Por Teresa Gurza.
Quiero comenzar mi artículo de esta semana, felicitando desde Chile a ese gran periodista que es Miguel ángel Granados Chapa, por la medalla Belisario Domínguez que acaba de recibir.
Cumplido este paso, procedo ahora a platicarles que acá como en el resto del mundo y sobre todo de los países en desarrollo, han subido hasta las nubes los precios de los alimentos básicos.
Y que esto ha ocasionado una preocupación más a las madres de familia, que no saben ya qué hacer para seguir alimentando a sus niños de forma nutritiva, porque prácticamente no pueden ya comprar casi nada.
Y también a los productores; porque los intermediarios y supermercados les pagan, por ejemplo, diez pesos chilenos por una lechuga que ellos venden a casi 900.
Es en esta triste situación que llega el 16 de octubre, fecha en la que cada año se conmemora el Día Mundial de los Alimentos instituido por la FAO.
Según datos de esta organización, que en Chile encabeza la mexicana Margarita Flores, el alza del costo de la vida se ha incrementado globalmente en 52 por ciento.
Situación que ha provocado un considerable aumento en el número de personas con hambre en América Latina.
Las cifras oficiales de este organismo internacional, indican que a causa del alza de precios el año pasado aumentó en seis millones el número de hambrientos en la región; mismo que ahora llega, a más de 51 millones de personas.
O sea que hay más de 51 millones de seres humanos, que no tienen los recursos necesarios para poder comprar los productos mínimos que necesitan para vivir.
Se ha comprobado miles de veces, que por el impacto de las crisis económicas las familias pobres se ven imposibilitadas para comprar carne, pescado y pollos; que disminuyen notablemente el consumo de frutas y verduras; y que reemplazan todos esos alimentos por otros más baratos, pero menos sanos; lo que afecta directamente, su seguridad alimentaria y su nutrición.
Por este motivo la FAO de Chile y el gobierno de este país, han desarrollado iniciativas que permitan a los campesinos y a la gente más pobre de las áreas urbanas marginadas, consumir frutas y hortalizas frescas y de buena calidad.
Una de estas iniciativas se muestra en la exposición de huertas familiares, que indica cómo a través de tecnologías apropiadas, las familias pueden producir alrededor de 25 kilos de alimentos en un espacio de sólo cinco metros cuadrados.
Esta exposición podrá ser visitada durante una semana en Santiago, pero será también montada en otros lugares de este país del Cono Sur, para enseñar a la población de menores recursos la mejor forma de hacer estos huertos con pequeños contenedores de muy fácil construcción y en muy poco terreno; y así poder tener todos los días tomates, rabanitos, lechugas, brócoli, pepinos, papas y frijoles.
Además de esta exposición, la FAO ha organizado para este mes, otros eventos como un tianguis de alimentos saludables a bajos precios; y una original carrera llamada “muévete contra el hambre”, en la que participarán alrededor de tres mil personas que se inscribieron donando un kilo de cualquier alimento no perecible, y que correrán tres kilómetros y medio por calles y avenidas de Santiago, la capital chilena.
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