El niño consentido también posee dotes de hechicero. Un truco le bastó para dejar en el camino a la luchona selección de Guatemala (2-1) e instalar al Tricolor en las semifinales de la Copa de Oro 2011.
Fue un gol demencial, sólo concebible en la mente de un artista. El balón le quedó retrasado... Su única opción era improvisar y lo hizo a la perfección. Dulce taconazo que devolvió el alma a un coloso que pareció derrumbarse durante el primer tiempo.
La mágica definición (66') resultó ser la mejor prueba de lo que es Javier Hernández para la Selección Mexicana: el hombre señalado para marcar diferencia en los momentos álgidos, aunque ayer contó con el valioso respaldo de ese complemento que otorga más "punch" al ataque tricolor.
El director técnico José Manuel de la Torre tenía que arriesgar para la segunda mitad. La opción más viable era Aldo de Nigris y no falló. Aclaró el panorama en tres minutos.
Recibió ayuda de Héctor Moreno y el árbitro jamaicano Courtney Campbell. El defensa central mexicano cometió falta al recargarse en el marcador chapín, pero el juez no la marcó y el balón llegó a los pies del amuleto norteño. El resto fue simple rutina (48').
El todavía jugador del AZ Alkmaar se sacó la espina, luego de su grosero error en la tempranera anotación de Carlos Ruiz (5'), quien aprovechó la desconcentración del zurdo y la paupérrima salida del nervioso Alfredo Talavera.
La tensión comenzó a desaparecer con el transitorio empate. Auténtico bálsamo para un equipo que empezaba a desconfiar de su capacidad, lo que se reflejó en innumerables equivocaciones al entregar la pelota.
Giovani dos Santos, Andrés Guardado y Pablo Barrera fueron presas de la desesperación. Priorizaron los desbordes y las jugadas individuales sobre la construcción de los ataques con base en acompañamiento, lo que facilitó la labor de los zagueros azules.
El ingreso de De Nigris cambió todo. Gerardo Torrado quedó como único recuperador natural y Aldo acompañó al Chicharito Hernández en la delantera, movimiento que desquició a los guatemaltecos, tal como sucedió a los seleccionados de El Salvador en el inicio de la Copa de Oro.
Volvieron a ensamblarse perfectamente. El hombre sensación del balompié nacional se tiró a las bandas en busca de balones, apoyó en la generación de juego ofensivo, mientras que el espigado depredador obligó a que los centrales rivales no rebasaran el primer cuarto de cancha.
Sociedad que permitió al Chepo mantenerse invicto como entrenador nacional (siete victorias y dos empates), pero sobre todo rescatar un encuentro que se complicó de más.
El toque de distinción lo dio de nueva cuenta el juvenil hechicero. Fue su gol número 20 con la playera del Tricolor, importante como pocos. Valió clasificar a las semifinales, ronda en la que México se topará con Honduras el próximo miércoles en el estadio Reliant en Houston, adversario con mayor potencial que el representativo chapín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario