viernes, 15 de octubre de 2010

Los 33

Por Teresa Gurza
CHILE.-
Continúan en todo el país euforia y festejos por el exitoso rescate de los 33 hombres atrapados en la mina San José.
Todo mundo, menos los dueños de la mina, participa en las celebraciones.



Y a ellas se han unido científicos de varios países que laboran en el observatorio internacional del cerro Tololo, ubicado al igual que la San José en pleno desierto de Atacama, colocando en el frontis de uno de los edificios que miran a las estrellas, el número 33 por medio de un halo de luz.



Hay nuevos datos sobre los momentos difíciles que pasaron tras el derrumbe, cuando el polvo les impidió toda visibilidad durante tres horas.



Sobrevivieron permaneciendo unidos y tomando decisiones por votación; entre ellas comer sólo dos cucharadas de atún cada dos días; y usar chamarras con plegarias religiosas durante el viaje a la superficie.



Se agiganta con los días, la labor del ingeniero Andre Sougarret jefe de esa impecable operación de rescate que duró 22 horas; y le impidió ver a su familia en 70 días.



Van terminando también en el hospital de Copiapó, chequeos y curaciones.



Muchos tienen, igual que millones de los chilenos con menos recursos, problemas dentales.



Es el caso de Víctor Zamora que sueña con comprarse una dentadura, porque desde el día del desplome le duelen las muelas; y que habla tan chistoso, que sus compañeros le dicen Cantinflas.



Se habla de los 33 rescatados en conjunto; pero cada uno tiene habilidades que marcaron reacciones 700 metros bajo tierra; y maneras de salir de la cápsula.



A los 63 años Mario Gómez, es el más viejo; y Jimmy Sánchez, que se está estrenando como papá es a los 19, el más joven.



En medio hay ocho en los veintes; nueve en los treintas; ocho entre 40 y 49; y seis de más de 50, pero menos de 60.



Entre todos suman 61 hijos o hijas; tres de ellos propusieron matrimonio desde la profundidad a sus convivientes; y destinarán a los vestidos de novias, las fiestas de bodas, y las lunas de miel los 10 mil dólares, que a cada uno regaló un empresario minero.



Todos entraron a la mina por ser tradición familiar, o chamba mejor pagada; y aguantaron penurias, para mejorar la vida de sus familias y pagar estudios a los hijos.



La mayoría había ya advertido que la San José que terminó por sepultarlos, estaba en muy malas condiciones.



Dos habían sufrido desplomes anteriores, en los que perdieron uno y tres dedos.



Omar Reygada sólo gritó "¡Otra vez!" cuando quedaron atrapados... era su tercer derrumbe; y por eso fue el primero que entendió, que la cosa era seria. Fue dirigente social y está organizando las demandas indemnizatorias.



Topógrafo y minero desde hace 31 años Luis Urzúa, fue responsable la disciplina; y ayudó tanto anímicamente a sus compañeros, que recibió elogios de expertos de la NASA.



El exmilitar Juan Illanes quiso ser el líder; pero ante el casi unánime rechazo, terminó aceptando a Urzúa; pero el día que cumplió 54 años, “pasó revista” a los 11 que habían dado servicio militar.



Fueron tan organizados, que hasta encargado de rezos tenían; el evangélico José Henríquez, pidió 33 biblias de bolsillo y dirigió plegarias dos veces al día.



José Ojeda escribió el mensaje que en sólo siete palabras de plumón rojo, decía lo esencial: “Estamos bien, en el refugio, los 33” .



Ese día se decidió enviarles cable óptico para establecer contacto auditivo y visual.



Y cuando se hizo, el ministro de Minería Laurence Golborne que es la otra estrella del rescate, condujo una grabación de 15 minutos donde se paseó por el campamento; les mostró que sus familias estaban bien atendidas; les explicó riesgos y trabajos del equipo que intentaba rescatarlos; y les garantizó que los sacarían con vida.



El rostro de Renán Avalos Silva, fue el primero que ese domingo 22 de agosto pudo ver Chile de los mineros bajo tierra; y cuando familiares y funcionarios trataban de descifrar quien era el que aparecía en pantalla, su padre don Alfonso dijo “es mi hijo” y estalló en sollozos.



Mario Sepúlveda conductor de los programas filmados en el refugio, mostró al mundo cómo vivían.



Y todo Chile lloró al ver a Emily, la hijita de dos años del boliviano Carlos Mamani, gritar “papá” cuando el rostro de su padre apareció por primera vez en pantalla.



Franklin Lobos fue el más visto, porque se colaba en todas las tomas.



Como muchos son fanáticos futboleros, Golborne dispuso un cable para que pudieran ver el Mundial de Africa; y los clubes de sus cariños, les enviaron camisetas firmadas.



Víctor Segovia apuntó desde el inicio lo sucedido; quería que quedara un testigo de lo ocurrido, porque pensó que morirían sin ser descubiertos



Carlos Bugueño elaboró con cartón, el juego de dominó que los entretuvo antes de que el mundo supiera que estaban vivos.



El largo encierro cambió el nombre de la recién nacida hija de Ariel Ticona; se iba a llamar Carolina, pero le pondrán Esperanza.



Juan Carlos Aguilar extrañó más que nada los cariñitos en el pelo que le hacía su esposa; pero no logró convencer a ninguno para suplirla.



Raúl Bustos escapó del terremoto y maremoto en Talcahuano; pero al quedar sin empleo porque cayó el astillero donde trabajaba, viajó al norte, entró a la mina y le tocó el derrumbe.



Claudio Yáñez pidió les enviaran cigarros; y cuando recibió parches con nicotina, reclamó “Ministro no es lo mismo un pucho que un parche”.



El mandón, Esteban Rojas prohibió a su esposa dar entrevistas. “Ya hablaré yo, cuando salga”.



Pedro Cortez bromeó en su primer mensaje: “nunca había estado tanto tiempo dentro de una mina”; y todos rieron porque acá se les dice “minas”, a las muchachas guapas.



Este fin de semana frente a 32 banderas chilenas y una boliviana, habrá en el campamento Esperanza un asado de los rescatados para los rescatistas; que a decir del ministro Golborne, “no son héroes sino un grupo humano de primer nivel”.



Mientras, prensa y comerciantes los persiguen para “comprarles” exclusivas; y hacer todo tipo de cosas con sus nombres y fotos.

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