Por Gilberto Lavenant
En la historia de Baja California, se conoce como filibusteros, a extranjeros que participaron en la toma de ciudades fronterizas como Tijuana, presuntamente para constituir una república socialista independiente, que luego habría de anexarse a la Unión Americana, siendo uno de los pasajes más controvertidos.
Esta zona del país, hinóspita, con una población sumamente reducida, fue punto de interés de extranjeros o mexicanos residentes allende la frontera, como lo fueron otras partes de la República Mexicana que luego fueron anexadas al territorio estadounidense. El monumento a los Defensores de Baja California, ubicado frente a lo que fue el Toreo de Tijuana, en memoria de los tijuanenses que perdieron la vida en la batalla del 22 de junio de 1911, combatiendo a los filibusteros norteamericanos, es una página relevante de ésta historia.
Irónicamente, 101 años después de aquel histórico acontecimiento, dos extranjeros, a quienes podría referírseles como filibusteros, asociándolos con los intereses anexionistas de aquella época, participan en actividades electorales para convertirse en presuntos representantes de los bajacalifornianos en el Senado. Algo totalmente absurdo.
Se trata del panista Ernesto Ruffo Appel, nacido en San Diego, California, y Marco Antonio Blázquez Salinas, candidato del llamado Movimiento Ciudadano, que impulsa la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, nacido en territorio mexicano, pero que por cuestiones laborales, como él mismo lo confiesa, adquirió la nacionalidad estadounidense. Si bien es cierto que para efectos civiles la legislación mexicana permite ostentar la doble nacionalidad, para que quienes las ostenten, puedan ocupar cargos públicos, deben renunciar a su nacionalidad extranjera.
Quienes duden sobre el impedimento que ambos personajes tienen para ocupar cargos públicos, y por lo tanto para ser candidatos a Senadores, cabe recordar que el 6 de julio del 2007, el Tribunal Federal de Justicia Electoral, confirmó la resolución emitida por el tribunal electoral estatal, revocando la candidatura a la alcaldía de Tijuana, del priísta Jorge Enrique Aztiazarán Orci, precisamente por ostentar doble nacionalidad y no haber renunciado expresamente a su nacionalidad estadounidense. Esto, dentro del Juicio de Revisión Constitucional Electoral y Juicio Para la Protección de los Derechos Políticos-Electorales del Ciudadano, según expedientes SUP-JRC-130/2007 y SUP-JDC-716/2007.
El 27 de junio del 2007, el Pleno del Tribunal de Justicia Electoral del Poder Judicial del Estado de Baja California, dentro del expediente RI-026/2007, resolvió revocar la candidatura de Aztiazarán Orci. Su partido y él mismo, hicieron valer recurso de revisión, argumentando que ostentaban doble nacionalidad, exhibiendo el certificado de nacionalidad mexicana exigido para hacer valer sus derechos electorales, y que además el impedimento legal era para aspirantes a munícipes, no para Alcaldes.
Sin embargo, el tribunal electoral federal observó que no hubo renuncia expresa a su nacionalidad estadounidense y que munícipe y Alcalde es lo mismo. En su resolución, el Trife advirtió que “…Para la obtención del certificado de la nacionalidad mexicana, los interesados deberán formular renuncia expresa a la nacionalidad que le sea atribuida, a toda sumisión, obediencia y fidelidad a cualquier otro Estado extranjero, a toda protección distinta a las leyes y autoridades mexicanas, y a todo derecho que los instrumentos internacionales concedan en favor de los extranjeros. Asimismo, deberán manifestar adhesión, obediencia y sumisión a las leyes y autoridades mexicanas”.
Los casos de Ernesto Ruffo Appel y Marco Antonio Blázquez Salinas, prácticamente son similares al del priísta Aztiazarán Orci. La legislación mexicana les permite ostentar doble nacionalidad, pero les condiciona que para ocupar cargos públicos, y por lo tanto para ser candidatos a puestos de elección popular, deben renunciar a su nacionalidad extranjera.
Esto es sencillo. Si en actividades particulares se advierte que “el que a dos amos sirve, con alguno queda mal”, en política, o mejor dicho en la función pública, no se puede servir a dos gobiernos distintos, pues además de absurdo, es sumamente peligroso, sobre todo conociendo la filosofía intervencionista norteamericana. Ruffo y Blázquez hablan con ligereza sobre este tema y argumentan que no les afecta su doble nacionalidad. Suponiendo sin conceder que tales manifestaciones son hechas de buena fé y por mera ignorancia, eso no le resta gravedad al asunto. Raya en el absurdo, hasta un niño puede entenderlo.
Imaginen nada más, dos Senadores mexicanos, en caso de que resulten electos el 1 de julio próximo, que por ser nacionales de Estados Unidos de Norteamerica, están sometidos a los deseos e intereses del Tío Sam. En los casos en que en el poder legislativo federal se discutan temas de corte internacional o que afecten intereses norteamericanos, ambos están obligados a atender indicaciones del gobierno de Washington. Incluso, el Tío Sam, sin siquiera solicitarlo estos flamantes políticos, podría venir a México a hacer reclamaciones en caso de que alguno de los dos sufriera alguna agresión.
Ruffo, tiene 3 actas de nacimiento, con 3 nombres distintos. Nació en el Hospital Mercy de San Diego, California, el 25 de junio de 1952, con el nombre de Ernest Ruffo Jr., no obstante lo cual sus padres registraron su nacimiento en el Registro Civil de Ensenada, como si hubiese nacido en el puerto el 19 de noviembre de 1953. Tiene doble nacionalidad debido a que aunque nació en Estados Unidos, es hijo de padres mexicanos. Su problema es que no ha renunciado a su nacionaldad extranjera.
Blázquez, también tiene doble nacionalidad, pues aunque nació en México, adquirió la nacionalidad estadounidense, por cuestiones laborales. También está impedido para ser candidato, salvo que acredite haber renunciado a ser hijo del Tío Sam.
Por cierto, la palabra “filibustero”, deriva del francés “filibustier”, que refiere al que “se hace del botín libremente”. Los filibusteros de 1911, según los historiadores, fueron combatidos con las armas, pues querían apropiarse de territorio mexicano, para anexarlo a la Unión Americana. A los modernos filibusteros, no se les combate, se les aplaude y vitorea. Qué ironía. Y qué cinismo, de estos extranjeros.
gil_lavenants@hotmail.com
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