Con relación al tema de la seguridad preventiva que por ley los gobiernos municipales deben de proveer a los ciudadanos, Mirna Rincón Vargas, desde su arribo como titular del ejecutivo municipal, ha utilizado a la corporación como una sustancial caja recaudadora de fondos no oficiales para su satisfacción personal, utilizando como brazo implementador y ejecutor de la política de cuestación a su jefe de ayudantía, Carlos Armando Espinoza Torres.
Ambos personajes, lograron inyectar a la corporación altos niveles de corrupción, la volvieron un ente represor de los ciudadanos y recaudador de dinero en beneficio personal y para sus mandos y jefes, tornándola ineficaz e inoperante para los rosaritenses.
Iniciaron con el militar en situación de retiro, Luís Magdaleno Vázquez, a quien colocaron como director de la corporación, pero, le asignaron a todos los mandos subalternos, empezando por su comandante operativo, Cesar Pedro Silva Ibáñez, quien era el que acordaba directamente con Espinoza Torres y era responsable directo de transmitir el monto de las participaciones voluntarias de los elementos activos y su consecuente recolección.
La imposición lejos de incomodar a Vázquez Luís, le dio la oportunidad de llevar a cabo en la comunidad rosaritense, una agenda social muy activa y participativa, creando a la par, un nicho de relajamiento sin rubor alguno, por el que delegaba toda la operación y actividad de su responsabilidad a Silva Ibáñez.
Con base en lo anterior, la operación se puso en marcha y los rosaritenses y visitantes nacionales y extranjeros, especialmente aquellos que conducían vehículos de reciente modelo y con placas americanas, fueron las victimas preferidas de los jenízaros, quien sin rubor alguno, detenían a los ciudadanos y les inventaban una larga cadena de infracciones y delitos, o les “sembraban" drogas o algún tipo de arma, con el objetivo de esquilmarles la mayor cantidad de dinero posible.
Las presas preferidas de los agentes policiacos son los turistas, ya que el botín por extorsión que de ellos obtienen, es por lo general en dólares, ya sea por una simple infracción de tránsito y la consabida amenaza de remolcar el vehículo, y en casos extremos, cuando les encuentran en la revisión física y de pertenecías, incluido el automotor, algún tipo de enervante (si es que ellos no la “sembraron").
Los abusos y excesos de los agentes de la policía no tardaron en ser denunciados y evidenciados por los ciudadanos en Sindicatura Municipal, ante Mirna Rincón y las redes sociales, sin embargo, la inamovilidad e indolencia del Síndico Miguel Ángel Vila y la alcaldesa, fue incrementando la ya de por si alta reticencia de los ciudadanos a presentar denuncias, por lo que, afectados y testigos de los abusos policiacos, optaron por hacerlo en su mayoría, solo a través de las benditas redes sociales.
Al mismo tiempo y de forma paralela, en la comunidad los índices delictivos crecían rápidamente, asaltos a comercios, a transeúntes, robo con y sin violencia de vehículos, a comercios, a casas habitación, no se detenían, el ineficiente trabajo en el combate a la inseguridad, generaron que los grupos organizados de la sociedad civil de Rosarito manifestaran su inconformidad a la alcaldesa Rincón Vargas, exigiendo su intervención en el asunto, para que implementara las medidas necesarias y dar solución a tan deficiente labor policial.
Forzada por las voces y manifestaciones de inconformidad ciudadana, Rincón Vargas optó por despedir a Magdaleno Vázquez de la dirección de la policía municipal y lo sustituyó por, Adrián Hernández Pérez, Teniente de Corbeta en situación de retiro, quien tuvo que cargar, por imposición del dúo corruptor, con la nefasta figura de Silva Ibáñez, de quien se convirtió en su fiscalizador personal a fin evitar en lo posible, continuará cometiendo sus trapacerías.
Continuará…….
Y mientras tanto….
En el IEE se avizora un conflicto entre el PAN y MC, por la designación de los diputados plurinominales
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