pública Estatal.

Las escenas relativas a la detención de los policías, fueron impresionantes. Ellos mismos estaban sorprendidos, pues, sin previo aviso, sin haber sido enterados claramente de los hechos que se les imputaban, fueron presentados ante los periodistas en el viejo campo aéreo de Tijuana, en La Mesa de Otay. Apenas privados de su libertad, de manera sumarísima se les juzgaba como criminales, sin ser escuchados en su defensa, sin darles oportunidad de designar a un abogado, sin enfrentarles con sus acusadores. De paso, llevados fuera de la entidad, lejos de su residencia, lejos de donde supuestamente ocurrieron los hechos que al parecer les imputan.

Mientras las autoridades ahí presentes, preparaban todo para la conferencia de prensa, uno de los agentes detenidos, jaló el cañón del arma de un militar y se lo dirigió a sí mismo, hacia su pecho, exigiendo al castrense que disparara, mientras gritaba : ¡jálale… jálale! Por unos instantes la tensión fue general. Se pensó que habría un fatal desenlace.

Para bien, o para mal, de inmediato intervinieron otros soldados y sometieron de manera violenta al policía detenido y a empeñones lo retiraron del lugar. Esto generó desorden y confusión, ya que tras la expectación causada por el agente que reclamaba le dispararan, varios de los detenidos comenzaron a gritar de igual forma.

Entonces intervino Rodríguez Pacheco : “¿Por qué tratan así al compañero?… ¡eso es cobardía!… ¡cobardes!… ¡chinga tu ma… De la Rosa… Chinga tu ma…! –otros detenidos, casi como coro repetían las maldiciones- y sobre ellos destacó el reclamo del ministerial : ¡Yo fuí fiel Rommel… Fuí fiel hasta el final!
En defensa de este policía, es el extenso escrito recibido por el autor de Palco de Prensa. En el mismo, además de referir los numerosos argumentos y observaciones referentes a las fallas en que incurrieron en dicha detención, destaca el reclamo de la forma en que se terminó la carrera de un jóven profesionista, que laboraba como policía ministerial, pero que la mayor parte de su vida la dedicó a estudiar, a prepararse académicamente. A tales hechos los califica precisamente como “La mala jugada”.

“…Desde el momento de su detención –dice la reclamante y defensora- se les mantuvo incomunicados, dejándolos en un estado de indefensión. Ellos mismos se enteraron de la razón por la que estaban siendo detenidos, al mismo momento que se enteraron los medios de comunicación, ¿ y por qué armar un circo, maroma y teatro...? ¿Con Qué fin?... En Enero del 2010, la Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló que exhibir públicamente a los detenidos, o tomarles fotografías antes de que sean puestos a disposición del Ministerio Público, “viola sus derechos a la honra y a la dignidad” (hace poco de esto no se les pudo haber olvidado o no tenerlo presente, por ética constitucional). ¿Qué pasa con las personas que son inocentes? ¿Dondé queda la dignidad que hasta este momento les costó a algunos de los agentes, a base de trabajo bien hecho, de esfuerzo, de dedicación y de aportar conocimientos a la institución? Como es el caso del Licenciado Francisco A. Rodríguez Pacheco”.

Luego refiere los atropellos, la afrenta. Cita el extenso curriculum del detenido, desde la educación primaria, hasta la Licenciatura de Derecho en el CUT, de 1991 a 1997, hasta una Maestría en Ciencias Jurídicas Penales, y otra más en curso, en Procesal Penal, enfocada a los nuevos juicios orales, así como diplomados y cursos de capacitación.

“…No nos beneficia –señala con énfasis- como Mexicanos, el tener las cárceles llenas de gente inocente. ¿Para qué queremos que alguien con mayor inteligencia, que muchos altos funcionarios, como lo es el caso del Licenciado Francisco A. Rodríguez Pacheco, esté detenido injustamente, solo por el señalamiento, supuestamente de un testigo protegido? ¿Quienes son ellos? Gente que fué detenida por los mismos delitos que se les comprobaron su culpabilidad y que buscan reducir su pena, mediante sus declaraciones, como la expresión lo dice : “poniendo” a personas vinculadas con la misma delincuencia, para ser más claros, aunque éste “testigo” en su vida haya mirado al detenido o haya tenido algún contacto. Dice el tipico mexicano... De tin marin de don pingue... se inventa una historia en dos segundos, señala a una persona “equis” y lo detienen.. ¿Así se hace?...”

A eso es a lo que le llama “La mala jugada” y advierte : “…Mañana te puede pasar a ti, es por ello que hay que exigir, que se respeten las garantías, porque “ojo”, hasta un detenido tiene derechos y hay que tomarlo en cuenta.

Estas voces de reclamo, cada día se repiten y suben de tono. Es evidente que la autoridad, en esto de la narcoguerra, da palos de ciego y hay ajenos que pagan los “platos rotos”. Que en algunos casos pagan justos por pecadores.

gil_Lavenant@hotmail.com

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