Por J. Antonio Aspiros V.
El Partido Acción Nacional (PAN) fue fundado en 1939 por políticos conservadores, principalmente el liberal Manuel Gómez Morín, destacado intelectual que fue miembro del grupo Los Siete Sabios y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México..
Veinticinco años después el PAN tuvo una crisis cuando un sector quiso adherir el partido a la democracia cristiana, pero no lo permitieron tanto Gómez Morín como el entonces dirigente panista Adolfo Cristhlieb Ibarrola; muchos militantes se fueron.
Uno de los que se mantuvieron fieles al PAN (y en 2009 celebrará 50 años como panista) fue Diego Fernández de Cevallos, quien en 1968 era líder juvenil de su partido, y como tal tuvo un acercamiento con el movimiento estudiantil.
De acuerdo con la prensa de la época, en los sucesos de hace 40 años grupos de derecha radical apoyaron la tesis de un complot comunista, entre ellos el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), que antes de ser desmantelado en ese 1968 organizó mítines afuera de la embajada rusa, calificó de "agente del castrismo" a Heberto Castillo, y aseguró que los estudiantes estaban siendo utilizados por "terroristas apátridas".
Por su parte la Unión de Católicos Anticomunistas Mexicanos, que presidía Anacleto González Flores -fundador de la ACJM-, acusó a José Álvarez Icaza, entonces vocero del Episcopado Mexicano a través del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), de apoyar "la actual subversión sin importarle la presencia del marxismo en el llamado movimiento estudiantil".
Álvarez Icaza había declarado que "no se puede reducir el problema de la juventud mexicana a solamente ver marxistas involucrados, aunque ciertamente sí lo estén. No se puede decir que una cosa tan generosa para México como lo es el movimiento, sea una trampa marxista".
Y la Unión Nacional Sinarquista, otro grupo de derecha, movilizó en parte del país a sus brigadas para difundir mediante "manifestaciones, conferencias, volantes y otros recursos", orientaciones "a la generalidad de los mexicanos" en vista de la "abierta provocación de los marxistas" en los sucesos de ese año.
El PAN tuvo otra actitud. En el mitin del 20 de agosto de 1968 en Ciudad Universitaria, Fernández de Cevallos ofreció a los estudiantes que los diputados panistas tratarían en la Cámara el tema del movimiento, y les brindó también las páginas la revista 'La Nación', órgano de su partido.
Poco después Christlieb Ibarrola pidió a alumnos y autoridades rectificar los caminos de la violencia, y aseguró que había elementos extraños dentro del movimiento.
Christlieb renunció por esos días y correspondió a su sucesor Ignacio Limón Maurer denunciar que la autonomía universitaria y la Constitución habían sido violadas por el gobierno al ordenar la ocupación militar de Ciudad Universitaria; acusó al régimen de errores y excesos, y exigió la devolución de las instalaciones y la liberación de los detenidos.
Los legisladores panistas fracasaron en su intento de que la Cámara de Diputados aprobara una solicitud a Gustavo Díaz Ordaz para el retiro militar de la Universidad, y después de la masacre en Tlatelolco votaron contra una declaración presentada por el PRI, y aprobada, según la cual "las medidas tomadas por el Ejecutivo para garantizar la paz de México corresponden a la magnitud de los acontecimientos y a la gravedad de las circunstancias".
También acusaron a Díaz Ordaz de no haber querido razonar y de negarse "sistemáticamente al camino de la rectificación".
Todavía en la cena de Navidad del PAN, el diputado José Ángel Conchello defendió al movimiento estudiantil, en el que a su juicio había jóvenes de todas las ideologías, incluso panistas, que "no saben a dónde van, pero sí saben lo que rechazan; es una generación violenta e iracunda que lucha por un mundo acorde con sus ideales". (Concluirá).
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