Por Gilberto Lavenant
No cabe duda que los tiempos han cambiado. Al menos en algunos aspectos. Quizás por los avances tecnológicos, pero ya no resulta tan fácil ocultar verdades, disfrazándolas de cuentos de hadas o leyendas mágicas. Las ingenuidades son cosas del pasado.
Antes, cuando un niño preguntaba de donde salió o llegó su hermanito, simplemente se le decía que lo había traído la cigüeña, y el niño lo tenía por cierto. Como muchas otras cosas que los padres decían a sus hijos, tales como que santoclós trae los regalos a los niños que se portan bien, o que la luna es de queso.
Hoy en día, los niños no son ingenuos. Háblenles de la cigueña y seguro les dicen que no existe. Díganles que la cigüeña trajo a sus hermanitos y les dirán que no es cierto, que salió del vientre de su madre.
Los niños de hoy en día, hablan sobre múltiples temas, antes prohibidos para los menores de edad, como si fuesen adultos. Ya no se “chupan el dedo” tan fácilmente. Ellos saben perfectamente cuándo les dicen la verdad y cuándo los están cuenteando.
Y si ni siquiera los niños de ahora son ingenuos, no se explica la razón por la cual los políticos piensan, o suponen, que los electores, que son adultos, mayores de edad, puedan ser ingenuos.
Cómo eso de pregonar que los candidatos a puestos de elección popular, serán electos por los miembros del partido y no por alguien más. Esas son ingenuidades absurdas.
Las designaciones directas, las imposiciones o el “dedazo”, son prácticas comúnes en todos los partidos políticos. Tan añejas, como el cuento de “caperucita y el lobo”. Todos saben que para que alguien sea postulado para contender por determinado puesto de elección popular, debe reunir ciertos requisitos, pero sobre todo, debe tener “padrino” o el visto bueno del gran elector. Llámese Presidente de la República, Gobernador del Estado o líder del partido.
No es cierto que las decisiones las toman las bases. Los ciudadanos reunidos en una asamblea democrática, en la que someten a consideración de todos los presentes, los datos personales de los diversos aspirantes. Que el elegido es aquel que tiene mayores méritos. Eso, ni los niños lo creen.
Ahí tienen a los panistas, dizque en espera de que se conozcan los resultados de la encuesta que dicen realizaron el pasado fin de semana, supuestamente confiados en que quienes aparezcan a la cabeza, con los mejores porcentajes de preferencia electoral, serán los elegidos. Ni que la luna fuera de queso.
Todos saben que la decisión ya está tomada y que el elegido, en el caso de los panistas aspirantes a la gubernatura estatal, será el que beneficie al grupo del gran elector, sea el Presidente de la República, el Gobernador del Estado o el dirigente nacional del partido.
Los aspirantes no son niños, ni ingenuos. Asumen poses de disciplinados, con la esperanza de que del “gran dedo” apunte hacia ellos y que no habrá necesidad de desgastarse. Al final de cuentas, dentro del partido, hay posibilidades. Fuera del partido, nada.
En el terreno del priísmo, las cosas están más o menos iguales. Los aspirantes saben perfectamente, porque así ha sido la tradición tricolor, que el gran elector, que quien decidirá cuál de todos será postulado como candidato a la gubernatura, lo será el Presidente electo, Enrique Peña Nieto.
Como también saben, sin lugar a dudas, que ninguno la tiene segura. Saben, que en esto de la política, no hay que llegar temprano, si no, hay que saber llegar.
Eso de que primero la plataforma y los programas y que después los nombres de los candidatos, es simplemente una treta para hacer tiempo. Peña Nieto les ha dicho que primero necesita tomar posesión en la Presidencia de la República y luego atenderá los demás asuntos. Entre ellos decidir quien contenderá por la gubernatura de Baja California, la primera en la que habrá de hacer valer su facultad de gran elector, durante su gestión.
Esta semana, René Mendívil, encargado de la Presidencia estatal del PRI, al responder una pregunta directa de periodistas de Tijuana, aseguró que serán ls priístas quienes elijan a sus abanderados en 2013.
Esto, según explicó, conforme al método de selección de candidatos que se apruebe por parte de las dirigencias estatal y nacional. Obviamente, quienes le escucharon, no le creyeron nada. Ni mucho menos quienes lean las notas informativas correspondientes.
No obstante la evidente incredulidad, Mendívil afirma que no habrá imposiciones, y que es una premisa equivocada pensar que será el próximo Presidente, Enrique Peña Nieto, o la dirigencia nacional del PRI, quienes definan las futuras candidaturas tircolores.
Incluso, tratando de fortalecer sus aseveraciones en tal sentido, dijo que eso debe quedar bien claro, para evitar malinterpretaciones, pues dijo que serán los priístas de Baja California quienes definirán y decidirán, quienes serán sus candidatos.
Es más, dijo que podría ocurrir que los grupos y aspirantes lleguen a un consenso y tengan un “candidato de unidad” y que eso no será un “dedazo”. Tanto como querer convencer a los niños, que es verdad, el cuento ese de la cigüeña, o que la luna es de queso. Imaginen a Hank Rhon y Castro Trenti, cantado a dúo la canción de José Luis Rodríguez “El Puma” : “…agárrense de la mano…”.
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