sábado, 28 de enero de 2012

Palco de Prensa: No pago para que…

Por Gilberto Lavenant
José López Portillo, fue un individuo singular. Muy leído, no como Peña Nieto, y con dotes de escritor. Era muy dado a soltar frases domingueras durante sus discursos. Una de ellas viene al caso recordarla, a propósito de una seria denuncia, hecha pública por periodistas mexicalenses, que muestra que el tiempo pasa, pero que los políticos siguen siendo los mismos, aquella de “…no pago para que me peguen”.




Resulta que los políticos, en la función pública, destinan enormes cantidades de dinero dizque para proyectar “sus obras de gobierno”, y aunque son dineros públicos, pareciera que sacan ese dinero de su bolsa y reclaman de los medios periodísticos, que les correspondan en atenciones en la proporción en que les compran espacios o tiempos.



No entienden, definitivamente, que lo que compran, son precisamente espacios y tiempos, nada más, que en los conceptos de la facturación no se incluyen los criterios de los medios, ni mucho menos de los periodistas que en ellos laboran.



Pero no entienden eso, o se niegan a aceptarlo. La mayoría de los políticos, en la función pública, se sienten como reyecitos, amos, seres superiores y ven a los demás como súbditos, como lacayos, como esclavos. Quisieran que todos estuvieran a su disposición, que ni siquiera se atrevan a mirarlos. Que cuando pasen frente a ellos, bajen la cabeza en señal de sumisión.



Lo absurdo es que ante los medios masivos de difusión, adoptan actitudes dictatoriales. Quisieran ser revisores o fiscalizadores de contenidos, con facultades plenas para decir que sí y que no deba publicarse. Piensan que como pagan publicidad oficial, los medios y los periodistas en general, están a su servicio, dispuestos a cumplir sus caprichos, a alabarlos, omitiendo mencionar sus errores o excesos. Bajo el argumento de que para eso pagan.



La revista Proceso, en su edición del 19 de febrero del 2004, hizo referencia a esa expresión de soberbia lopezportillista, con la que pretendió justificar la consigna girada para suspenderle la contratación de toda publicidad oficial, para tratar de acallar las críticas y señalamientos relativos a sus errores o excesos. La intención era ahogar económicamente a la revista, bajo el supuesto de que “muerto el perro, se acabó la rabia”.



Se advertía, en aquella edición, que “…el expresidente no toleró la crítica ni las revelaciones de las corruptelas de su gobierno que el semanario, dirigido por Julio Scherer, daba a conocer cada semana en sus páginas”.

“La segunda quincena de abril de 1982, Francisco Galindo Ochoa titular de la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia, dió la orden a todas las dependencias del gobierno federal, los gobiernos estatales y al PRI, de cancelar cualquier contrato publicitario con Proceso, como una represalia por la línea crítica del semanario dirigido por Julio Scherer García”, señalaba el trabajo periodístico sobre dicho tema.

“La medida –indicaba- obligó al Consejo de Administración de Proceso a cerrar la agencia Cisa-Proceso, fundada el 2 de agosto de 1976, apenas 23 días después del golpe contra Excelsior, y que daba servicio a por lo menos 50 medios del interior de la República”.



Recuerda que : “…En su edición 291 Proceso denunció la suspensión de publicidad gubernamental; estuvo acompañada del impedimento ordenado por Galindo para que reporteros de la revista y la agencia ejercieran su trabajo cubriendo las giras presidenciales, bajo el pretexto de las reducciones del presupuesto”.



Señalaba, que : “Otros medios afectados por la intolerancia lopezportillista fueron Crítica Política, dirigida por Carlos Perzábal, y el programa radiofónico de Francisco Huerta, “Opinión Pública”. Y hace la referencia de que : “En respuesta a una editorial publicada en el semanario el 31 de mayo de 1982, López Portillo pronunció una de las frases que lo han caracterizado : “No pago para que me peguen”.



Y cita la ocasión donde se dió la expresión : “Ante directivos de medios nacionales, que cada 7 de junio se reunían con el presidente en turno para rendirle tributo, López Portillo preguntó y respondió: “¿Una empresa mercantil organizada como negocio profesional tiene derecho a que el Estado le dé publicidad para que sistemáticamente se le oponga? Esta es, señores, una relación perversa, una relación morbosa, una relación sadomasoquista que se aproxima a muchas perversiones que no menciono aquí por respeto a la audiencia: ‘te pago para que me pegues’. ¡Pues no, señores!”

Hace ya casi 30 años de aquel entonces y tal parece que no ha pasado el tiempo, pues los políticos, al margen de su filiación partidista, hoy en día siguen pensando y diciendo o actuando conforme a la frase lopezportillista aquella del : “no pago para que me peguen”.



El émulo de jolopo, es nada maás y nada menos, que el gobernador panista de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán, quien representado por dos de sus colaboradores cercanos, Mario Palacios Romero, coordinador de comunicación social y Raúl Ruiz Castillo, asesor, maniobraron para que dos periodistas mexicalenses, Jaime Delgado Gaxiola y Miguel Angel Hueso, fueran destituidos de una estación de radio, debido a que su trabajo periodístico incomodaba a “su majestad” José Guadalupe.



Los periodistas hacen la denuncia en una carta dirigida a diputados integrantes de la XX Legislatura Estatal, en la que narran la maniobra y reclaman se verifique el uso de los recursos públicos estatales destinados a la compra de tiempos y espacios en los medios masivos de difusión, en tanto que hay castigos y privilegios, resultando evidente que, aunque panistas, aplican a la perfección lo establecido por el presidente priísta hace casi 30 años, al advertir aquello de : “…no pago para que me peguen”.



La hipersensibilidad y la soberbia, son dos de los males más comúnes en todo político. Este es un claro ejemplo de ello. Lo formidable de la democracia es que los reinados de facto, son temporales. Su “majestad”, está por descender del trono. Pronto volverá a ser un simple mortal. Para su desgracia, los periodistas no son sus súbditos, ni se doblegan.



gil_lavenants@hotmail.com

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