Por Ezequiel Curado.
En un país dividido hasta el tronco, la aprobación de dos nuevos partidos políticos suena a blasfemia y más folcklor político que a otra cosa.
Luego los nombres de los dichosos membretes que terminan en ser lucrativos negocios de familias y unos cuantos parásitos del decadente sistema político mexicano. Luego los nombres de quienes están detrás de estos organismos, personajes con claros antecedentes de la más rancia corrupción, ex presidiarios y reciclados como salidos de un carnaval del horror. Cristianos, cretinos, "maistros" y sedicentes salvadores de la Patria. Partidos políticos de avanzada, modernos y progresistas. Partidos Basura que no representan en absoluto a los intereses legítimos del pueblo, de la clase trabajadora, los campesinos, las amas de casa, los empresarios, los comerciantes, los jóvenes o los viejos. Luego las formas en que los Consejeros, Jueces, Magistrados y Legisladores, se reparten el pastel de la partidocracia para empezar a disfrutar de las partidas, Prerrogativas y demás privilegios. Dejando a un lado la esencia de estos partidos como instrumentos de lucha política para impulsar los cambios de fondo que demanda el país. Dejar fuera de la jugada al Partido de Felipe Calderón y Margarita Zavala, ambos personajes oscuros e impresentables, por líneazo, de fea forma y sin dejarles siquiera oportunidad de salir a las calles abiertamente con sus propuestas, nos pinta insistimos como un país de subdesarrollados, de alborotadores, especuladores y argüenderos. Los valores de la igualdad, el respeto a la Ley, al Estado de Derecho y la Democracia, nos seguirán quedando vedados, inalcanzables.
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