Por Teresa Gurza
Las mujeres de la derecha chilena, fueron decisivas en el golpe militar que terminó con el gobierno y la vida del presidente constitucional Salvador Allende.
Y ahora están rabiosas con las manifestaciones estudiantiles de las últimas semanas por una educación gratuita y de calidad.
Tanto, que están circulando por internet un correo titulado VAMOS CHILENOS ¿HASTA CUANDO?, dirigido “a los chilenos de bien”, “a los que pagan a tiempo sus cuentas”, “a los que tienen los hijos que pueden mantener y no esperan que el gobierno los sostenga y los eduque”, “a los que no se les ha olvidado el respeto a la vida”.
Es el suyo un indignado llamado a protestar contra las protestas; y se enfoca sobre todo en Camila Vallejo, la joven comunista dirigente de la Federación de Estudiantes de Chile, FECH, cuyo nombre pusieron con el apellido mal escrito porque añaden una s.
Y pese a que se ha declarado contra los encapuchados que se infiltran en las manifestaciones estudiantiles para causar robos y destrozos, la acusan.
“¿Quién es Camila Vallejos (sic)? ¿Se cree que puede venir a revolucionar a un montón de jóvenes… ¿Quiénes les responden a estos comerciantes? ¿Puedes responder a esto Camila Vallejos (sic)?”
La copia que me llegó, fue reenviada en su mayoría por mujeres; y por mujeres que pertenecen al 20 por ciento de la población que se queda con más del 80 por ciento de lo que Chile produce.
Y seguramente quién lo escribió no pensó en eso, porque la segunda línea dice: “a muchos se les ha olvidado que Chile no es sólo de algunos, sino de todos”; y pregunta “hasta cuando vamos a permitir que unos cuantos dirijan nuestras vidas acostumbrándonos al caos”.
Recordando el Chile antes del golpe que destituyó al presidente Allende, cuando las derechistas llamaban gallinas a los militares instándolos a dar el cuartelazo, hoy el documento la toma contra los legisladores “¿hasta cuando algunos políticos seguirán sentados en su palco observando cómo se desmorona nuestra democracia?”
Advierte que es la gente con recursos la que siempre paga todo: “El dinero (del Estado) de dónde sale, de mi bolsillo, del tuyo y de tus familiares y amigos que estamos trabajando para sacar adelante a nuestras familias y a este país”.
Y tras críticas al presidente Allende y a los gobiernos de centroizquierda de los últimos 20 años, llama a “sacar a estos violentistas y dejarlos sin voz”; y a protestar contra los manifestantes y “los políticos a los que no les interesa el bien común sino llenar sus bolsillos”.
Su forma de decir BASTA, será colocándose una cinta blanca en lugar visible el lunes 22 de este mes.
Este correo circula en momentos en que Tatiana Acuña, funcionaria del Ministerio de Cultura del gobierno de Sebastián Piñera, fue removida de su cargo, por escribir en twitter “muerta le perra se acaba la rabia”, frase que se asoció con amenazas a la dirigente estudiantil.
Y contrasta con la carta Hablemos de Justicia Social, de los sacerdotes jesuitas Agustín Moreira y Pablo Walker y publicada por El Mercurio.
Los jesuitas sostienen que se debe gratitud a los jóvenes que marchan en las calles, porque su acción hace “que se vuelva intolerable cierto acostumbramiento a la injusticia; cierta naturalidad de engañar al pobre entreteniéndolo en un colegio donde aprenderá poco; cierta legitimidad de hipotecar la vida de un universitario hasta hacerlo reventar de deudas”.
Consideran que los marchistas “despiertan a quienes habíamos construido un mundo en función del interés individual… nos recuerdan que hay un bien común más digno que la obsesión del bienestar personal…que luchar por el bien común da sentido y dignifica”...
Y que la justicia social “exige comenzar priorizando a las personas a quienes negamos lo que les pertenece, porque el derecho a una educación de calidad es una deuda que no fue pagada a tiempo.
Advierten los sacerdotes que no pueden oponerse a la justicia social las expectativas de crecimiento económico; que no se puede actuar pensando que "no vale la pena" gastar dinero en calidad de educación para niños vulnerables, porque no serán necesariamente talentosos; o que no es rentable gastar dinero en la atención de adultos mayores, porque ya no son productivos…”
Y concluyen que la vida "empobrecida" es la huella de una enorme deuda; y que tratar al más pobre con dignidad y “con los mismos estándares que quisiera para mí y mis propios hijos, por supuesto que es muy caro”.
Pero que es necesario hacerlo, y no confundir justicia social con caridad.
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