Y bien, las campañas ya terminaron tal y como empezaron: Desangeladas y sin chiste, llenas de las mismas promesas huecas que los pretensos a un puesto de los mejor remunerados del país esgrimieron, y que por supuesto, no convencieron a nadie.
Las campañas del hartazgo, les denominaron algunos, seguros quizá de que el mismo efecto del proselitismo vacuo campeó por igual sus derroteros en todas las conciencias de los hombres y mujeres sin compromiso político con nadie, es decir, la mayoría de las personas.
Lo patético del caso no es el ridículo con que algunos candidatos se vistieron, disfrazaron y salieron a las calles con esa innoble desfachatez que todos les conocemos a quienes pretenden un puesto de elección, sino la repetición de las mismas fórmulas que sus maestros en el arte de la política del engaño, ahora encumbrados, esgrimieron en el pasado.
Las mismas promesas que todos ya les conocemos, recicladas, fatuas y banales, humillantes y majaderas, pues sólo juegan con la inteligencia de las personas, sabedoras, por experiencia, de que éstas nunca, en la mayoría de los casos, se cumplen.
Ejemplos hay de sobra, y todos los conocemos, con la consabida impotencia de la ciudadanía que se sabe burlada y humillada ante tanta y tanta promesa incumplida.
Políticos también reciclados que piensan que los ciudadanos carecen de memoria y que vuelven a recurrir a sus ardides politiqueros prometiendo lo que cuando ejercieron un puesto popular, jamás cumplieron.
Partidos políticos que emplearon caras nuevas, pero no menos corruptas, pretenden sorprender a la ciudadanía a sabiendas de que los tiburones que hay detrás de ellos, seguirán en el poder. Todo eso tiene harta a las comunidades que saben exactamente lo que están pasando, porque tontos nunca han sido.
Todo eso, le puede abonar a que estas elecciones, sean las elecciones del fracaso.
Lo triste de toda la situación es que después del domingo, se les abrirán las puertas del poder a todas esas caras detestables que ni usted ni yo escogimos para representarnos en el Congreso de la Unión, personajes escogidos por sus propios institutos políticos que como tales, no son mas que simples trampolines de la política chorera.
Eso sí, tendremos 500 nuevas pirañas muertas de hambre, dispuestas con sus afilados dientes a sangrar más al país. 300 por elección y 200 angelitos que ganen o pierdan, tendrán su puestecito y su charola, y por supuesto, su jugosa “dieta”, llamada irónicamente de esa manera, quizá en recuerdo a las forzadas dietas de sus coterráneos de las colonias marginadas donde antes recorrieron sus calles, regando promesas como si se tratara de panes o de cheques al portador, pero sin fondos.
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