Por Gilberto Lavenant
Los periodistas, al menos el autor de Palco de Prensa, no tienen interés en levantar falsos, en generar sospechas, en imputar culpas o descalificar a determinados personajes. Cada quien, con sus acciones, dan su propia medida.
El columnista refiere y analiza aquellos hechos que estima relevantes. Aplica la lógica, subraya detalles y observa los absurdos. El columnista, no es juez, ni parte. Su interés es genérico, no individualista.
El columnista, tampoco tiene filiación partidista. Enfrenta el riesgo de la descalificación, porque quienes si tienen intereses personales, o de organización política, comúnmente acusan que los señalamientos periodísticos son de origen o tendencia partidista. Incluso de carácter económico.
Pero que quede claro, a nadie se le puede obligar a cambiar de opinión, de bando partidista, a romper compromisos o a incumplirlos. Ese es problema de cada quien.
Existen fórmulas muy sencilas, razonamientos lógicos elementales, para conocer la verdad y señalar presuntas responsabilidades. Si la sociedad no hace las reclamaciones correspondientes, si se tiene la desvergüenza de tolerar hechos o actos, por indignos, difamantes o ilícitos que puedan ser, o si las autoridades son omisas para indagar y sancionarlas, el columnista no puede asumir responsabilidades ajenas.
Por ejemplo, la sencilla pero contundente fórmula de “el pato”. Si camina como pato, tiene plumas de pato y hace cuac cuac, no hay duda, es un pato.
Ahí tienen el caso de las aves exóticas, decomisadas en el aeropuerto a presuntos escoltas o empleados del propietario del Hipódromo. Sabido es que el Ing. Hank Rhon, le encanta adquirirlas, aunque su comercio o transporte esté restringido. La información del caso indica que fueron trasladadas del centro del país y que llegaron aquí en un avión en el que viajó la familia Hank Amaya.
Si ahora salen con que es un policía auxiliar el propietario de las aves, pues la versión resulta pueril, pero allá quien quiera creerlo. Los ppolicías auxiliares son los peores pagados y el gusto por las aves exóticas no es propia o común de gente pobre. Sobre todo por su precio, su alto costo de transportación y mantenimiento.
De acuerdo a la “versión oficial”, el policía hizo las compras y debe contar con una amistad estrecha con Hank Rhon, para que le permitiera transportarlas en el avión en que viajaba junto con su familia. Tener un jefe así, o ser un jefe así, no es cualquier cosa.
Surgen las voces de los hankistas, dando por cierta esa versión y tratan de fortalecerla, observando la actitud de las autoridades encargadas de investigar el caso. Uno de los males más graves que se tienen en México, es el de la impunidad. Incluso en casos en los que las evidencias son irrefutables, surjen las justificaciones y “aclaraciones”. Los ricos e influyentes, generalmente no pisan la cárcel, y cuando lo hacen, es temporal.
Tampoco es intención del columnista, descalificar las aspiraciones políticas de la aspirante priísta al Senado, doña Maria Elvia Amaya Araujo. Si los priístas la postulan como su candidato y los electores la favorecen en los comicios, pues eso es problema de cada quien. El columnista simplemente estará al pendiente de señalar los aciertos, o los errores, de la dama.
Lo mismo puede decirse en torno al caso de la demolición de las viejas edificaciones de “la 8”. Las autoridades municipales incurrieron en serias aberraciones, irregularidades e ilicitudes. Señalarlas, además de obvias o evidentes, para muchos son simplemente ganas de fastidiar al Alcalde priísta. Incluso habrá quienes afirmen que se atienden consignas partidistas para ello.
Pese a todo lo que se diga, las edificaciones de ”la 8”, no estaban en ruinas, ni representaban un peligro para la sociedad. Bajo esos criterios, habría qué derrumbar muchas edificaciones de la ciudad, sin importar sus antecedentes históricos o sociales.
Hay quienes pretenden justificar la acción demoledora, diciendo que el gobierno municipal requiere de recursos para mejorar la zona centro de la ciudad. Pero lo que se pretende obtener con la venta del inmueble, apenas podría igualar a los millones que le regalaron al equipo de futbol profesional, propiedad de Hank.
Casi nadie quiere entender que la simple desincorporación de dichas edificaciones, del dominio público, para pasarlas al régimen del dominio privado y por lo tanto proceder a su venta, requería de argumentación sólida. Queno basta la simple votación mayoritaria de los integrantes del Cabildo. Ya han surgido los cuestionamientos al respecto, por organizaciones y personas de la sociedad civil, con suficiente autoridad moral para hacerlos.
Y lo de la demolición, sin una autorización previa del Cabildo, aunque injustificable, en caso de que hubiese sido sometida a votación y aprobada, resulta ser un acto arbitrario, y arbitrario es aquello que se sale de la ley, por lo tanto ilícito y sancionable.
Que es de poca importancia demolerlas, si al fin y al cabo se iba a vender, eso es intrascendente. Hubo avaluo respecto de las edificaciones demolidas y el perito les reconoció un valor casi semejante al del predio. Demolidas, ese valor desapareció y los responsables de ello, tienen nombres y apellidos.
Acciones como esas, se critican y señalan, no porque se trate de Carlos o Jorge, ni por la filiación partidista de los personajes involucrados. Se hace, porque es ineludible hacerlo. Sabido es que no se puede tapar el sol con un dedo y es deshonesto, al menos para el columnista, omitir dichos temas, tan solo por cuestiones económicas o partidistas.
gil_lavenants@hotmail.com
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