Dijo Cortázar en Rayuela: “A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho por ocho es la locura o un perro”.
Por Federico Arreola
No entiendo la segunda parte de tal expresión, pero si la primera es cierta, en Monterrey, la más bella ciudad del mundo, hoy hemos comprobado que la ciudad se ha hundido por un estúpido triángulo político del que los principales líderes de mi comunidad forman parte: El primer lado, el fraude electoral; el segundo, la guerra fallida de Felipe Calderón para intentar que olvidáramos su “triunfo” tan sucio en 2006, y el tercer lado los grandes empresarios como garantes de que Calderón iba a poder gobernar “en paz”.
Pero Calderón no pudo y hemos caído en otro triángulo estúpido: sangre-terrorismo-muerte.
¿Qué otra cosa se puede decir después del atentado en el Casino Royale que costó la vida a 53 personas, que ha enlutado al país y que, de nuevo, tiene a México en todas los espacios noticiosos del mundo como un acabado ejemplo de barbarie?
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