TIJUANA.- Luis Donaldo Colosio Murrieta dejó de ser atractivo político y de manera automática los priístas dejaron abandonada la Plaza de la Unidad y la Esperanza que se fundó en Lomas Taurinas, el lugar donde el sonorense fue abatido a balazos el 23 de marzo de 1993.
Así lo consideró Agustín Pérez Rivero, líder de la colonia ubicada en la delegación Mesa de Otay, quien cada año observaba que al acercarse la fecha luctuosa, políticos y aspirantes a algún cargo de elección popular ordenaban remozar el área, pero ahora “brillan por su ausencia”.
Ante la falta de interés de propios y extraños, basura y grafiti enmarcan la plaza. Ni siquiera el nombre del sonorense escrito en letras metálicas ha sido respetado pues los adictos que buscan cualquier cosa para vender han intentado arrancarlo a pedazos.
El pedestal que soporta la estatua de bronce que se colocó hace más de 15 años conserva algunas letras del nombre de Colosio, y en cambio ha sido utilizado por las pandillas del lugar para plasmar sus mensajes en grafiti.
Pérez Rivero recordó que sólo los primeros aniversarios después de su muerte, Colosio fue recordado en actos mientras el lugar se llenaba de coronas florales, pero eso se fue acabando hasta que este año nadie ha dado muestras de recordarlo.
En años anteriores, cuadrillas de trabajadores llegaban hasta con cuatro días de anticipación a dar una remozada a la Plaza de la Unidad y la Esperanza.
Antes los políticos venían a colocar una corona o a tomarse una foto para recordar un año más del homicidio, pero ahora muy lamentablemente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) al que el pertenezco no se ha acordado, dijo el líder popular.
Aunque la responsabilidad de mantener en buen estado la plaza es de las autoridades municipales por ser un espacio público, el dirigente popular consideró que diputados y regidores del PRI tienen la obligación moral de hacerlo.
Criticó que no hayan sido capaces de gastar un poco de sus abultados sueldos para mejorar la imagen del lugar y aseguró que él es el único que se ha preocupado por mantener el espacio.
Incluso sostiene que ha obligado a algunos jóvenes a repintar lo grafiteado, pero el problema de vandalismo persiste.
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