Tiffany se llama así por la prestigiosa tienda de joyas. No sorprende. Si algo le gusta a su padre es la extravagancia. Se crió en Los Angeles junto a su mamá Marla Maples, una ex reina de belleza que comenzó su romance con Trump con un amorío mientras él aún estaba casado con su primera esposa, Ivana Zelnícková, la mamá de su medio hermana, Ivanka, y de sus otros dos hermanos, Donald Jr. y Eric. Pero lo que empezó de forma clandestina tuvo su consagración años después, cuando Donald y Marla se casaron en 1993, cuando a los pocos meses tuvieron a Tiffany. El amor duró tres años y medio.
La relación con Tiffany siguió su curso. La joven de 22 años recuerda a su padre como un ser muy generoso, su cómplice a lo hora de escaparse de la mirada de su madre para poder comer todos los chocolates que quisiera.
Pero la cámara parece no ser para ella. Por eso, desde que hace poco más de un año el magnate anunció que iba a ir por la candidatura presidencial republicana, Tiffany mantiene un perfil bajo. Si bien se la pudo ver en varios de los muchos discursos que pronunció su padre, su lugar no estaba en la primera fila. Tiffany se siente más cómoda a un costado, lejos de los paparazzi y de la atención que reciben sus hermanos.
Acaba de recibirse de la exclusivísima Universidad de Pennsylvania. Allí también estudiaron su padre e Ivanka. Su relación con ella parece ser buena: fue madrina cuando su hermana se casó con el empresario Jared Kushner. Además, Ivanka le consiguió un puesto de becaria en la revista Vogue, en la que Tiffany no recibió ningún trato especial, según una nota publicada por el diario El Mundo.
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