Sin lugar a dudas, de los cinco alcaldes priístas, que lograron el cargo en los comicios de 2010, no hay uno que pueda decirse que ha hecho bien las cosas, pero el que más pésimo desempeño ha tenido, ha sido el de Playas de Rosarito, Javier Robles Aguirre.
Tenía 36 años cuando asumió el cargo de Alcalde del V Ayuntamiento, actualmente tiene 39. Es Licenciado en Economía, egresado de la UABC, aunque 3 años después, como ocurre con la mayoría de los jóvenes que andan desorientados en el campo de la vocación profesional, cursó 2 años en la Licenciatura de Turismo, también en la Universidad Autónoma de Baja California.
Sin embargo, lo suyo no era ejercer profesión alguna. Lo suyo, ha sido la política. A la edad de 24 años, aunque originario de Tijuana, es nieto del extinto líder cetemista, Salvador Aguirre Sánchez, fue regidor del primer ayuntamiento de Playas de Rosarito.
El 29 de junio de 1995, la Legislatura Estatal aprobó la creación del municipio de Playas de Rosarito, mediante Decreto 166 publicado el 21 de Julio de ese mismo año en el Periódico oficial del Estado. Durante los primeros 3 años como municipio, fue gobernado por un Consejo, encabezado por Hugo Torres Chabert, el cual tomó posesión el 1 de diciembre de 1995.
Fue hasta 1998 que se realizaron las primeras elecciones para elegir a quienes integrarían el I Ayuntamiento, resultando electo como Alcalde el panista Silvano Abarca Macklis, quien precisamente este 2013 asume por segunda ocasión dicho cargo. En el I Ayuntamiento, fue cuando Robles Aguirre hizo su debut en la administración pública, como Regidor.
El II Ayuntamiento lo encabezó el también panista, sumamente controvertido, Luis Enrique Díaz Félix. El III Ayuntamiento, a partir del 2004, lo encabeza otro panista, también controvertido, José Antonio Macías Garay.
En el IV Ayuntamiento, debido a las pugnas entre los panistas y a los múltiples conflictos entre ellos y evidencias de corrupción, les ganó el priísta Hugo Torres Chabert. Fue el único de los cinco candidatos del PRI a las Alcaldías de Baja California, en el 2007.
En el 2010, hubo una sorpresa electoral en Baja California. Los cinco candidatos priístas a Alcaldes, ganaron los comicios. Entre ellos, Javier Robles Aguirre. Se presumía que en las siguientes elecciones, los priístas volverían a resultar ganadores. Bueno, no les fue tan mal, ganaron 3 de 5, pero perdieron Playas de Rosarito.
Cuentan, quienes conocen a Tito Robles, que se “engolosinó” con el cargo. Se “sintió en la nubes”, incrustró en la nómina a sus compas, a sus amigos y compañeros de parrandas universitarias. Los recursos del V Ayuntamiento se le hicieron poca cosa. Hoy, “ya no quiere queso, sino salir de la ratonera”.
Ciertamente, las crisis financieras de los gobiernos municipales, en Baja California, como en el resto del país, no empezaron en el 2010. Pero sí se acentuaron, por la pésima capacidad administrativa de los alcaldes priístas y su frívolo comportamiento.
A dos meses y medio de concluir su gestión, el que enfrenta las peores condiciones, es precisamente el Alcalde de Playas de Rosarito. No tiene dinero, ni para pagar la nómina. Tratando de justificar la caótica situación que enfrenta, a fines de agosto pasado declaró que heredó deudas de todo.
En esa ocasión, reconoció que en los 3 años de su gestión, enfrentó dificultades para pagar a tiempo la nómina y que no solamente adeudaba sueldos a funcionarios, sino también las cuotas del ISSSTECALI, a proveedores, a farmacias, a diversas empresas como Cemex y a la recolectora de basura GEN.
Desesperado, pidió al gobierno estatal, que volteara a ver a Playas de Rosarito, que se olvidara de colores partidistas y pensara en la ciudadanía. Y refirió las cuentas por pagar. Dijo que el gobierno anterior, el de Hugo Torres Chabert, pidió un crédito por 220 millones de pesos, de los cuales el V Ayuntamiento a su cargo había pagado 100 millones, pero que los intereses incrementaron a más del doble el monto original y tendrán que pagarlo los 3 o 4 ayuntamientos siguientes.
Se quejó entonces que no había recibido apoyo extraordinario del gobierno de Osuna Millán. Seguramente el “rosario” de lamentos, casi hizo llorar al reportero que lo entrevistó. El 29 de agosto, el Tesorero municipal, Manuel Zermeño, dijo que el Ayuntamiento de Playas de Rosarito requería de cuando menos 10 millones de pesos, para cumplir los compromisos esenciales de fin de gestión.
Evidentemente desesperado, dijo que se solicitó la intervención del Congreso del Estado, para que se les asignen recursos a fondo perdido. Que la respuesta dependía de la buena voluntad que tuviera el Gobernador Osuna Millán. Todo indica que no la hubo. Luego, el clamor de los empleados de todas las áreas, por falta de pago de sus sueldos, ha sido frecuente. El Alcalde Tito Robles simplemente pidió paciencia a los empleados y les dijo que el que no aguante, “que se baje del barco”.
Ya no halla la puerta. En días pasados viajó a la capital del país, para pedir recursos extraordinarios. Tampoco ha habido respuesta. El Alcalde, “ya tiene el agua hasta el cuello”.
Como un acto desesperado, la semana pasada reveló que el gobierno a su cargo tiene en la mira al centro de convenciones, construido por el gobierno estatal, por un adeudo por más de 700 mil pesos, por impuesto predial y revisión de la obra, como si el gobierno municipal no tuviese obligación de aportar para este proyecto. Simples “patadas de ahogado”. Pero quería ser Alcalde. Ahora, “ya no quiere queso, sino salir de la ratonera”
gil_lavenants@hotmail.com
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